- La idea de que Pedro Sánchez indulte a los políticos independentistas podría suponer un vuelco del tablero político a medio plazo en España, conduciendo irremediablemente a un nuevo escenario de polarización
La idea de que Pedro Sánchez indulte a los políticos independentistas podría suponer un vuelco del tablero político a medio plazo en España, conduciendo irremediablemente a nuevo escenario de polarización, con una derecha dispuesta a lanzarse a las calles para protestar en una suerte de ‘Colón 2.0’. Es decir, la reedición de la manifestación de 2019 que precedió a la convocatoria electoral de abril donde el PSOE sacó su mejor resultado lustros. Pues no sería de extrañar que el plan inmediato de Sánchez pasara por sacar ventaja de la confrontación, de nuevo, con una derecha subida a lomos de Colón. Tocata y fuga, hasta el fin de la legislatura.
Eso es así porque a Sánchez no le vendría mal un giro de guion que le permita movilizar a la izquierda, las filas prietas, para que ni un voto de corte moderado se vaya al PP, y ni un voto de izquierdas se quede disuadido de devolver su confianza al PSOE. ‘Mirad, esa es la alternativa que tenéis delante: la venganza, la intransigencia… La derecha en que el PP y Cs son igual que Vox. En definitiva, la derecha ultramontana que siempre será peor que gobierne a que lo haga la izquierda’ podría ser el discurso que Moncloa blandiera, tal vez, en adelante. La idea de las dos Españas: la ‘amable y concordia’ de PSOE, Podemos, Más País, Compromís, PNV… y la ‘vengativa’ de la derecha.
Pasa que el momento es clave porque las encuestas hace días rinden cuenta del fortalecimiento del PP a lomos de la refundación del centroderecha. Esa circunstancia empezaría a amenazar la hegemonía del PSOE, porque además, se precipitaría junto al descenso de Podemos. Todo ello, en medio de un contexto económico donde, más allá de los fondos europeos –que recibirán para la transformación grandes empresas, algo que el ciudadano no verá hasta dentro de lustros, como ya expliqué–, Sánchez tendrá que llevar al Congreso reformas de calado: de pensiones, laboral, y subidas de impuestos. Un cóctel tortuoso de impopularidad política.
En consecuencia, los análisis que aseguran que Sánchez indulta para afianzarse a ERC o que se dirige al precipicio electoralmente tal se equivocan en las dos premisas, u obvian matices, si tenemos en cuenta las aguas de fondo que rigen el tablero político en la España actual. A fin de cuentas, en política importan cada vez menos los hechos y más los relatos, y quien logra imponer su marco discursivo es quien se lleva el gato al agua para movilizar a los suyos.
En primer lugar, porque no necesariamente debería ser el imaginario del indulto el marco que se imponga tras este episodio. Si por ello fuera, la batalla estaría perdida de entrada, a la luz del 66% de ciudadanos contrarios al indulto, según la empresa encuestadora GAD3. Sin embargo, la idea de un PP de la mano de Vox coloca a los populares justo donde el PSOE puede equipararles a la formación de Santiago Abascal. Es decir, la misma estrategia de polarización que Sánchez usó en 2019 con la idea de las ‘tres derechas’, y a su vez, en la campaña de Madrid con el marco del ‘fascismo’
En segundo lugar, porque no es cierto que Sánchez necesite hacer grandes cesiones a ERC para que los republicanos le sigan dando su apoyo. Ese análisis peca de ‘madridcéntrico’, por cuanto obvia que a Esquerra siempre le convendrá más que gobierne la izquierda en España, a que lo haga la derecha. Distinto sería el hecho de que, sin ni siquiera lograr ni el indulto, Pere Aragonès se quedara en falso delante de sus socios CUP y Junts. Es decir, que las bases independentistas y los partidos más frentistas pudieran agitarle el gallinero, nuevamente, bajo la acusación de: ni la liberación de los presos habéis obtenido con el bilateralismo.
Aunque de buscar Sánchez la estrategia de la polarización, esta podría fallar por dos vías en el medio plazo. La primera, porque en Madrid se demostró que los relatos no fueron suficientes para PSOE y UP para movilizar a sus bases. En un contexto de necesidad material, como el de la pandemia del covid, la candidatura que se impuso en ese flanco fue la de Más Madrid porque apeló a las cosas del comer. Como ya expliqué aquí, la izquierda debe asumir que Vox ha dejado de ser un factor que causa temor: la ciudadanía lo aprecia como la muleta del PP, y asumen que las instituciones los modularán. Es decir, que a la izquierda solo se la votará en adelante por lo que haya hecho para paliar el desasosiego económico.
En segundo lugar, quizás se obvia la situación en el seno del independentismo. De un lado, no es cierto como dice la derecha que el ‘Govern’ Aragonès sea lo mismo que el ‘Govern’ Puigdemont. En esencia, porque pese a blandir el supuesto 52% de los votos, Aragonès no está dispuesto a más acciones unilaterales porque su vía es el bilateralismo. Ejemplo es que ERC, CUP y Junts aparcaron la negociación sobre la hoja de ruta, que de ‘facto’ implicaría asumir los postulados de la moderación republicana. El otro elemento es que este ‘Govern’ está plagado de técnicos de extenso currículum. Es decir, profesionales que no van a empeñar ni su patrimonio ni su vida en una nueva afrenta
Esa es la debilidad sobre la que Sánchez podría cabalgar: desbocar al PP por el lado de Vox con la cuestión nacional
Ahora bien, no es descartable que a medida que los líderes independentistas salgan de prisión, y Aragonès vuelva a exigir la negociación de un referéndum, el ambiente entre las bases del ‘procés’ vuelva a caldearse. Hay una generación de jóvenes que solo ha vivido el ‘procés’ y que no recuerdan ningún marco político que no sea el de la independencia. Aunque los partidos y sus dirigentes estén disuadidos por el temor a más penas o multas, ese efecto temor se podría disipar antes en el imaginario de la sociedad civil.
Y para todo ello, el papel de la derecha es fundamental en adelante, o al menos, su contribución al calentamiento conjunto. Más allá del debate sobre ‘indulto sí, o indulto no’, es curioso cómo el PP no ha asumido en ningún momento a lo largo de estos años ni un ápice de responsabilidad por su fracaso de gestión en Cataluña. Las urnas no aparecidas, el fracaso del diálogo… Su revisionismo orientado a cómo ser más duro, en vez de qué se podría hacer distinto por otros cauces, solo dio alas a Ciudadanos y Vox, que partieron al PP por la herida nacional
Y ese esa es la debilidad sobre la que Sánchez podría cabalgar en adelante: el de desbocar al PP por el lado de Vox con la cuestión nacional. Unos parece que intuyen polarización y otros la desean, tirándose de cabeza. La sombra del ‘Colón 2.0’.