Pasado

El hecho de que un hombre que sabía lo que era ETA, un policía experimentado como Eduardo Puelles bajara la guardia un solo segundo que han aprovechado sus asesinos, debe servirnos para no dar por hecho que la batalla está ganada aunque sepamos que está ganada realmente, para que exijamos de quienes nos gobiernan que culminen la tarea en todos los frentes.

ETA pertenece al pasado. Aunque haga comunicados. Aunque tenga un partido. Aunque tenga votantes. Aunque nos cause dolor. Aunque todavía mate. Mata precisamente para eso, para hacer como que tiene futuro. Por desgracia, hay todavía entre nosotros a quien se le levanta moral con el asesinato. Son cosas que no se pueden cambiar en un día pero que ya tienen fecha de caducidad. ETA ha asesinado a Eduardo Puelles con el mismo objetivo con el que tramaba la fuga en helicóptero de dos sus presos: levantar la moral de su tropa de zombies. Y ese hecho no le resta categoría fantasmal. Con ETA pasa como con los fantasmas: que a veces pueden volver y darnos sustos y disgustos si la maldición no está debidamente conjurada, si hay una ventana por la que puedan colarse en la mansión del presente.

Las ventanas por las que se cuela el fantasma de ETA son las de nuestra buena fe, las de nuestros descuidos confiados, las de nuestros momentos de relajación en los que bajamos la guardia. El hecho de que un alto responsable de la lucha antiterrorista, un hombre que sabía lo que era ETA, un policía experimentado como Eduardo Puelles bajara la guardia un solo segundo que han aprovechado sus asesinos yo creo que debe servirnos para no dar por hecho que la batalla está ganada aunque sepamos que está ganada realmente, para que exijamos de las instituciones y de quienes las gobiernan que culminen la tarea en el frente policial, en el judicial y en todos los frentes.

Aunque tenga un partido, ETA es el pasado, pero no tenemos por qué asistir a la contemplación de ese anacronismo que, como la bomba que le han colocado a Eduardo Puelles, puede darnos sorpresas desagradables y motivos de sufrimiento. ¿Para qué hay un partido de ETA? ¿Para que se haga con el censo como pretendió en cuanto sorteó la amenaza de la ilegalización gracias al Constitucional? ¿Para hacerse con nuestras direcciones como se ha hecho en el pasado y para que pueda poner al día su mailing? ¿Para que no yerren la puntería sus cartas de extorsión y sus paquetes bombas y sus bombas lapa?

Si para algo ha servido ese intento de negociación que le estalló en las manos a Zapatero fue para que su propio electorado, que lo había apoyado incondicionalmente, comprendiera que ETA había arruinado su última oportunidad; para que asumiera ‘sin mala conciencia’ lo que otros ya habíamos asumido antes: que debe ser derrotada. El hecho de que en estos días esa Iniciativa Internacionalista. que es el partido con menos iniciativa del mundo y el más tristemente local, guarde silencio ante este asesinato y se resista a condenarlo y vuelva a invocar el conflicto es la última y definitiva prueba que necesitaba la Fiscalía General del Estado para volver a actuar y a solicitar su ilegalización. Para devolver a ETA al pasado al menos en las instituciones. Quizá no podamos evitar que dé unos últimos coletazos violentos, pero sí que se ría de nosotros como un fantasma que vuelve para que sus carcajadas se oigan en el castillo de nuestra democracia.

Iñaki Ezkerra, EL CORREO, 22/6/2009