ABC, 18 /9/11
«La sentencia a Otegi pudo ser distinta si hubiera pedido la desaparición de ETA»
A Patxi López no le gusta enseñar su despacho. De hecho, ABC es el primer medio impreso al que ha permitido acceder. Informes, carpetas, libros en castellano, euskera e inglés, apuntes personales, propuestas legislativas, pilas de discos… se amontonan sobre la mesa de trabajo y la de reunión, también encima de alguna silla. «Tengo hasta un ‘caganer’», bromea, mientras enseña la típica figurita catalana. Está al llegar el bocadillo que hoy almorzará el lendakari y sus asesores tienen prisa por dejarlo solo. Curioso: les preocupa que se vea el aparente desorden de un presidente que lleva dos años poniendo orden en un País Vasco que heredó «fracturado y excluyente» y que urge a ordenar a fondo su propio partido. «Tenemos que recuperar ese orgullo de la izquierda y volver a conectar con mucha gente a la que ahora tenemos lejana», advierte.
—¿Cree que si el 22 de mayo hubiera habido elecciones en el País Vasco ahora sería lendakari?
—Pero no las ha habido. Cada elección tiene su afán, y en esta los ciudadanos han elegido representantes de ayuntamientos y diputaciones.
—¿Entiende el desencanto de esos casi dos millones de españoles que han dejado de votar al PSOE?
—Sí, y he compartido algunas indignaciones y desencantos. Pero no hay ningún gobierno europeo, sea socialista o conservador, que no esté sufriendo ese desgaste en una época tan dura y difícil. Y entiendo que votantes del PSOE piensen que se han hecho cosas alejadas del pensamiento de la izquierda. Se ha puesto de manifiesto una crisis económica pero también política, en especial en los partidos de Izquierda.
—¿Sigue pensando que el PSOE como partido necesita reflexión?
—Por supuesto. El PSOE no puede estar permanentemente alejado de su propia gente, como se ha manifestado en las últimas elecciones que está. Tenemos que recuperar ese orgullo de la izquierda, volver a conectar con mucha gente a la que ahora tenemos lejana, volver a ser útiles a los más vulnerables. Para eso necesitamos la valentía de decir la verdad de la situación y repensar planteamientos anclados en el pasado. Y la valentía de proponer medidas que vayan más allá de dar respuesta a los mercados.
—¿Por qué se ha abierto esa brecha?
—En ocasiones, la urgencia de gestionar el día a día no nos ha permitido explicar con la suficiente contundencia lo que hacemos.
—¿Cree que aún pueden ganar las elecciones generales?
—Creo que es posible volver a conectar con mucha gente en estos sectores progresistas, y Rubalcaba es un magnífico candidato para hacerlo. Por su capacidad no solo de comunicar, sino de hacer pedagogía.
—¿Cómo situará la Historia a Zapatero?
—Con perspectiva, lo situará como el presidente que provocó una gran transformación en los derechos sociales, que avanzó como nadie en el reconocimiento de los derechos de colectivos que no los tenían antes, que puso en pie el cuarto pilar del Estado del bienestar: la Ley de Dependencia. La Historia juzgará todo eso como un avance enorme en nuestro país.
—¿Se está siendo injusto con él?
—Sí, con seguridad se está siendo injusto porque ha tenido que adoptar decisiones duras, difíciles, que estoy convencido de que no nos ha gustado nada tomar, pero se ha hecho para salvar la solvencia de España y, de esta forma, sostener aquello que permite que el país no se construya a dos velocidades.
—¿Si no pensara que Rubalcaba es el mejor candidato, lo apoyaría?
—Me he caracterizado casi siempre por decir lo que pienso… Apoyé su candidatura porque pensaba, y sigo pensando, que es la oportunidad que tiene el Partido Socialista de presentarse ante la ciudadanía con un candidato sólido, solvente, capaz de transmitir y de hacer pedagogía.
—Pero no remonta en las encuestas.
—Pero las encuestas también hemos sido capaces de ganarlas otras veces. Lo que hace falta es que el PSOE en su conjunto se ponga en marcha, se convenza de que hay partido y de la importancia de lo que está en juego.
—Y si pierden, ¿el PSOE habrá de entrar en una catarsis profunda?
—Salimos para ganar, pero, ganemos o perdamos, el PSOE tiene que repensarse permanentemente por definición. Puede ser que en ocasiones no lo hayamos hecho y ahora suframos las consecuencias. Hemos hecho una reflexión de urgencia para tener una propuesta para las elecciones, pero debemos hacer una más amplia para ver cuál es el proyecto y la oferta de la izquierda socialdemócrata en un siglo XXI en el que está cambiando todo.
—¿Se siente engañado por Bildu?
—Voy a mantener la exigencia permanente sobre Bildu. En el avance hacia la paz cada uno tiene su responsabilidad, y la de la izquierda abertzale es trabajar para que ETA desaparezca cuanto antes. Si incluso algunos de sus dirigente dicen que ETA estorba, ¿por qué no acaban de retirar el respirador a una ETA agonizante? Es lo que debemos exigir a esa izquierda abertzale que ha dado unos primeros pasos para integrarse en democracia, pero que ha de hacer el recorrido completo.
—La condena a diez años de cárcel a Otegi, comunicada este viernes, ¿puede suponer un paso atrás?
—Creo y espero que no. Me atengo a las palabras de la izquierda abertzale, que ha dicho por activa y por pasiva que su apuesta por las vías pacíficas y democráticas es irreversible. Que se ha terminado actuar simultáneamente con las bombas y los votos; fundamentalmente, añadiría yo, porque la acción del Estado democrático le ha hecho ver que la vía político-militar no le resultaba rentable.
