Paradojas políticas y electorales

EDUARDO TEO URIARTE – PARALALIBERTAD – 30/04/15

Eduardo Uriarte Romero
Eduardo Uriarte Romero

· Cuando todo lo que creíamos sólido se desvanece, cuando el cambio se cierne irremisiblemente, los últimos en ser consientes de la dimensión de esta situación son precisamente los que surgieron, disfrutaron y dilapidaron aquel sólido pasado. Es decir, los partidos que lo fueron todo desde la Transición. Nada extraño, suele ser lo habitual en este tipo de circunstancia. Al rey, que no se daba cuenta, había que gritarle que estaba desnudo.

Corrupción, nuevos millonarios desde la militancia partidista frente a una sociedad paulatinamente empobrecida, apropiación total y absoluta del espacio político, desmanes en los comportamientos, bochornosas mentiras dichas con todo descaro, incapacidad de liderazgo a pesar de toda la legitimidad y apoyo electoral para ejercerlo, y, para colmo, unas empresas de comunicación dedicadas al espectáculo deformando y abandonando la información nos llevan a despedirnos de todo lo que fue. Es decir, vemos que sus detentadores rompen las costuras del marco político.  Una voladura incontrolada desde su interior del sistema que convenimos para salir de la mejor manera posible de una dictadura que acabó fusilando como empezó. Todo se viene abajo, y quizás sea afortunadamente así porque la obra no daba para más tras tanto escándalo y despropósito.

La falta de compresión de lo nuevo por parte de los dos viejos, y ya descerebrados, partidos, el PP y el PSOE, tiñe de comicidad lo que puede ser un drama. La falta de conciencia de lo que supone la presencia de dos nuevos actores en la escena  convierte el acto final en un vodevil. Los señores de la mansión se regodean en sus mutuos  ataques ante el regocijo de los dos nuevos intrusos, favoreciendo un proceso en los que los recién llegados van a salir beneficiados ante los disparates de los que han sido los protagonistas.

Los meritorios surgieron por obra y gracia de los consagrados partidos. Ciudadanos aparece ante el abandono político de Cataluña en manos de la burguesía nacionalista por parte de la derecha e izquierda constitucional. Comportamiento que finalmente se culmina con la radicalización de ese nacionalismo otrora moderado y de una izquierda abducida por ese nacionalismo. Ciudadanos, coherente en la defensa democrática y constitucional en Cataluña, se fue viendo empujado a hacer lo mismo a nivel de toda España cuando descubrió que similares fallas se abrían en ese espacio.

Más folletinesco es el origen de Podemos. No tanto por la inspiración de su nacimiento en “Juego de Tronos” sino en “La guerra de las Galaxias”, por cuanto en la escena culmen, cuando ZP se declara padre de Pablo Iglesias, se da con la clave de la trama . Pues al fin y al cabo, el encuentro pactado de la Transición se vino abajo cuando aquel presidente del Gobierno lanzó la ley de la Memoria Histórica como el hacha desenterrada de Cochise, descubriendo a las jóvenes generaciones de comunistas que, efectivamente, la Transición había sido una farsa, una farsa que dejaba sobrevivir el fascismo, y por lo tanto declaraba la inexistencia de una auténtica democracia, a la que accederíamos cuando ellos llegasen al poder aunque la compatibilidad de comunismo y democracia esté aún por descubrir.

El proceso seguido pos Podemos ha sido si se quiere más mecánico y lineal. Del discurso caprichoso, nihilista, izquierdoso, antimonárquico y subversivo del presidente Zapatero  al coherente del izquierdismo ortodoxo matizado por el populismo de Laclau. Podemos surge como una continuidad del discurso izquierdista del socialismo inaugurado por ZP y al que no puede dar una coherente respuesta, pues acaba poniéndose firmes ante Merkel y “los mercados”, asumiendo la sucesión de Felipe VI, sosteniendo los pactos militares de Occidente, (y para colmo con corrupción)etc.. Podemos surge como una prolongación del discurso zapateril y por el que mucho socialista entregaría su alma anarcosindicalista. Ciudadanos nace, por el contrario, ante un vacío, pero ambos se van a aprovechar de los garrotazos que se zurran PP y PSOE como si siguieran estando solos en la escena.

Nunca la estampa de Goya de dos individuos enterrados hasta la rodilla y dándose mutuamente garrotazos ha sido tan actual, se destrozan entre ellos y vale. Y si de ese comportamiento en el pasado ambos podrían sacar algún provecho -especialmente el PSOE que cree en la superioridad moral de la izquierda- en la actualidad ese tipo de combate lo único que produce es el crecimiento electoral de Ciudadanos y Podemos. Porque él, el PSOE, carece por sus propios escándalos de corrupción, y por el hecho de formar parte de un mismo sistema -“la casta” peyorativamente hablando- de capacidad para capitalizar sus continuos ataques y repetitivas sesiones de control a Rajoy.

Lo que no sabe el PSOE -y el joven Pedro Sánchez- es que está en el mismo barco que el PP. Que si se hunden se hunden los dos, y que el que tiene algunas mejores condiciones de flotabilidad, por el momento, es el PP. Que los ataques a brochazos y escupitajos hechos desaforadamente y sin medida, pues los breves minutos de las sesiones de control no dan para mucho matiz, sólo alimentan las arcas electorales de los dos nuevos actores políticos, especialmente a Cs, pues la crítica es contra el PP. No sabe Pedro Sánchez, además, que si el PSOE no se ha disuelto ya definitivamente es porque el PP mediante una política de ciertos resultados económicos está desdramatizando la situación, y, que mientras en eso funcione, es ese algo que le permite el PSOE seguir renqueadamente existiendo. Si las medidas económicas del PP hubieran sido tan desastrosas como las del PSOE, el PSOE ya se hubiera disuelto.

Y lo que debiera saber el PP, y no digo Rajoy porque no es locuaz más que cuando Sánchez le ataca, es que allí donde le PSOE aguanta, como en Andalucía, Podemos se estrella. Que aunque haya tenido esta joven formación un buen resultado en Andalucía este no es suficiente en una de las tierras más adecuada a su proyecto, la tierra de Marinaleda, y en  mostrar su frustración hay que reconocerle sinceridad.

De lo que no son conscientes los viejos partidos es que dándose de palos ninguno de los dos gana, que jugando a ocurrentes tampoco, porque en eso les gana Podemos, y si hay que hablar de coherencia democrática y constitucional ahí les gana Ciudadanos  porque surgieron precisamente ante esa carencia. Si quieren hacer política, viejos detentadores del poder, miren a su lado  y observen que ya no están solos, que parte de sus discursos y sus dinámicas de enfrentamiento ya no tiene validez, y que de sus grandes  broncas los beneficiados son otros. Y, además, descubran que se necesitan -que es lo que dio origen a la Transición hasta que Zapatero, y no Pablo Iglesias, se la cargó- aunque sea ya demasiado tarde.

EDUARDO TEO URIARTE – PARALALIBERTAD – 30/04/15