EL CORREO – 22/06/14
· El nuevo Rey traslada su preocupación por el encaje de Euskadi en el Estado en sus discretas conversaciones con sus interlocutores vascos.
· Le inquieta que las demandas del PNV en favor de más autogobierno desemboquen en una vía soberanista.
Don Felipe está muy interesado en poder hablar con usted. Si lo ve bien, nos volveremos a poner en contacto para concretar la cita». La Zarzuela ha trasladado este mensaje desde la más absoluta discreción a los oídos de un puñado de personalidades del País Vasco, con quienes el entonces Príncipe quería abrir una interlocución fluida y directa. El nuevo jefe del Estado ha manifestado en los últimos años una inequívoca voluntad por profundizar en su conocimiento sobre la realidad de Euskadi a través de visitas oficiales, encuentros institucionales y entrevistas celebradas en un plano más privado con diferentes representantes de la sociedad vasca.
En este último terreno, el recién proclamado Rey ha sabido moverse con destreza para confeccionar una solvente agenda de contactos desde sus tiempos como Príncipe de Asturias. Sus interlocutores más habituales proceden del mundo de la empresa y la política, y comparten como característica común su arraigo en el país, el compromiso con el progreso, un talante abierto y un concepto plural sobre la convivencia en el conjunto de España. «Quiere ganarse a la gente», declara uno de los vascos que ha mantenido varias reuniones confidenciales con Felipe VI.
Entre sus principales preocupaciones, el ahora Monarca subraya en sus conversaciones la recuperación de la economía, la lucha contra el desempleo y la búsqueda de líneas de cooperación internacional, especialmente con Latinoamérica. No oculta una honda inquietud por las reclamaciones soberanistas de Cataluña, abanderadas por CiU y ERC. En segundo lugar, se interesa con un punto de intranquilidad por la situación política del País Vasco. En concreto, por el papel que puede desempeñar el PNV, que recuperó Ajuria Enea tras las elecciones autonómicas en 2011, y por el alcance de sus demandas en favor de un mayor autogobierno. Inquietudes que revelan que don Felipe sigue con atención los movimientos públicos del lehendakari en su declarado intento por sacar adelante un nuevo estatus político para Euskadi.
Pero quizá lo que más ha sobresaltado al entonces Príncipe fue el giro histórico que Iñigo Urkullu consumó a principios de año al cuestionar la vigencia de la Monarquía, pese a la fluida relación institucional, incluso amable, que el nacionalismo moderado ha dispensado a la Corona desde la recuperación de la democracia. «Para don Felipe, fue un shock que Urkullu se declarase republicano», confiesa uno de sus interlocutores habituales.
Desde que Felipe de Borbón contrajo matrimonio con Letizia Ortiz Rocasolano, en una ceremonia celebrada en mayo de 2004, los hoy Reyes de España han visitado todos los años Euskadi. A la boda asistió el entonces lehendakari Juan José Ibarretxe, que les regaló como jefe del Gobierno vasco un grabado de Chillida valorado en 6.000 euros y titulado ‘Beltza I’. La xilografía, realizada en 1969, es una reflexión del artista guipuzcoano sobre los volúmenes y el color negro. Tras el enlace, los Príncipes visitaron el País Vasco hasta en cinco ocasiones durante 2010.
Durante esos traslados, don Felipe se prodigó en diferentes actos. Presidió la gala de los premios Novia Salcedo en Bilbao; presentó la Fundación Príncipe de Girona, concebida para promover la formación entre los jóvenes y el espíritu emprendedor; y estrechó lazos con diferentes personalidades. En un intento por mantener un espacio propio de presencia pública, aprovechaba sus visitas a Euskadi para tejer complicidades y poder organizar después recepciones en Madrid en un clima de discreción. Es entonces cuando un responsable de la Casa Real podía llamar por teléfono para sondear la disposición a una reunión confidencial.
