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EL MUNDO – 17/12/15 – ARCADI ESPADA

· El bipartidismo es el estado natural de las cosas. No hace falta referirse a circunstancias ideológicas. Es el puro afán binario, simétrico de la naturaleza humana el que se expresa en pares irreconciliables empezando por los chicos con las chicas. Estos pares se dan en cualquier actividad humana. El deporte, por ejemplo. Todos los movimientos de cualquier actividad deportiva tratan de que cristalice el estado soñado por los mánagers, que es el de mortal enfrentamiento a dos. Hay épocas en que tal cosa no es posible.

Porque el dominio de algún atleta sobre el resto es devastador o porque hay varias mediocridades aún fogueándose. Pero el interés de los promotores por el duelo al sol llega hasta tal punto que a veces inventan las réplicas. Esta es la explicación de que el futbolista Cristiano Ronaldo haya podido ser considerado un competidor de Messi. O Hayek de Keynes. O Keynes de Hayek, desde luego. O Manolete, que entre lo mucho que tuvo que lidiar estuvo aquel bullicioso novillero que fue Carlos Arruza. Hasta tal punto es poderosa la tentación binaria que yo me llamo Arcadi Espada.

En política la forma bipartidista tradicional es la izquierda y la derecha. Ambas nacieron, de aquella forma tan boba, en la revolución francesa, para acomodarse a la necesidad de la naturaleza. El par derecha/izquierda no es el único. En las sociedades azotadas por el nacionalismo el par se expresa también entre nacionalistas y no nacionalistas. Y en Cataluña hay ahora un par aún más extraño que separa a los legales de los ilegales.

La campaña electoral que acaba esta semana insiste en que está en juego el bipartidismo. Y la mayoría de opinantes lo proclama con la felicidad del que cree que adviene un tiempo nuevo. Pero se trata sólo de una ilusión pasajera. El bipartidismo volverá, en el dudoso caso de que vaya a irse. Basta con observar que en esta campaña española, y por vez primera, el eje izquierda/derecha no es el único. Otro se ha apoderado, y con muchas fuerzas, del espacio político y mediático, y es el que enfrenta lo viejo y lo nuevo. Pero no hay categorías más provisionales que esas dos. Todos los que más claman por el fin del bipartidismo no pueden resistir mi pregunta trampa preferida: «¿Y no os gustaría un bipartidismo Iglesias/Rivera?» Nada querrían más, en efecto.

Es por ello que ésta va a ser una legislatura de transición y de reacomodo tectónico.

Pero, vaya, cualquier columna la derriba un puñetazo.

EL MUNDO – 17/12/15 – ARCADI ESPADA