Vic, piso piloto

Para mayor seguridad jurídica, el alcalde Vila d’Abadal, que, como todo el establishment catalán, ha rechazado ya la sentencia que vaya a elaborar el Tribunal Constitucional sobre el Estatut, ha encargado un informe favorable a sus tesis a un despacho de abogados amigo, el de Miquel Roca i Junyent. Hay que joderse y agarrarse para no caerse, decía en estas ocasiones el maestro Paco Umbral. No hay quien dé más.

Al principio era el caos. No hay, en consecuencia, razón para alarmarse ni siquiera por el hecho de que Alicia Sánchez-Camacho haya anunciado que la inmigración será un eje prioritario de su campaña electoral en Cataluña. El portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, ha acusado al PP de alinearse con la derecha más dura de Europa, a pesar de que fueron sus compañeros del PSC quienes, en compañía de otros, promovieron el pasado 8 de enero la negativa a empadronar a los inmigrantes sin papeles.

Recordarán ustedes -y si no, para eso estamos- que el Gobierno municipal de Vic, ese piso piloto de la Cataluña actual, está formado por CiU, el PSC y Esquerra y que, si bien el PSC cuenta en su pasado reciente con episodios de enternecedor buenismo al grito de «papeles para todos», sus compañeros de troika han acreditado menos empeño, históricamente hablando. Todavía no amarillea el papel prensa de las hemerotecas que contiene declaraciones inequívocas sobre las opiniones al respecto de quien fue presidente de ERC, Heribert Barrera, y de la que fue primera dama del catalanismo, Marta Ferrusola (això és una dona!), sobre los inmigrantes que cerrarán nuestras iglesias para abrir mezquitas. ¿Cómo extrañarse de que hayamos acabado con un president andaluz en la Casa dels Canonges?

La Ley de Bases de Régimen Local establece que «toda persona que viva en España está obligada a inscribirse en el padrón del municipio en el que resida habitualmente» y que «los Ayuntamientos realizarán las actuaciones y operaciones necesarias para mantener actualizados sus padrones de modo que los datos contenidos en éstos concuerden con la realidad». Pero, ¿qué es, hoy y aquí, la realidad? Esa es otra. Entre la citada Ley de Bases y la de Extranjería, no hay manera de encontrar un patrón del anfitrionaje que sirva para aplicar a los inmigrantes sin papeles con ecuanimidad y perseverancia. Para que sepan a qué atenerse con nosotros, más que nada.

El periódico Factual hacía el otro día una cronología de momentos estelares de Vic. No eran los de Stefan Zweig, que tenían como ámbito de referencia la Humanidad, pero no estaba mal para la patria del salchichón. Allí nació Balmes, padre del tradicionalismo católico español, junto a Donoso Cortés. En 1983 fue proclamada por su alcalde capital de la Cataluña catalana, toma pleonasmo. En 2002, un ex militante de Fuerza Nueva, Josep Anglada, funda un partido xenófobo, la Plataforma per Catalunya, que hoy cuenta con cuatro concejales. Centro neurálgico de la encuesta independentista en 2009 y ahora esto. Los socialistas de Vic podrían echar marcha atrás por órdenes superiores, mientras el alcalde sigue en sus catorce (8 de CiU+ 2 de ERC y si fallan los cuatro socialistas les votarán los cuatro concejales xenófobos de la plataforma). Para mayor seguridad jurídica, el alcalde Vila d’Abadal, que, como todo el establishment catalán, ha rechazado ya la sentencia que vaya a elaborar el Tribunal Constitucional sobre el Estatut, ha encargado un informe favorable a sus tesis a un despacho de abogados amigo, el de Miquel Roca i Junyent. Hay que joderse y agarrarse para no caerse, decía en estas ocasiones el maestro Paco Umbral. No hay quien dé más.

Santiago González, EL MUNDO, 20/1/2010