- Nadie puede acusar al nuevo presidente del PP de no haber sido claro en sus intenciones. Repasémoslas
El discurso de Alberto Núñez Feijóo no se presta a ninguna especulación. Contradiciendo el tópico del gallegueo, se ha mostrado diáfano. Quizá demasiado, pero siempre es de agradecer que un político desvele cuales son sus intenciones con palabras y gestos. En primer lugar, ha defendido llegar a grandes acuerdos con Sánchez, consensos en temas de estado, apoyo en cuestiones fundamentales y, por descontado, cuanto menos tenga que ver el PP con Vox, mejor. Feijóo ha diseñado una estrategia en la que el enemigo es el partido verde, que crece a cada encuesta. El PP y el PSOE, azuzados por los poderes económicos, hace tiempo que buscan una gran alianza. Es evidente que Feijóo tiene más cosas en común con Sánchez que con Abascal. Este, pretende reformar a fondo España; Sánchez y Feijóo, no.
Feijóo ha diseñado una estrategia en la que el enemigo es el partido verde, que crece a cada encuesta
Se une otro elemento a los anteriores. Mientras Abascal reniega de UGT y CCOO, Feijóo las considera imprescindibles. En esto existe un deseo manifiesto de distanciarse de Vox, pero a nadie se le escapa que si el nuevo-viejo PP quiere conectar con el electorado de centro no se hace un favor dándose besitos con quienes son percibidos por la mayoría como unos comegambas que viven de la subvención pública. No es un tema baladí, porque evidencia la intención del presidente: captar el voto que se mueve en esa zona difusa que media entre los dos grandes partidos y que, harto de las extravagancias de Sánchez, cuando no de las horcas caudinas por las que tiene que pasar cuando se trata de sus compañeros de viaje, podría pasar de votar PSOE a votar PP. Pero no un PP vinculado con la derecha sino un PP ad hoc con estos tiempos de ideología woke, que dé sensación de estabilidad, de solvencia, que transmita seguridad, que se ocupe de la economía y que nos devuelva la a los tiempos en los que, bien fuese Felipe, bien Aznar, las cosas parecían más sólidas.
Ese es el camino si echamos una ojeada a las personas que ha elegido como sus adláteres en el gobierno del partido. Todo indica que el Opus cobra de nuevo una fuerza que parecía haberse diluido en la época de Casado y que personas como Ayuso o Cayetana van a quedarse en un discretísimo segundo plano, cuando no fuera del tablero. Lo digo: Ayuso va a estar mucho peor en el PP ahora que con Casado. Su margen de maniobra será cortísimo. Al tiempo.
Ayuso va a estar mucho peor en el PP ahora que con Casado. Su margen de maniobra será cortísimo
Feijóo tiene horror a las «ocurrencias» de las que Rajoy advertía siempre. Para don Alberto lo son todas las actitudes que no se enmarquen en ese tono gris, monótono, plano y tradicional. Hay quien opina en el partido -y es sentimiento general- que ese sosiego es lo que precisa España, y por eso lo han apoyado unánimemente, relegando a un lado sus devaneos con el nacionalismo gallego, su política lingüística en Galicia o sus concesiones a las agendas globalistas. También hay quien, por el contrario, opina que lo que urge es emprender reformas de hondo calado legislativo que, o bien se han dejado pendientes o nunca se han llevado a término. Y luego está el votante porque, como le recordaba este fin de semana a un destacadísimo dirigente popular, las elecciones no las ganan los aparatos de partido. A Dios gracias.
En suma, para entender mejor a Feijóo lo mejor es fijarse en uno de sus refranes preferidos: Nunca choveu que non escampara. ¿Desbancará su estrategia a Sánchez? Maloserá. Gross Koalitionen habemus, me temo.