- No hay Europa sin España. Europa no es Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo. Es el Toledo desde donde escribo
Cuando oyes «Europa», ¿en qué piensas? ¿En un rapto y un toro? Lo primero que debería venirte a la cabeza es España, luego el continente o, por una comprensible sinécdoque, la UE. Pero, por asombroso que resulte, pensamos en Francia, en Holanda. Sobre todo pensamos en Bruselas. Más concretamente, en una burocracia laberíntica desplegada en instituciones cuyas funciones concretas son desconocidas fuera de la burbuja política, mediática y académica. Y aun dentro. Escuché al Papa en la Eurocámara, y a varios jefes de Gobierno. El primero y algunos de los segundos aludieron, como raíces, al humanismo cristiano, a Platón, a Dante, a Goethe; a valores no menos reales y sí más determinantes que las políticas agrarias, los presupuestos, las directivas y reglamentos, la ciudadanía europea o el comodín de la sostenibilidad.
En Alemania no se toman los valores y su proyección como algo ajeno, ni tampoco en Francia, seguramente por un sentido de liderazgo más o menos hinchado. Pero yendo a los cimientos, no es posible pensar la Europa ideal sin España, por mucho que nuestra rotunda centralidad en el mundo no superara el siglo XVII. A fin de cuentas, el resto no se ha acercado nunca a lo que fuimos (y, por tanto, somos aunque no queramos). Remedando el título de un popular documental, protagonizamos la primera globalización. Sin la Escuela de Salamanca no habría política monetaria ni Derecho Internacional. En materia humanitaria, las leyes de Burgos se adelantan casi cuatro siglos a los EE.UU. No sigo, no acabaría. No hay Europa sin España. Europa no es Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo. Es el Toledo desde donde escribo.
Es el caso que nuestro Estado de derecho viene sufriendo una serie de ataques sistemáticos desde el poder. Fíjate, al final podría ser Ábalos el que lo solucione si sigue sin sobreentender los cariños que, entreverados con la conminación a soltar el escaño, le envían los socialistas. Así Patxi López («es un día muy triste»). Así Óscar Puente al destacar de Ábalos lo buen ministro (?) y secretario de Organización que fue. Pero no nos vayamos de tema. El deterioro galopante del Estado de derecho bajo el sanchismo daña gravemente a España, a la Unión y a esa Rule of Law que tanto preocupa en sus instituciones.
¿O no preocupa tanto? Vox ha solicitado que la Comisión de Libertades del Parlamento Europeo celebre un debate sobre el Estado de derecho en España, continuación del mantenido ante la Comisión de Peticiones, donde tuve ocasión de intervenir como peticionario junto con Rosa Díez y Teresa Freixas. (Se decidió trasladar nuestra preocupación por la amnistía a otras comisiones parlamentarias). Sin embargo, el PPE y Renew Europe (grupo que acoge a Ciudadanos) votaron en contra. O no andan bien de valores, o no ven peligrar el Estado de derecho, o los socialistas les han pedido oxígeno asfixiados por las mascarillas, y se lo han dado. Vaya papelón el del PP y Ciudadanos en la UE. Es decir, en España.