La fecha del anuncio llega a falta de tres semanas para la elección del nuevo secretario general del PSOE. Sin visos de que la moción salga adelante, porque Podemos quedó ayer prácticamente solo, y sin el apoyo de los partidos relevantes para sumar una mayoría, todo indica que será sólo un ejercicio de presión para tensar las costuras de un Partido Socialista que vive remendado desde octubre, tras la caída de Pedro Sánchez.
Podemos no quiere esperar a que el primer partido de la oposición en número de escaños resuelva su crisis de liderazgo, sino todo lo contrario. Quiere acelerar y meter prisa. Buscando, entre otras cosas, condicionar el debate de las próximas semanas entre Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López. Que ya de por sí mantienen su propia disputa por la manera en la que tienen que relacionarse con Podemos y ejercer la oposición al Gobierno de Rajoy.
Sin embargo y en un primer momento, Podemos pareció conseguir lo contrario. Por primera vez en semanas, Díaz, Sánchez y López se pusieron de acuerdo en algo: en rechazar la maniobra de Iglesias. «Pocas cosas unen tanto al PSOE como Pablo Iglesias», bromeaba ayer un dirigente socialista. Con distintos matices, los tres rechazaron la escenificación de Iglesias y recordaron que el líder de Podemos tuvo en su mano impedir un Gobierno del PP y votó no dos veces a la investidura de un presidente socialista.
El portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando, rechazó los «fuegos artificiales irresponsables» de Podemos y el número dos de Ciudadanos, José Manuel Villegas, lo calificó de «circo».
«La lógica del país está por encima de la vida interna de cualquier partido», apremió Iglesias, que se escudó en la «urgencia» de la situación para no esperar a nadie y justificar el no haber trabajado el pretendido consenso con el resto de grupos de una forma sosegada. Razón que levantó las suspicacias del PSOE, Ciudadanos o el PNV sobre los auténticos «fines» de una moción que está en pañales y que, por no tener, no tiene ni el nombre del candidato alternativo que se presentaría contra Rajoy.
En una rueda de prensa convocada minutos después de que Pedro Sánchez pidiera en la Ser la dimisión de Rajoy y que recordó en el estilo y las formas a la famosa comparecencia de enero de 2016 en la que Iglesias se arrogó la Vicepresidencia del Gobierno mientras Sánchez se encontraba en Zarzuela, y que tanto enfureció al PSOE. Iglesias repitió prácticamente el mismo guión. Anunció que tomaba unilateralmente la iniciativa de la moción de censura y que la llevaría hasta el final aun en el caso de que no recabase ningún apoyo parlamentario. Por lo pronto, Podemos sólo tiene el respaldo de Compromís y la puerta abierta de los independentistas si se compromete a convocar un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Todo un viaje al pasado. PSOE, Ciudadanos y el PNV le dieron un sonoro portazo.
Antonio Hernando denunció la «mala fe» y «la falta de rigor» de Iglesias. Susana Díaz aseguró desde Huelva que Iglesias «no quiere una moción de censura, sino llamar la atención» porque una moción de este tipo «primero se habla con los partidos y luego se anuncia», dijo. Con este planteamiento «le hace un favor a la derecha y desvía la atención de un Gobierno que está en una situación muy complicada», subrayó.
Antes de la rueda de Iglesias, Pedro Sánchez descartó en la Ser una moción de censura porque «no existe una mayoría alternativa» a Rajoy. Por la tarde y en un acto en Viveiro (Lugo), aseguró que «no hay que empezar la casa por el tejado» y reiteró que lo que debe hacer el PSOE es exigir la comparecencia de Rajoy en el Pleno. Patxi López, por su parte, acusó a Iglesias de «buscar protagonismo» y aseguró a Europa Press que a Iglesias «le falta crédito» para presentarla porque «cuando tuvo oportunidad de que no hubiera un Gobierno del PP votó en contra e impidió un Ejecutivo de cambio».
En el PNV, Aitor Esteban, consideró que más que cambiar el Gobierno, Podemos tiene un fin «partidista» contra el PSOE. Muy duro con las formas empleadas, advirtió a Iglesias de que lo mismo con esta jugada, si no se logra visualizar una mayoría alternativa, el riesgo que se corre es el acabar reforzando a Rajoy.
El plan de Podemos pasa ahora por abrir negociaciones inmediatas con todas las fuerzas y que tengan lugar entre esta semana y la que viene, para presentar la moción cuanto antes y poder votar, cree Podemos, a «mediados de mayo».