Para hacer eso hace falta ser muy cobarde

EL PAÍS  27/08/15 – PATXO UNZUETA

· Detrás de agresiones como la de Inmaculada Sequí están las amenazas contra cargos públicos en las redes sociales.

Inmaculada Sequí, una chica de 19 años, presidenta del partido Vox en Cuenca, que fue candidata a la alcaldía de esa ciudad en las elecciones de mayo, fue agredida el martes a las 8.30 por tres sujetos al grito de “fascista de los cojones”. Antes de la agresión escuchó cómo uno de los tres decía: “Es ella”, a lo que siguió una avalancha de puñetazos y patadas que la dejaron, según el relato recogido poco después por su padre, semiinconsciente. 

 La apelación de “fascista” pretende seguramente ser una especie de firma política de los autores de la paliza, aunque ella no descarta que pueda deberse a su defensa de la fiesta de los toros, que le había valido numerosas críticas a través de las redes sociales. Sea que la consideran fascista por eso o por su militancia, en ambos casos se trata de una acusación absurda. 

Vox es un partido nacido de una escisión por la derecha del PP, pero se trata de una formación democrática. Su fundador y principal dirigente, Santiago Abascal, rompió con el PP a fines de 2013 en desacuerdo con la política antiterrorista del Gobierno de Rajoy, especialmente en relación con la excarcelación de Josu Uribetxeberria Bolinaga, uno de los secuestradores del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, que es también miembro fundador de Vox.

La deslegitimación de la derecha como fascista es una arbitrariedad heredada de los años finales de la dictadura que afecta seriamente al pluralismo político. En cambio, la agresión en grupo contra una persona indefensa sin otro argumento que esa acusación sí es una forma de actuar característica de los fascismos europeos de los años treinta y, en España, de las bandas de incontrolados de los años setenta.

 Detrás de agresiones como la del martes está la proliferación de amenazas, vejaciones y acosos contra cargos públicos o dirigentes de partidos amparados por la impunidad que garantiza el anonimato de las redes sociales. Tras el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, alguien escribió este mensaje en una red social: “¡Así se hace. Más tiros a las cabezas de los PPeros!”. Quien lo escribió no será seguramente capaz de llevar esas amenazas a la práctica, pero anima a otros a pasar a la acción. Por ejemplo, a dar una paliza a una candidata de un partido de derechas.

Pero no es del todo cierto que cualquiera sea capaz de hacerlo. Hace falta una total ausencia de escrúpulos morales y, sobre todo, una cobardía fuera de lo común. El ser humano tiene normalmente sentimientos que le inhiben de dar el paso de lo imaginado a lo hecho. Por vergüenza, incluso. Que tres adultos ataquen amparándose en su mayoría a una chica indefensa y la desafíen gritándola: “A ver si ahora eres tan valiente, fascista”, revela una mentalidad de matón ventajista, inmune al sentido del ridículo