Picotas

EL MUNDO 15/10/13
ARCADI ESPADA

El cuerpo de la mujer es temible. No el de todas las mujeres, desde luego, y de ahí la necesidad de un cierto casting, incluso en la lucha política, para que los ejemplos individuales se ajusten al modelo conceptual. No he visto entre las muchachas de Femen viejecitas con pechos de pasa, y es lógico porque nadie va hoy a la guerra con un máuser. La potencia del cuerpo femenino viene determinada por la inmensa cantidad de palabras que se han utilizado para divinizarlo o martirizarlo. Algunos espíritus candorosos se preguntan por qué Femen no utiliza varones. Un machen han pedido los graciosos. ¡Quia de quia! El cuerpo masculino no habla, aunque acepto la excepción vidriosa y extrema de Caravaggio. Miles de torsos masculinos, musculados, violentos se reducen a nada, a mera acción, cuando amanece La libertad guiando el pueblo, el inmenso cromo de Delacroix. Un poco antes Goya pintó Los fusilamientos del 2 de mayo. Cierto: el tremendo estallido de la masculina camisa blanca. Una obra maestra sin mayores consecuencias. La libertad se pintó en 1830. Creo que fue la primera vez, al menos en época moderna, en que el cuerpo de mujer se utilizó con fines políticos. Sea o no exacto, ninguna imagen previa que haya asociado el cuerpo femenino a la lucha política ha adquirido semejante potencia icónica. Su impacto vive. Y se reproduce hoy de manera mimética cuando las activistas de Femen se desnudan. Pero no solo ellas. Paso un momento entretenidísimo con la campaña Libertad o islam de un partido de derechas flamenco, muy flamenco. La pierna desnuda de una mujer que fue miss Bélgica va subida a unos Louboutin. Una serie de palabras describen el largo de la falda según el islam y van marcándola, vacuna. Empiezan por el suelo: Conforme a la sharia, Islam moderado, Provocación, Golfa (a la altura de la pantorrilla), Puta, Violación, Lapidación.» Estilización prodigiosa.
La utilización propagandística de estas armas de mujer trae, sin embargo, un considerable problema moral a Occidente. Para precisar algo más la región: al valle del Jerte. Hace unos meses les prohibieron un anuncio de cerezas y de tetas, extremas y duras, ambas. Francamente. No distingo por qué la libertad genérica debe tener más derechos que unas tetas cerezas que han acudido allí en uso de su libertad concreta. O mienten al Islam o mienten al Jerte. Pero la libertad es como las cerezas y las tetas. Indivisible.