DIARIO VASCO, 28/8/11
La izquierda abertzale quiere visualizar en el Congreso la unidad por el derecho a decidir. Los jeltzales remarcan su perfil soberanista a la vez que elevan su exigencia al mundo de Batasuna
Madrid va a ser el próximo escenario de la pugna abierta entre el PNV y la izquierda abertzale por la hegemonía en en nacionalismo vasco. Las elecciones generales del 20 de noviembre son el campo de batalla y, a menos de tres meses, la formación jeltzale y los miembros de Bildu ya están tomando posiciones.
El PNV ha movido ficha a través de su iniciativa para introducir el derecho de autodeterminación en la reforma constitucional motivada por la crisis económica. Es su apuesta más concreta desde que aparcara el plan Ibarretxe, que el exlehendakari consiguió llevar al Congreso en febrero de 2005. Por su parte, la izquierda abertzale, EA y Alternatiba también juegan a grande con su oferta a PNV y Aralar de coalición electoral al Congreso y Senado bajo una nueva denominación. Los jeltzales ya han respondido que ‘no’, mientras Aralar es más proclive a sumarse.
Las generales no han sido históricamente una prioridad para la izquierda abertzale. Sin embargo, el nuevo escenario abierto por la posibilidad de que acabe la violencia y la exitosa irrupción electoral de Bildu en mayo han provocado que el sector independentista ponga sus ojos también en Madrid. El objetivo de la izquierda abertzale con esta estrategia es visualizar claramente en el Congreso una unidad de acción por la autodeterminación respaldada por «la mayoría social de Euskal Herria», según dicen desde sus filas. Una apuesta con la que tratan que el PNV se retrate. Este salto cualitativo se ve reforzado por el convencimiento de que Bildu mantiene el suelo electoral logrado en mayo en las forales y municipales, que podría llevar a la coalición soberanista a rondar los cinco escaños, cifra que le permitiría formar grupo propio si logra el 15% de votos en todas las circunscripciones en que se presente, según la Ley Electoral. Esta circunstancia no es baladí, porque permitiría al hipotético grupo abertzale en Madrid gestionar subvenciones y tener mucho mayor margen para interpelar al Gobierno o ejercer la iniciativa legislativa.
La posibilidad de que la coalición soberanista irrumpa también con fuerza en el Congreso ha llevado al PNV a moverse. El partido de Iñigo Urkullu tomó la iniciativa con el anuncio, el día de San Ignacio, de reivindicar un nuevo estatus político para Euskadi en la próxima legislatura en Madrid. El contraataque de la izquierda abertzale llegó inmediatamente con la oferta de coalición para las generales. La presión del mundo de Bildu al PNV, que todavía no se ha reunido con ellos para transmitir su rechazo, es constante. Pero los jeltzales volvieron el jueves a dar otro golpe de efecto al traducir la oferta de nuevo estatus en una demanda para incluir el derecho de autodeterminación aprovechando la reforma de la constitución abierta y pactada por PSOE y PP para fijar un tope de déficit público. Y coincidiendo con esta acentuación del perfil soberanista, el PNV ha elevado su exigencia hacia la izquierda abertzale hasta el punto de que, el viernes en Zarautz, Urkullu habló de «sentir vergüenza» por el proceder institucional de Bildu.
Por tanto, ambas fuerzas nacionalistas vascas apuestan fuerte de cara al 20-N, achicando al mismo tiempo el espacio electoral de los constitucionalistas. PSE y PP siempre han afrontado los comicios generales con ventaja por la inercia que les proporciona la bipolaridad de candidatos, reflejada en esta ocasión entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy; pero está vez afrontan la cita con más desconfianza.
Situación judicial
Los miembros de Bildu cuentan ahora, además, con el factor de no sufrir la tensión previa de depender de un tribunal para concurrir. Cierto que sus integrantes esperan que Sortu, el nuevo partido de la izquierda abertzale proscrita, sea legalizado en septiembre por el Constitucional, pero en la peor de las hipótesis mantienen la alianza electoral creada en torno a Bildu, con independientes soberanistas de izquierdas, EA y Alternatiba, que en principio no corre riesgos de ser denunciada por el Gobierno central, pese a las sugerencias de algunos sectores del PP a raíz de las polémicas veraniegas en torno a presos de ETA y víctimas. El ministro Ramón Jáuregui ha sido tajante al afirmar que el Gobierno «no cometerá el error» de instar a la ilegalización de Bildu si no tiene base jurídica para ello, y subrayar que el Ejecutivo «no maneja», de momento, esa posibilidad.
La izquierda abertzale ha tendido sus redes al PNV, frente a la determinación jeltzale de preservar su hegemonía en la política vasca y el campo nacionalista. Consideran que la alianza electoral es una estrategia con la que el mundo de Batasuna trata de eludir su «responsabilidad» de exigir a ETA que deje definitivamente la violencia. Este aspecto, el de la pervivencia de la organización armada, continúa siendo la sima principal que impide cualquier confluencia reivindicativa.
Los miembros de Bildu, sin embargo, sostienen que en el caso de ir por separado, también se pueden unir fuerzas en Madrid para reclamar el derecho a decidir de los vascos y «hacer oír la demanda de que somos una nación, aunque el futuro se juegue en Euskal Herria». El propio portavoz jeltzale en el Congreso, Josu Erkoreka, ha confirmado que en la defensa del derecho a decidir se puede colaborar, aunque sólo suponga el 1,5% de los debates y en el resto las diferencias con la coalición soberanista sean grandes.
De hecho, en su oferta electoral, la izquierda abertzale, EA y Alternatiba reconocen al PNV su fortaleza. Recalcan que se trata de un ofrecimiento «de igual a igual», con la posibilidad de que luego, en las Cortes, el bloque jeltzale pudiera funcionar con su propio grupo, conscientes, en línea con la tesis de Erkoreka, de que en asuntos sociales y económicos existen grandes diferencias ideológicas. En todo caso, Bildu ve más factible el acuerdo con Aralar, a riesgo, para este partido, de quebrar en Navarra la coalición Nafarroa Bai, que quedaría reducida al PNV y algunos independientes.
El Euzkadi Buru Batzar del PNV se reúne mañana, después de las vacaciones. En este encuentro analizará la oferta de coalición electoral y podría decidir si finalmente se reúne con la coalición soberanista para transmitirle su rechazo y los argumentos en que se basa. Un ‘no’ electoral que no implica que, si se consolida definitivamente el escenario sin violencia, no pueda haber colaboración. Es lo que el presidente del PNV de Gipuzkoa, Joseba Egibar, señalaba en este periódico al afirmar que «PNV y Sortu están obligados a entenderse para hacer negociar al constitucionalismo español» de cara a la superación «del conflicto político».
DIARIO VASCO, 28/8/11