Línea de comunicación
Entre otras personalidades, el entonces heredero de la Corona tuvo la oportunidad de conocer de cerca al socialista Patxi López, que accedió a la Lehendakaritza gracias al apoyo del Partido Popular; al líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, a la presidenta del Parlamento autonómico en la anterior legislatura, Arantza Quiroga; y al alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna (PNV). En las filas socialistas, el diputado vizcaíno Eduardo Madina, uno de los aspirantes a liderar el PSOE, también ha reconocido que mantiene una línea de comunicación directa con don Felipe y doña Letizia. «Hemos coincidido algunas veces. Hemos hablado de la realidad del país, de política, de economía, de cómo veo la educación, del terrorismo…», confesaba Madina sobre el nuevo Rey en una reciente entrevista con EL CORREO. Aunque se ha declarado republicano, matizaba que forma parte de un partido «que ha sido clave en la construcción de la convivencia» y que no está dispuesto a «romperla» con un eventual cambio en la organización del Estado.
Quienes se entrevistaron por aquella época con el heredero de la Corona tienen la sensación de que don Felipe «se estaba preparando, se estaba poniendo al día» para asumir la responsabilidad que ahora le ha llegado como jefe del Estado. La cita, que puede superar las dos horas largas de duración, suele servir para abordar la situación política, social, cultural y hasta deportiva del país. Son conversaciones «profundas», celebradas en un formato cercano y en un tono cordial en el que, pese a que se mantiene el tratamiento de Alteza, se pueden llegar a deslizar expresiones coloquiales y «hasta algún taco». «El Príncipe lo tenía todo en la cabeza. Me dijo: ‘Te he leído recientemente en una entrevista en el periódico que dices que…’ Es una persona distendida, que pregunta mucho y se interesa además por otra gente», explica un interlocutor. En público, suele hacer discretos acercamientos con sus contactos, en un gesto de cercanía.
«Ganarse a la sociedad»
Según los mismos medios, don Felipe se ha propuesto desde hace años «fortalecer» su relación con el País Vasco, en un intento por «tener una mejor entrada». Quiere «ganarse a la sociedad española, especialmente a la vasca», a través de una combinación de cercanía y conocimiento de los problemas reales. Pese a la entidad de los retos que tiene por delante al frente de la Monarquía, entre ellos, dotar de «transparencia» y «honestidad» a la institución para recuperar la credibilidad perdida por los escándalos, el hoy Rey es consciente de que puede desempeñar su labor sin el dramatismo que vivió su padre para afrontar la reconciliación. No tiene la losa de la dictadura ni los momentos de convulsión que agitaron una débil democracia hasta desembocar en un intento de golpe de Estado el 23-F. Desde hace ya más de dos años, además, el nuevo jefe del Estado puede encarar sus funciones sin el terrorismo de ETA.
Algunos de sus contactos en Euskadi resaltan que el nuevo Rey sabe escuchar y se deja aconsejar cuando le recomiendan, por ejemplo, que visite el País Vasco, que mantenga una agenda propia pública y privada, y que se acerque al euskera, a la cultura vasca, a los vascos que han sido importantes en la historia de España. «Don Felipe ha vivido una transformación extraordinaria en los últimos diez años», destaca un profesional que ha visto al ahora Monarca «tomando notas y apuntes» en las reuniones sectoriales del Círculo de Empresarios, que representa a las principales compañías y empresarios vascos.
El hoy Rey ha prestado un especial interés en mantener una estrecha relación en este campo, como hizo su padre durante su reinado. De hecho, el primer acto de Juan Carlos I tras el anuncio de su abdicación fue un encuentro con empresarios en el que hizo entrega del premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial a Enrique Sendagorta, presidente de honor y fundador de Sener, compañía vasca de ingeniería dedicada a la investigación y al desarrollo desde 1956.
