PLEGARIA ANTE LA ESTATUA DE
NUESTRO SEÑOR DON MIGUEL DE UNAMUNO
“De mi Vizcaya, de mi Bilbao, la simiente;
de mi Castilla, de mi Salamanca, el fruto”
(M. de Unamuno)
Al pie de la estatua, don Miguel,
venimos en cívica peregrinación
para agradecer tu magisterio universal
y universal ciudadanía ibérica
quienes admiramos la luz de tu pensamiento.
Que no sólo tu querida Salamanca
diga que tú has sido para la Historia.
Peregrinos de tu tierra nativa,
te traemos con cariño en ofrenda
el Cantábrico, que te arrulló con su bravura;
el sirimiri, que orvalló tu infancia mística;
las verdes laderas de Artxanda y Pagasarri,
que hollaron tus ímpetus juveniles;
las cumbres, teñidas de eterno verde esperanza,
que te elevaron hacia gestas heroicas;
la vitalidad de la ría, tu Ría;
el cariño raigal de tu Bilbao, el tuyo,
con el acento de sus gentes,
cuna fecunda de tu infancia y juventud;
el recuerdo de aquel deambular sietecallero
por Ronda y Somera, Artecalle y el Arenal
mientras filosofabas por las geometrías de tu Plaza Nueva,
fragua de tus quehaceres y promesa de frutos salmantinos.
Tú que fuiste
sencillo y sabio, ególatra y humilde, místico y hereje,
buscador agónico de respuestas imposibles,
iconoclasta de embustes y atizador de necios;
luz de ateos y acicate de creyentes,
martillo de soberbios y vergüenza de fariseos,
espejo de catedráticos y adalid de la honradez
ruega por nosotros.
Ruega por nosotros
cuando no vemos y dudamos en las tinieblas del caminar
cuando el poder quiere acallar nuestro pensamiento,
cuando la mentira quiere triunfar sobre lo verdadero,
cuando no queremos despertar de la ceguera,
cuando nos atenaza la congoja de las eternas preguntas,
cuando en la vida no encontramos respuestas.
Vasco de sementera, expandido para dar lo mejor de ti,
salmantino y castellano de voluntad y fruto;
quijotesco de autoridad sin fronteras,
venimos a tu amparo pidiendo para este pueblo,
que tanto te dolía,
que sólo exista la patria de los pueblos
con la credencial del vínculo del AMOR.
Tú, que tuviste como cuna y sepultura dos guerras fratricidas,
haz que nunca más se tiñan los campos de la casa del padre
con praderas rojas de sangre verde.
Que el brazo hispánico de Caín
se haga nido de palomas portando ramos de olivo;
que las espadas se fundan en plumas del pensamiento libre
y todos nos sintamos hermanos
sentados al fuego del hogar de nuestros mayores
brindando con el vino del DIÁLOGO.
San Miguel de Unamuno, Bueno, Mártir,
hidalgo quijote en utopías posibles,
místico hortelano en el altar de Atenea,
ser finito con ansias de eternizarte,
Prometeo caído del jardín del Edén,
con el divino Miguel de Cervantes
intervén con la luz de tu magisterio. Amén.
Pablo Zapata Lerga
Pablo Zapata Lerga es catedrático de literatura y colaborador del pasado homenaje a Unamuno en Salamanca.
Pablo Zapata 6/7/2004