Isabel San Sebastián-ABC
- Los integrantes del tándemque ha conducido a España al abismo no soportan la derrota ante Ayuso
Hasta el rabo todo es toro, máxime en el ruedo patrio, pero existen indicios sólidos que apuntan a que, esta vez, las encuestas no se equivocan al vaticinar la victoria de Isabel Díaz Ayuso en las urnas madrileñas. Concretamente dos son las pistas que llevan a esa conclusión: la desaparición de Pedro Sánchez de una contienda que el PSOE da por perdida y los planes de Pablo Iglesias para reconducir su vida profesional hacia la propaganda televisada (me niego a llamarlo periodismo), de la mano de su amigo, el izquierdista caviar Jaume Roures. Los integrantes del tándem cuya inepcia y sectarismo han conducido a España a un abismo sanitario de trágicas consecuencias, tanto humanas como económicas, no soportan la derrota.
Si el uno anda sobrado de ego, el otro exhibe un totalitarismo incomptible con el juego limpio. De ahí que estén dando la espantada. Por mucha monserga feminista que proclamen en bucle, sucumbir ante una candidata del PP, mujer para más inri, es un castigo que supera con creces su umbral de tolerancia al fracaso. Preparémonos pues para una retahíla lloriqueante de apelaciones a la ‘amenaza fascista’ y demás excusas de mal perdedor, pues si el 4 de mayo el escrutinio confirma el augurio demoscópico, los tres partidos que se creen en posesión de la verdad democrática van a recibir muy mal el veredicto de los ciudadanos.
Sánchez empezó esta carrera suplantando al pobre Ángel Gabilondo, a quien los estrategas monclovitas han vuelto loco a base de volantazos que han terminado por dejarlo sonado. El presidente se las prometía muy felices al principio, cuando se veía a sí mismo conquistando al fin la plaza fuerte del liberalismo, reacia a rendirse a la izquierda a pesar de los constantes ataques lanzados desde el Gobierno. Su vanidad, alimentada por los halagos de su gurú de cabecera, últimamente escaso de ideas exitosas, lo llevó a dar por hecho un triunfo que hoy se desvanece ante sus ojos, ya que en los sondeos el socialismo hunde su suelo histórico y siente en la nuca el aliento de Más Madrid. ¿Qué ha hecho el líder del PSOE ante semejante horizonte? Lo que haría un cobarde: esconderse. Desentenderse del combate y dejar solo al candidato que nunca quiso subir al ring.
Iglesias, entre tanto, prepara su fuga de un territorio en el que ya no engaña a nadie. No me refiero a la Comunidad de Madrid, sino a la política. Nadie cree que vaya a ejercer de portavoz del último grupo de la cámara en la Asamblea autonómica. Javier Chicote desvelaba ayer en estas páginas el plan B que ultima de la mano de Roures, con quien comparte la hipocresía de proclamarse comunista mientras acumula millones. Se dará a la buena vida sin pegar un palo al agua y cobrando, eso sí, la pensión de vicepresidente: 5.300 euros del ala al mes.