JON JUARISTI-ABC

  • En ningún momento Santiago Abascal mencionó a Mussolini en mi Buenos Aires querido hoy más que nunca

Lo que más me ha divertido de la reacción sociata a las declaraciones porteñas de Abascal es la suposición de que este dijo que «el pueblo acabará colgando a Sánchez de los pies, como a Mussolini». Es evidente que Abascal no mencionó a Mussolini. Si los sociopáticos han creído oír eso es que el inconsciente colectivo los ha pillado a contrapié, colándoles de matute la propiedad conmutativa Sánchez-Mussolini, de la que todos ellos están íntimamente convencidos aunque la repriman una y otra vez. En vano. Vuelve a brotar cada vez que se encierran en el váter para hacer, entre otras cosas, examen de conciencia.

No está de más recordar que Muss (el Gran Imbécil, lo llamó Malaparte) inició como socialista la brillante carrera política que, el 28 de abril de 1945, lo llevaría a una gasolinera en la Piazza Loreto de Milán, donde fue colgado de una viga por los pinreles después de ser salvajemente asesinado por partisanos comunistas, o bella, ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao.

Pero conste que Santiago Abascal no mencionó a Mussolini.

En realidad, tampoco instó al pueblo a colgar a Pedro Sánchez por los pies. Lo que hizo, más bien, fue augurar que al final la peña se va a cansar de Sánchez y lo va a colgar por los pies, como al Ahorcado del Tarot. Es más, sospecho que mientras hablaba con la periodista argentina, Abascal realizaba un sencillo ejercicio de cartomancia «with a wicked pack of cards», como diría T.S.Eliot.

Pero en ningún momento mencionó a Mussolini. Ni a Claretta Petacci.

No hay que confundir los augurios, por malos que sean, con delitos de odio como exigir que se ponga la guillotina en la Puerta del Sol y que los católicos ardan como en el 36, que se azote a una periodista desafecta hasta que sangre, o llamar judío nazi a un judío por el mero hecho de ser judío, y todo esto lo han hecho concejalas de Sumar, presidentas locales del PSOE y hasta un vicepresidente de Gobierno con Sánchez. Delitos de odio, dice Chomin de Amorebieta. Pues anda que.

Viejo chiste del tiempo del franquismo: «¿Qué le dice un chorizo a otro chorizo?: Por rojos estamos colgaos». ¿Delito de odio, Chominchu?

Total: que lo de Abascal no fue más que un eufemismo, para evitar recurrir a una expresión proverbial muy española que en Buenos Aires sonaría mal, pero que muy mal. Aquí, cuando se pronostica una catástrofe a un varón no trans, amigo, enemigo o indiferente, se le anuncia que lo van a colgar, pero no por los pies ni por el cuello. En lunfardo se llaman coquitos, mira tú qué cariñoso queda: «Che, boludo: te van a colgar por los coquitos».

Abascal no habló de Mussolini. Sólo de Sánchez.

Y además tuvo la delicadeza de decir «pies» y no «pezuñas», que es lo que habría dicho Milei. En fin, maldición vascoargentina: «Caiga sobre Pachi López todo el peso de Milei». ¿Delito de odio?