EL CORREO 07/03/15
· Convence a la dirección nacional de la necesidad de concurrir con su propia marca
Desde la página 1 BILBAO. Podemos tendrá papeleta en las próximas elecciones forales vascas del 24 de mayo. Con su propia marca, sin partidos instrumentales ni plataformas de electores como están planteando para los comicios locales de ese mismo día. Sin distracciones. Es el acuerdo que el partido que lidera Roberto Uriarte ha alcanzado con el equipo directivo de Pablo Iglesias en Madrid. Después de dos largas reuniones el lunes y el jueves, en Madrid y Burgos, y de cierta tensión, la formación vasca le ha ganado el pulso a la estructura nacional. Así quedó claro en la reunión que el consejo ciudadano de Euskadi celebró ayer en un céntrico local de Bilbao por espacio de algo más de dos horas.
Los dirigentes vascos y los nacionales han mantenido dos claras posiciones en la última semana. Aquí apostaban por concurrir a las forales. Porque así lo demandan las bases y porque las encuestas les auguran unos grandes resultados. El sondeo que este periódico publicó en enero situaba, por ejemplo, a Podemos como primera fuerza en Álava y segunda en Bizkaia a pesar de que aún se desconocían candidatos y programa. Los representantes de la formación en Euskadi han tratado de trasladar a sus homólogos en Madrid la importancia de esos comicios y el peso que las Juntas tienen en la estructura administrativa vasca. Porque son las diputaciones las que recaudan los impuestos y controlan buena parte de esos recursos.
La dirección central, sin embargo, veía este asunto con una única preocupación: el que la actividad en las Juntas pueda hacer coincidir en el voto a Podemos y Bildu en asuntos ‘espinosos’ para la organización nacional, como los presos o la violencia de ETA. Que ambos partidos respaldaran pronunciamientos sobre el llamado conflicto vasco que en Euskadi quizá se puedan entender, pero que más allá de la comunidad autónoma pueda desatar una campaña contra Pablo Iglesias por la vinculación de su partido con la izquierda abertzale que no condena el pasado de ETA. Y, en estos momentos, la estructura nacional sólo tiene en mente un objetivo: el «asalto» a La Moncloa, como ha expresado en varias ocasiones el propio Iglesias. Además, entienden que es difícil «controlar» a los más de 150 candidatos necesarios para confeccionar las planchas de las diferentes circunscripciones.
Las listas, el 20 de abril
Frente a esos temores, Uriarte y su equipo tenían otro: el que la negativa de los órganos centrales a concurrir con su propia marca en las forales se interpretara como una desautorización en toda regla a los dirigentes vascos. Que el resto de partidos pudiera acusar a Podemos Euskadi de ser una mera sucursal de la formación de Pablo Iglesias. Un reproche que los nacionalistas han empleado en numerosas ocasiones contra el PSE y el PP vasco.
El entendimiento llegó finalmente en el encuentro que se desarrolló en Burgos el jueves. La dirección nacional dio el visto bueno definitivo. El partido en Euskadi deberá abrir en los próximos días un proceso de primarias para seleccionar a los candidatos. Tienen de margen hasta el 20 de abril para presentar las listas definitivas.
Uriarte y el equipo de Iglesias han superado, sin fracturas, su primer conflicto interno. Un choque de planteamientos al que los responsables vascos trataban de restar importancia ayer, minutos antes de celebrar la reunión del consejo ciudadano. En opinión de varios miembros de este órgano de dirección, los dirigentes de Madrid no habían calibrado lo suficiente el peso que las Juntas y las diputaciones tienen en Euskadi, con un poder que, en determinadas cuestiones, se equipara al del propio Gobierno vasco. Y consideran que las discrepancias de los últimos días no van a empañar la relación entre unos y otros. «Aquí también teníamos ciertas dudas sobre la estrategia a seguir», revelaba un representante vasco a última hora de la noche.
Los dirigentes de Euskadi no querían, en ningún caso, que se escenificara algún tipo de enfrentamiento o ruptura con la estrategia nacional. Uriarte, de hecho, durante su campaña para ser elegido secretario general, se comprometió a mantener «lealtad absoluta» hacia los planteamientos del equipo de Pablo Iglesias y a no vulnerar los principios ideológicos de los fundadores del partido.
El calendario electoral que se cierne sobre el país en los próximos meses ha sacado a la luz todos los temores que acechan a Podemos. El partido de Iglesias sabe que controla su estructura nacional y la que trabaja en Madrid. Un control que se va haciendo más complicado a medida que esos niveles se van alejando del centro administrativo del país y se acercan más a lo local.
La falta de una tradición y de unos organismos internos de supervisión de la militancia hace que los promotores de esta formación vean con auténtico pánico el que se les puedan «colar» militantes de otros partidos con un pasado que perjudique su mensaje de renovación y en contra de la ‘casta’ que ha dirigido las instituciones en las últimas décadas. Unos dirigentes y partidos tradicionales a los que hacen responsables de la crisis que sigue sufriendo España.
La cuestión electoral no fue la única que se trató en el consejo ciudadano de ayer. Varios representantes mostraron su preocupación por el hecho de que las divergencias que se han suscitado esta semana entre las direcciones en el País Vasco y Madrid se hayan hecho públicas. Hicieron así un llamamiento a que los asuntos que se tratan dentro del consejo ciudadano trasciendan lo menos posible o, por lo menos, en el sentido y forma que la dirección vasca estime más oportuna para los intereses de la formación.