Alberto Ayala-El Correo
Era del todo previsible y ha sucedido. Mejor dicho, ha vuelto a suceder. Todos los grandes partidos de ámbito tanto estatal como vasco han comenzado a meter la cuchara para que lo que suceda con el próximo Gobierno de Navarra responda a sus intereses.
¿Legítimo? ¡Faltaría más! Pero, ¿y si alguien reparara también en la opinión de los propios navarros?
Que Navarra forme con Euskadi una única comunidad política es, sobra recordarlo, la gran aspiración del nacionalismo vasco. La extinta UCD, el PP y el PSN-PSOE llevan cuatro décadas conjurados para que tal cosa no suceda. Y con éxito.
Entonces, ¿qué pasa?¿Que los resultados de los comicios del 26 de mayo acercan esa posibilidad según cómo se muevas las fichas? En absoluto. El sueño abertzale sigue casi tan lejos como cuando murió Franco. De los 50 parlamentarios navarros, sólo 16 son nacionalistas -9 de Geroa bai (PNV) y 7 de EH Bildu-.
Pero hay otro dato, otro doble dato, a no olvidar. El 26-M ganó, y de largo, la coalición de centroderecha, Navarra Suma. La entente de UPN, PP y Ciudadanos se fue hasta los 20 parlamentarios. Pero el centroizquierda logró 30. Sí, diez más.
El líder navarrista, José Javier Esparza, reclama legítimamente como vencedor su derecho a suceder a la abertzale Uxue Barkos en el Palacio foral. Pero ignora que vivimos en un sistema parlamentario y que quien suma mayoría en el legislativo es quien se hace con el poder.
El PSN lleva décadas en un segundo plano. Los navarros tardaron años en perdonarle los escándalos de corrupción que salpicaron en los 90 a Urralburu y Otano. En 2007 emprendió la senda de la recuperación electoral. Pero el veto de Zapatero a que formara gobierno en Navarra con nacionalistas e IU, el denominado ‘agostazo’, les volvió a condenar a la nada.
El 26-M, gracias al ‘efecto Sánchez’, el PSN fue segundo con 11 escaños. A partir de ese dato y constatando la amplia mayoría de izquierdas en el Parlamento foral, María Chivite ha mostrado su deseo de formar un Gobierno progresista con Geroa bai, Podemos e IU. Si EH Bildu lo permite con su abstención, claro, porque no negociará con ellos ninguna contrapartida a cambio.
Lo va a tener complicado. Primero porque la izquierda abertzale no ha confirmado su abstención. Y porque en las últimas horas han surgido contratiempos añadidos. El PP vasco advirtió ayer a Urkullu que puede olvidarse de contar con ellos para aprobar los Presupuestos vascos si PSN y PNV, entre otros, arrebatan el Gobierno foral a la derecha. Para colmo Ferraz tampoco ve demasiado bien las aspiraciones de sus compañeros porque el Gobierno Chivite quedaría en manos de EH Bildu en el Parlamento de Pamplona y, sobre todo, porque la derecha lo usaría contra él en el Congreso.
Cabe recordar que Urkullu formó su primer gobierno en minoría y que sufrió hasta que el PNV amenazó con nuevas elecciones y llegó el pacto con el PSE. Sánchez tampoco dudó en aceptar el voto de EH Bildu para echar a Rajoy.
Veremos cómo termina esta historia, pero no apunta demasiado bien para Chivite. ¿Van a renunciar Ortuzar y Urkullu a pactar con Sánchez por cogobernar Navarra, como sugirió Egibar? Está por ver. ¿Será Ferraz quien cortocircuite el recambio, ahora con un ‘juniazo’?
Menos mal que a los progresistas navarros -como a los que no lo son- les queda un consuelo: que Osasuna está de vuelta a Primera División para el año de su centenario tras una temporada inolvidable .