Maite Pagazaurtundúa, EL CORREO 17/12/12
Entra en la lógica política que Iñigo Urkullu haya coronado su carrera política en la Lehendakaritza. Es seguramente el más profesional de los políticos de su generación, astuto y prudente en la administración de su itinerario, e incapaz de decir una mala palabra, ni palabras innecesarias, porque la hemeroteca desgasta especialmente por las palabras pronunciadas y desdichas, o por los compromisos anunciados y traicionados.
Pocas palabras incluso por buena educación. Urkullu es un político que une el conocimiento del relativismo extremo de estos tiempos de tontas propagandas, con la planificación vital y partidaria alimentada durante décadas. Yo que me he equivocado mucho en la vida política, por un componente ingenuo impreso en el ADN, lloré de emoción con la llegada del anterior lehendakari, y es que creí que sus primeras palabras sobre la deslegitimación del universo de los terroristas de ETA y de su apoyo político eran parte de una estrategia de largo alcance.
A lo mejor también me equivoco con el entrante por resabios de tantos años y podría ser que hubieran echado raíces en mí prejuicios adquiridos en el tiempo. He evitado empacharme de las fotos de estos días por esperar, pero no he podido evitar pensar que no dirá ni una mala palabra, ni realizará ninguna buena acción para el duelo de la mayoría de las víctimas de ETA, aunque eso en estos tiempos no se notará. Ahora bien, en su caso, por lo menos existe un motivo estratégico coherentemente mantenido en el tiempo. Y es que en los últimos veinticinco años sólo se ha percibido la planificación política para afianzar la cosmovisión del nacionalismo vasco y eso ha hecho fuerte a su partido.
Con una derivada secundaria que incluye la asunción de una generosa amnesia futura con los etarras, por muchos motivos entre los que se incluye el peso de los lazos sociales, identitarios y familiares mantenidos en los pueblos y por un pensamiento de largo alcance sobre lo que consideran bueno para la superación del pasado inmediato del terrorismo contra el que no desplegaron todas sus fuerzas.
También han planificado mucho los de ETA. Les ha fortalecido matar con estrategia y saber leer el futuro que les venía, para una vez legalizados los del entorno, subrayar que su primer objetivo es conseguir que el Estado les ofrezca una fórmula para sacar a los presos de las cárceles, sin mucho esfuerzo para sus objetivos de largo alcance. Es posible que terminen ofreciendo que no se note mucho, pero tal vez sea Urkullu todavía lehendakari cuando estalle la concordia nacionalista que sólo durará, en su caso, hasta tener a los presos en la calle.
Maite Pagazaurtundúa, EL CORREO 17/12/12