La cuenta atrás avanza y la tensión política crece a dos meses de las elecciones municipales y forales. Sobre todo, entre los grandes partidos que aspiran a gobernar las distintas instituciones.
Si socialistas y populares afrontan los comicios con la ilusión de extender el cambio impulsado ya en Ajuria Enea, el PNV lo hace con la imperiosa necesidad de no ceder terreno si no quiere verse relegado a la oposición en nuevos escenarios. El poder pesa y los nacionalistas tendrán que soportar la mayor presión ante la cita del 22 de mayo, conscientes de que pueden perder alguna de las tres diputaciones que ahora gestionan y que lo tendrán difícil para ganar presencia en los ayuntamientos.
Quizá por su condición de principal bastión, Vizcaya es la provincia que más favorable se presenta para los intereses del partido nacionalista. Solo el PSE parece capaz de hacer frente a la hegemonía jeltzale, aunque desde una distancia prudente que no amenaza, según consideran en Sabin Etxea, con poner en riesgo la Diputación y el Ayuntamiento de Bilbao. El PNV tiene interiorizada una fortaleza que sabe transmitir a la sociedad cada vez que celebra un acto público. Como el de hace siete días en el BEC, donde la presentación de los aspirantes a concejales y alcaldes se convirtió en una exhibición de músculo ante cientos de afiliados.
El reto vizcaíno para los peneuvistas se sitúa en el escenario municipal. Más allá de Bilbao, en las localidades más importantes tras la capital. Sobre todo, en la populosa Margen Izquierda, que con cerca de 250.000 habitantes es el principal refugio de los socialistas y reporta un buen puñado de escaños en las Juntas Generales. Aunque los sondeos que barajan ambos partidos no apuntan a vuelcos radicales, el PNV tiene previsto echar el resto en la comarca para conservar el Ayuntamiento de Santurtzi y recuperar presencia en Portugalete, Sestao y Barakaldo, anhelada plaza en la que parten con el fracaso de 2007. Basauri, Gernika y Getxo serán también referentes.
La situación es radicalmente opuesta en Guipúzcoa, donde los nacionalistas gestionan la Diputación pese a que no fueron el partido más votado hace cuatro años. Ganaron entonces los socialistas, pero fueron incapaces de formar Gobierno. Un horizonte tan complejo, al menos, es el que se le presenta ahora al PNV. A la incertidumbre sobre su mayoría se le suma un complejo escenario de posibles pactos. En la presencia o no de la izquierda abertzale en las elecciones y en la forma a través de la cual pueda concurrir pueden estar buena parte de las claves, ya que su participación alteraría por completo el mapa político.
En los dos supuestos más probables, la presencia de Sortu en las elecciones brindaría un mal trago a la formación que lidera Joseba Egibar en el territorio. En el peor de los escenarios, podría incluso arrebatar la supremacía nacionalista a los jeltzales. En su defecto, la izquierda abertzale restaría al PNV los votos necesarios para mantener su gestión y, ante un apoyo a la investidura de Markel Olano que no se contempla, situaría al PSE como imprescindible colaborador de los peneuvistas para mantener su presencia en la Diputación. Un entendimiento con los socialistas que no encaja en un territorio que ha hecho costumbre de derivar hacia el soberanismo el discurso lanzado desde Sabin Etxea, quizá para no perder peso entre los votantes independentistas.
Los guiños del PNV guipuzcoano al entendimiento abertzale han duplicado en ocasiones la apuesta oficial y han puesto en evidencia la unidad del partido, lo que podría repercutir de forma negativa entre el electorado menos fiel. En la ejecutiva del partido descartan esta hipótesis. «Cada territorio tiene sus peculiaridades y el discurso, aun siendo uniforme en las líneas estratégicas, debe adaptarse a los distintos escenarios», explica el responsable de campaña, Joseba Aurrekoetxea, quien reconoce que el objetivo pasa por ser la primera fuerza. «Los equilibrios habrá que hacerlos luego, una vez conocidos los resultados».
Álava es el otro escenario en el que para los peneuvistas semantiene encendida la luz de alarma. A la competencia directa con socialistas y populares en una provincia en la que apenas unos cientos de votos marcan las diferencias, se suma la negativa imagen provocada por las supuestas tramas de corrupción en las que están implicados altos cargos del partido. Una polémica que incluso ha provocado rifirrafes públicos entre cargos territoriales y la dirección, además de una división interna a la que se ha puesto sordina de cara a la cita electoral de mayo.
Ante semejante situación parece difícil que los nacionalistas puedan repetir al frente de la Diputación y más complejo aún que puedan ganar el Ayuntamiento de Vitoria. La posibilidad de pactos también es compleja en la provincia, toda vez que el PNV ha visto esfumarse el apoyo nacionalista que Aralar y EA le habían brindado en la presente legislatura al frente de la institución foral.
La esperanza radica en que Álava es el territorio donde con más fidelidad se trasladan las percepciones y los resultados del resto de España. Se prevé así que los socialistas puedan acusar el desgaste del presidente Zapatero, aunque los populares, por el efecto contrario, podrían resultar favorecidos. La falta de entendimiento entre estas dos formaciones, sin embargo, abre todas las puertas postelectorales. «Está claro que somos tres fuerzas y que la clave estará en cómo casarlas», sostiene Aurrekoetxea.
Por su privilegiada situación en la mayoría de gobiernos, el PNV afronta la situación más complicada. Tiene mucho que perder el 22 de mayo y muy poco que ganar, más allá de la anhelada imagen de liderazgo tras su salida de Ajuria Enea. Desde Sabin Etxea, sin embargo, no contemplan la cita electoral como una reválida de las autonómicas. Sí admiten que cierta vinculación hay. «Socialistas y populares ya han manifestado su deseo de extender el cambio por el cambio», advierte Aurrekoetxea. La amenaza del pacto entre ambas fuerzas es clave para movilizar a su electorado.
Candidatos de peso o con futuro
El PNV ha conformado una plancha de candidatos para las próximas elecciones en la que añade juventud al valor seguro que aporta la veteranía. Para las plazas que ya gobierna se ha decantado por mantener a sus líderes, algunos de los cuales gozan de un gran reconocimiento social, además de político. Las novedades han llegado desde la oposición, en los ayuntamientos de las dos capitales que no gestiona. Una apuesta que se interpreta de futuro, más a medio plazo que enfocada a conseguir el triunfo el 22 de mayo.
En Bilbao repite como aspirante Iñaki Azkuna, quizá el valor más seguro de los jeltzales, mientras José Luis Bilbao cuenta con todo a su favor para seguir al frente de la Diputación vizcaína. Más compleja se presenta la situación en Guipúzcoa, donde Markel Olano no lo tendrá fácil para mantenerse al frente de la institución foral. El portavoz de esta, Eneko Goia, será el encargado de liderar la apuesta nacionalista para el Ayuntamiento de San Sebastián, aunque su perfil no ha tenido tiempo aún de ganar el peso del socialista Odón Elorza.
La situación es similar en Álava, donde el diputado general, Xabier Agirre, opta a la reelección, pero podría acusar el desgaste de un mandato marcado por la marcha de sus socios nacionalistas y la presunta corrupción. El joven Gorka Urtaran, aspirante de consenso tras una dura batalla interna, opta a la Alcaldía de Vitoria.
EL PAÍS, 20/3/2011