FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO – 27/01/15
· La izquierda abertzale presentó el sábado en Irún su propuesta para avanzar hacia la independencia, una propuesta que ha tenido menos impacto político del que esperaban sus autores. El acto en el que fue dado a conocer el documento, titulado «La hora de la voluntad popular», ha pasado como uno más de los que organiza la izquierda abertzale a pesar de que se quería dar a conocer el plan para alcanzar la independencia. Los organizadores intentaron generar con antelación altas expectativas, pero el documento no parece estar a la altura de lo que se anunciaba.
Un camino hacia la soberanía basado en la unilateralidad y la desobediencia, anunció EH Bildu sin darse cuenta de que los dos conceptos sufren ya la fatiga de los materiales. La unilateralidad es lo que ETA y Batasuna comenzaron a hacer a partir de 2010 para acabar renunciando al terrorismo y a la estrategia «político-militar» porque no tenían posibilidad de hacer otra cosa. La unilateralidad es lo que hicieron cuando no tenían margen para hacer nada más.
La desobediencia, por su parte, es un animalito ideológico que desde mediados de los noventa pasta tranquilo y manso en los corrales de ETA y del resto de la izquierda abertzale. En el Zutabe de ETA número 72, de septiembre de 1995, se propugnaba la desobediencia civil frente a España y Francia. Y entre otras aplicaciones que le daban al concepto estaban las de luchar contra la lotería y las quinielas, vistos como instrumentos del Estado. HB no tardó en seguir la línea marcada por ETA y en enero de 1996 elaboró un documento en el que abogaba por desarrollar «prácticas de desobediencia civil» que hasta entonces habían sido consideradas «muy pacifistas», según la ponencia Txinaurriak. A la hora de la verdad la desobediencia de los dirigentes de la izquierda abertzale ha durado hasta que llegaba la primera citación judicial. Desde entonces abundan los papeles en los que se menciona la idea de la desobediencia, el último el del sábado.
Como si fuera la respuesta al emplazamiento de la izquierda abertzale, el PNV exigía ayer, lunes, el final de ETA antes de avanzar hacia un pacto con el que dar «un salto en nuestro estatus político». La posición del PNV supone transferir sobre ETA y sobre el resto de la izquierda abertzale la presión para poner fin a la organización terrorista de manera efectiva si quieren la colaboración jeltzale. Y no es un final cualquiera, sino que se exige el paquete completo: desarme, reconocimiento de la injusticia causada con la violencia, resocialización de los presos y un final «reconocible» de ETA.
En esta ocasión, el PNV ha estado ágil de reflejos frente a la izquierda abertzale. Sin comprometerse demasiado, reorienta las miradas de todos hacia el campo de ETA.
FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO – 27/01/15