Santiago González-El Mundo
Nos habíamos instalado en la plácida quietud del marianismo y el pedrochanchismo no nos da punto de reposo desde la sentencia De Prada y la moción de censura que impulsó. Al día siguiente de la caída del ministro más breve de la democracia española, el diario El País ya anunciaba un periodismo nuevo, con otro lenguaje y un titular extraordinario sobre otro miembro del Gobierno: «El ministro Planas, a punto de ser desimputado en un caso de robo de agua en Doñana».
Asombroso. No es que no responda a la verdad. La Fiscalía de Medio Ambiente de Huelva no aprecia delito contra el medio ambiente y es más que probable que lo desimpute. Nunca en los siete días anteriores desde su nombramiento leímos un titular que dijera: «El presidente Sánchez nombra ministro a un imputado por robo de agua en Doñana». El (nuevo ma non troppo) periodismo consiste en explicar a la gente que lord Acton ha resucitado cuando no nos había contado que se hubiera muerto. Aproximadamente.
Esta es la segunda vez que Sánchez se ahorca con sus palabras, desde su promesa de apartar a quien usara sociedades pantalla para pagar menos impuestos, lo que le ha costado el cargo a Màxim. Pero Luis Planas lleva investigado desde 2016 y lo estaba el día que Sánchez le ofreció el cargo y él aceptó y el oferente había sido tan rotundo como suele en el debate televisivo de los candidatos en la campaña de aquel mismo 2016: «El PSOE no lleva imputados en sus listas». Es cierto que él no negó que pensara fichar a alguno para su Gobierno andando el tiempo, todo hay que decirlo.
Es una lástima que el diario de Prisa, al que el periodista Espada le contó 169 portadas sobre los trajes de Camps no hubiera descubierto aún el periodismo anticipativo para que en la 168 colocara como titular: «Francisco Camps a punto de ser absuelto en el caso de sus trajes».
He dejado constancia en más de una ocasión de mi simpatía por Grande-Marlaska, un juez cuyas sentencias eran un antídoto para leerse un auto de Garzón, que en alguna ocasión tuvo que rescatar algún sumario, pongamos que hablo del Faisán, del cajón en que Baltasar los ponía a dormir el sueño de los justos. Su prosa judicial estaba llena de sentido común y de sintaxis.
Pero no sé si este Gobierno es capaz de modular. Me parece bien que el ministro del Interior tenga entre sus prioridades retirar las concertinas, lo había prometido Sánchez en un programa electoral. Pero la ola de buenos sentimientos desatada a propósito del Aquarius deja algunas incógnitas: que el éxito de la operación no propicie más barcos y más inmigrantes. Grande-Marlaska dice que se les tratará como a los que llegan en patera. Hombre, no, ministro. No se había visto que para acoger a los que llegan en patera se desplace una vicepresidenta para organizar con el presidente autonómico los fastos de la acogida.
Uno siente la pérdida de Màxim, que era un crack, pero hay que estar atentos a las tensiones que se van a generar entre Justicia y Defensa, una de Baltasar y otra de Juan Alberto. Será todo muy entretenido, ya verán.