El interés del entonces Príncipe por acercarse a la realidad vasca a través de la experiencia de significados empresarios y firmas señeras de la comunidad le llevó a intensificar sus encuentros públicos y privados, y a blindar espacios para la confidencia. Entre otras personalidades, el nuevo Rey mantiene abiertos cauces de diálogo con Alejandro Echevarría, presidente de Mediaset, la compañía propietaria de los canales de televisión Telecinco y Cuatro; Alejandro Aznar, presidente de Bodegas Marqués de Riscal y de Remolcadores Ibaizabal; y Ricardo Martí Fluxá, presidente de Industria de Turbo Propulsores S. A. (I.T.P.), con sede en la localidad vizcaína de Zamudio.
En sus conversaciones, el nuevo jefe del Estado muestra preocupación por «el futuro entronque del País Vasco en España», a la vista del debate político abierto en esta legislatura en Euskadi sobre una eventual reforma estatutaria, la vigencia de la Constitución, el reconocimiento del Estado plurinacional y el llamado derecho a decidir. Don Felipe suele preguntar «hasta dónde» pueden llegar las reivindicaciones del PNV, inmerso en una pugna con EH Bildu por la hegemonía en el nacionalismo. Le inquieta que las demandas del partido jeltzale en favor de un mayor autogobierno desemboquen en una vía soberanista similar a la catalana, pese a que Urkullu haya descartado de plano seguir la estela de la consulta unilateral que ha emprendido Artur Mas de la mano de Esquerra Republicana. «Su máxima preocupación es Cataluña, pero le preocupa la posible deriva del PNV al invadirle Bildu su terreno», explica una persona que se ha entrevistado con Felipe de Borbón.
Manifestación por los presos
Por eso, no es de extrañar la conmoción que le provocó que Urkullu se declarase republicano, en una comparecencia realizada el 8 de enero en Vitoria, justo cuando la infanta Cristina tuvo que ir a los juzgados de Palma de Mallorca para declarar como imputada por el ‘caso Nóos’. Con su apuesta por la República, el lehendakari rompió el último tabú del nacionalismo institucional, en un momento de descrédito de la Monarquía, colocada en el ojo del huracán a raíz del ‘caso Urdangarin’ y la cacería de don Juan Carlos en Botsuana. Además, las palabras de Urkullu llevaban una carga extra de inestabilidad a los ojos de La Zarzuela al producirse en vísperas de la manifestación convocada en Bilbao por el PNV y la izquierda abertzale en respuesta al veto judicial a la marcha de los presos de ETA.
Mientras tanto, el jefe del Gobierno vasco ha redoblado sus emplazamientos al nuevo Rey para que cumpla el papel de «moderador» que le encomienda la Constitución para «armonizar la realidad institucional desde el respeto a las nacionalidades históricas». Una demanda en la que ayer incidió el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en un acto en Álava.
Quienes conocen de cerca a Felipe VI sostienen que «no se va a quedar quieto» en el debate sobre la articulación del Estado y que tenderá puentes de entendimiento. Que está decidido a «buscar consensos entre los partidos, el equilibrio» necesario para evitar tensiones territoriales y defender la «diversidad de los pueblos» en una España «unida» pero no uniforme. En su proclamación, expresó su compromiso por «esa España basada en la igualdad, la solidaridad y el respeto a la ley». En ese modelo, señaló, «cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español». El problema para este discurso es que una parte significativa del nacionalismo vasco y catalán no se siente identificada con España y reclama ya una relación distinta con el Estado. El propio presidente de la Generalitat lamentó que el Rey dejara pasar la oportunidad de reconocer el Estado plurinacional.
«Don Felipe se lleva preparando toda la vida para esto. Para ser útil y ponerse al servicio del interés general. Tiene unas ideas sobre qué hacer, aunque dependerá de las circunstancias. La Corona está comprometida con realizar un trabajo de conciliación. Eso también es ser moderno», explica uno de sus interlocutores vascos. Para ello, pondrá en práctica su profundo conocimiento sobre la realidad de Euskadi. «Tiene muy buena información. Se ha empapado bien sobre el País Vasco, al igual que de Cataluña. Pero necesita un margen de confianza», insisten los mismos medios.
EL CORREO – 22/06/14