MANUEL ERICE, ABC – 30/05/15
· Pamplona es el primer test para unos partidos que exigían la regeneración y ahora apoyan a Bildu.
El 6 de mayo de 1998, cuando salía de su casa para ir a trabajar, que es lo que más y mejor sabía hacer como sindicalista comprometido con los más débiles, el concejal Tomás Caballero Pastor fue asesinado a tiros por varios etarras encapuchados. El crimen sacó a la calle de manera espontánea a una marea de pamploneses, que despidió con aplausos su féretro por las principales calles de la ciudad en una manifestación de repulsa entonces sin precedentes, sólo comparable a la que provocaría más tarde el vil asesinato de otro edil, el de Ermua, Miguel Ángel Blanco.
La memoria humana es tan frágil, que 17 años después, sin que los sucesores de las marcas proetarras hayan condenado a ETA –ni en concreto su cobarde fechoría en la persona del concejal regionalista–, el cabeza de lista de Bildu va a convertirse en el primer alcalde nacionalista de la historia de la capital navarra. Eso si Izquierda Unida, Geroa Bai (coalición en la que está el PNV) y Podemos mantienen su idea de apoyarle, sólo para echar del poder al partido más votado, Unión del Pueblo Navarro (UPN), que dobla en concejales a Bildu (10 a 5). Ironía política en grado sumo, ahora que se plantea el debate sobre la lista más votada.
Por si fuera poco, en una especie de broma macabra, el proetarra que aspira a ser alcalde, Joseba Asirón, firmante de un manifiesto contra ETA precisamente después del asesinato de Caballero, se desdice hoy de aquella firma y, en una infame pirueta que sitúa su catadura moral muy por debajo de su memoria, asegura ahora que no recuerda haberlo suscrito.
La aritmética legitima políticamente para sumar mayorías, pero no lleva aparejada por sí sola la legitimidad moral, esa que nos recuerda cada día si somos coherentes en nuestros actos. Pablo Iglesias, que forzó un escrito de Podemos en el País Vasco para no pactar con Bildu; Cayo Lara, que apela a la ética en todos sus mítines, e Íñigo Urkullu, que en el País Vasco no quiere saber nada de pactos con proetarras, tienen en Pamplona su prueba de fuego. ¿O es que votar por un alcalde de Bildu no es corrupción?