—¿Es inoportuna la sentencia?
—Bueno, los tiempos de la justicia y de la política no coinciden a veces. Por eso he dicho que la resolución, que debemos acatar, podía no ser entendida por algunos sectores de la sociedad vasca. Pero también hay que decir que quizá habría sido otra si ETA hubiera anunciado ya que lo deja, o si el propio Otegi y los otros condenados, llevando a término su afirmación de que la violencia sobra y estorba para su estrategia, hubieran pedido expresamente en la Audiencia Nacional la desaparición de ETA.
—¿Qué reacción espera a esta sentencia desde la izquierda abertzale?
—Supongo que la utilizará para sus intereses, porque el victimismo casi siempre le ha sido rentable. Ya lo está haciendo. Pero debe darse cuenta de que no es el Estado de Derecho el que causa estas supuestas distorsiones, sino la propia existencia de una organización terrorista que ya no mata ni extorsiona pero sigue estando ahí.
—¿Prefiere un Parlamento con Bildu o sin él?
—Con Bildu. Que no se interprete que abogo por que se legalice, no. El mayor triunfo de la democracia es que los que no eran demócratas, los que incluso querían subvertir el orden democrático y atentaban contra él, acaben integrándose en democracia porque asumen sus valores, principios, legalidad, instituciones. Por eso, ojalá un Parlamento con Bildu.
—¿Bildu juega realmente a eso?
—Creo que la inmensa mayoría de la sociedad vasca está íntimamente convencida de que es un camino sin retorno.
—¿Entiende la indignación de las víctimas?
—A las víctimas las puedo entender y respetar absolutamente todo, pero ha habido un Tribunal Constitucional que decide que Bildu es legal y los ciudadanos han votado para que esté al frente de las instituciones. Entiendo la indignación de las víctimas, como la mía propia, cuando ven que, lejos de reconocerlas como se merecen, pretenden ignorarlas y están al lado de los que cometieron los asesinatos.
—¿Usted está más cerca de Basagoiti que Rubalcaba de Rajoy?
—No lo sé… Al PSOE y al PP vascos se nos ha querido arrinconar en nuestro propio país. Venimos de diez años de gobiernos de Ibarretxe que solo han usado la política para los nacionalistas, excluyendo a todos los demás y fracturando la sociedad. Esa historia común ha hecho más o menos fácil entendernos, y lo sigue siendo. Porque en Euskadi es más importante lo que nos une que lo que nos divide. Ojalá algunas de nuestras experiencias de entendimiento se hubieran conseguido en el resto de España.
—Se habría evitado que las minorías nacionalistas acaben decidiendo en el Parlamento de España…
—No porque sean las minorías las que decidan, que no me parece nada mal que los nacionalistas se impliquen en la gobernabilidad de España. Esto significa que en España todos podemos estar cómodos, incluso los nacionalistas. Pero este país no se merecía tener a sus dos grandes fuerzas políticas en un conflicto permanente, a veces casi exclusivamente de carácter electoral.
—Usted ha sido el primero en plantear una reforma fiscal.
—Quien me diga que no es tiempo de hablar de fiscalidad o de tocar impuestos, que me explique cómo va a seguir ajustando gastos, qué escuela o qué hospital cerrará. Hay que hablar también de ingresos. Empezando por ver cómo luchamos más y mejor contra el fraude, que en España es del 18% frente al 10% de Europa. Siguiendo por cómo impedimos la elusión fiscal y podemos repartir mejor las cargas de la crisis entre los que más tienen. Por eso propuse recuperar el impuesto de patrimonio y de transmisiones.
—Hay quien piensa que el cupo es un privilegio regalado a Euskadi.
—Sí, y lo lamento porque no es cierto. El cupo, aparte de reconocer una singularidad del País Vasco, es un sistema de riesgo. Es verdad que, cuando la economía marcha bien, va bien, pero, cuando va mal, nos va peor. No tenemos a quién acudir para pedir que nos salve la papeleta. Hemos llegado al Gobierno en el peor momento de la econonía y hemos tenido la mayor caída de la recaudación de la historia.
—¿Comparte la política lingüística de los nacionalistas catalanes?
—Creo que es más un conflicto entre políticos que de la sociedad catalana. No se puede concluir que es el gran problema de Cataluña.
—Ustedes han relajado la imposición del euskera en Euskadi.
—Hemos intentado superar esa guerra de modelos para buscar uno que permita acabar la educación obligatoria sabiendo manejarse en euskera, castellano e inglés, que es la herramienta fundamental.
—¿Qué sintió al ver pasar la Vuelta a España por el País Vasco?
—Iba en el coche del director y veía a la gente disfrutando como loca de lo que se le había negado durante 33 años. Pensé: ¿quién ha sido el responsable de que neguemos este placer a la que es probablemente la mayor afición ciclista de España? ¿Qué es eso de que la Vuelta agredía a Euskadi? Ha sido otro gran triunfo de la normalidad. Me alegro de que haya sido con este Gobierno, pero es un triunfo colectivo.
—¿De qué otras cosas se ha privado a Euskadi en estos años?
—Nuestro gran triunfo es la revolución de la normalidad. Hacemos que sea normal lo que es normal. Hemos tenido un verano en el que hemos vislumbrado cómo puede ser la vida en Euskadi sin violencia.
ABC, 18 /9/11