ETA no ha cambiado de estrategia, pero ha tenido que adaptar su lenguaje al de Batasuna por temor a que se produjera un distanciamiento entre la organización terrorista y una parte de su entorno político. La banda, por supuesto, no se cuestiona abandonar las armas. Todo lo contrario: hace unos meses que decidió seguir adelante con el terrorismo.
Batasuna se ha visto obligada a cambiar sus estrategias políticas como consecuencia de la marginación legal a la que le ha conducido su supeditación a ETA. Ha modificado algunos planteamientos, aunque no ha llegado al punto de romper con la banda terrorista ni pronunciarse abiertamente contra el empleo de la violencia.
El entorno político etarra, por tanto, no se acerca a los mínimos democráticos que le exigen los partidos políticos vascos, ni supera el listón que han establecido los tribunales, incluido el de Estrasburgo, para poder volver a la legalidad. Hasta ahora lo único que ha pretendido es capitalizar la historia etarra en una nueva negociación, como la propia Batasuna reconoce en un documento interno en el que aboga por la coordinación de las iniciativas de la banda con la «interlocución política de la izquierda abertzale» para «sacar rentabilidad política y evitar descapitalizaciones inadecuadas en todo un proceso de cambio político».
ETA no ha cambiado de estrategia, pero ha tenido que adaptar su lenguaje al de Batasuna por temor a que se produjera un distanciamiento entre la organización terrorista y una parte de su entorno político. La banda, por supuesto, no se cuestiona abandonar las armas. Todo lo contrario: hace unos meses que decidió seguir adelante con el terrorismo. Pero se ve obligada a hacer gestos semánticos para evitar más tensiones en sus filas.
Uno de los elementos clave de la estrategia perfilada por Batasuna consiste en reconstruir la unidad de acción del nacionalismo vasco, al estilo de los tiempos del pacto de Estella, pero con una novedad significativa: la exclusión del PNV de ese proyecto, ya que a la formación liderada por Iñigo Urkullu la sitúan al otro lado de la trinchera.
Esa unidad de los partidos nacionalistas es la piedra angular de la nueva estrategia de Batasuna. Con esa fórmula quiere burlar la situación de ilegalidad al concurrir a las elecciones al lado de siglas legales y respetables. También quiere persuadir a ETA de que le deje llevar a cabo la operación y, al mismo tiempo, quiere crear un espacio político nuevo bajo el liderazgo de la propia Batasuna para competir con el PNV.
Dada la importancia que tiene ese proyecto, resulta especialmente significativo el rechazo que ha conseguido el último comunicado de ETA en las filas del nacionalismo democrático. El PNV, Aralar y Hamaikabat (la escisión de EA) han sido coincidentes en rechazar la declaración de la banda. Solamente Eusko Alkartasuna, el partido que en el último año ha sufrido una debacle electoral, una escisión interna y un cambio de liderazgo, ha hecho una valoración positiva del comunicado de ETA.
Todo este panorama muestra la eficacia de la estrategia antiterrorista que se está aplicando y la conveniencia de mantenerla.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 20/1/2010