Podemos e IU se apropian del 15-M con fines partidistas

EDITORIAL EL MUNDO – 15/05/16

· El quinto aniversario del 15-M, que se cumple hoy, ha venido precedido del uso partidista que Podemos e IU han hecho de este movimiento de indignados, en beneficio de su estrategia electoral de cara a los comicios del próximo 26 de junio. Lejos del espíritu apartidista que caracterizó el germen del 15-M, estas dos formaciones han decidido explotar la huella de una protesta que simboliza la contestación frente al desgaste de la clase política.

Prueba de ello es la escenificación del pacto político alcanzado entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón en la Puerta del Sol, precisamente, el emplazamiento donde tuvo lugar la acampada que dio origen al movimiento. «Hoy es un día muy especial, histórico. Estoy en la Puerta del Sol. En esta plaza, como en otras muchas, cambiaron muchas cosas y nos enseñaron que las cosas pueden cambiar», proclamó el líder de Podemos, con su habitual retórica engolada, en el vídeo con Garzón hecho público el pasado lunes.

La apropiación del 15-M por parte de Podemos e Izquierda Unida hace un flaco favor a un movimiento surgido del caldo de cultivo de las organizaciones ciudadanas. El 15-M fue, en sus albores, una protesta social y popular larvada a raíz de las consecuencias devastadoras de la crisis económica. El enojo generado alrededor del anquilosamiento del sistema, la corrupción política y la precariedad laboral germinó en la acampada de Sol, que se extendió a lo largo de tres meses ante la aquiescencia del Gobierno de Rodríguez Zapatero.

El 15-M eclosionó en Madrid, aunque luego se extendió por toda España, en la recta final de las elecciones municipales y autonómicas de 2011. Cinco años después, la protesta ha ido perdiendo fuelle, si bien se ha solidificado alrededor de varios colectivos, como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y 15MpaRato. Precisamente, ambas entidades, en un comunicado difundido el viernes, exigían a Podemos e IU dejar de «utilizar» el 15-M en campaña, además de no adueñarse de los «logros de la ciudadanía».

Que la izquierda trate de hegemonizar los restos del 15-M se entiende por la apuesta política que Podemos e IU han desplegado de cara al 26-J. El propósito de Iglesias y Errejón fue siempre el de conformar una opción política, bajo el mantra de la transversalidad, capaz de confluir con organizaciones políticas y sociales de distinto signo. La alianza con IU alienta la obsesión de Podemos de superar al PSOE, pero aleja a la formación morada del intento de armar un conglomerado político con un perfil ideológico bajo. Y nada de eso concuerda con el espíritu de quienes hace un lustro clamaban en el centro de Madrid por una verdadera «democracia real» o quienes exigían reformas de calado, alejadas de cualquier tentación populista.

El 15-M desembocó a los pocos meses de su nacimiento en los tenderetes de Sol y en un discurso antisistema. «Mi angustia no era por la protesta, sino por las causas sociales de la misma y las serias dificultades que tenía como gobernante para dar respuestas a las mismas», admitió Zapatero recientemente a nuestra revista PAPEL. «Aquello era una pocilga muy fotogénica», subrayó Esperanza Aguirre. Frente a la reacción del bipartidismo, Iglesias pretende ahora aparecer ante la izquierda como el representante político de aquella utopía revolucionaria que ancló en Sol. Pero la realidad es que, precisamente, la consolidación de Podemos como una alternativa política es lo que ha desactivado definitivamente el 15-M. Esto explica tanto la pérdida de eco e influencia de sus promotores, como la escasa participación durante los últimos años en las manifestaciones, pese a los ajustes llevados a cabo por el Gobierno del PP.

El desalojo del campamento en el corazón de Madrid y algunos episodios violentos posteriores –como el incidente en el que varios activistas impidieron la entrada de los diputados al Parlamento catalán– contribuyeron a crear una imagen conflictiva que no se corresponde con los propósitos de los que emanó el 15-M. Una de sus virtudes fue la de aglutinar el enfado en la calle en asuntos centrales como el paro o la vivienda. Además, logró introducir en la agenda política asuntos como la corrupción, la transparencia, la regeneración o la eliminación de los privilegios de la clase política.

La deriva del 15-M comenzó con la proclama de algunas de las recetas caducas de la izquierda, por ejemplo, el aumento de la fiscalidad a las rentas más elevadas. En todo caso, tanto el carácter poliédrico de este movimiento como su galvanización social deberían disuadir a Podemos e IU de su empeño por patrimonializar el 15-M en su favor.

EDITORIAL EL MUNDO – 15/05/16