- Podemos pierde una de sus musas, Hebe de Bonafini, defensora del yihadismo criminal y el terrorismo etarra. Siempre les quedará Madame K, la mayor ratera del subcontinente
No le concedieron el Nobel de la Paz. Hebe de Bonafini (93 años, se llamaba Pastor pero siempre usó el apellido de su marido), fallecida este domingo, no alcanzó a cumplir su sueño. En su lugar se lo entregaron a Pérez Esquivel, un activista minúsculo, un predicador blandengue, al estilo de aquel Xirinacs que pasó una temporadita del franquismo frente a la Modelo de Barcelona, a pie firme, por ver si soltaban a algún reo político. No tuvo mucho éxito.
El currículum combativo de Esquivel fue escueto. Unos meses entre rejas y a casa. Le galardonaron luego con el Nobel, intentó una mediación sicalíptica con ETA cuando el ministro Belloch y ahora recibe en su casa bonaerense a malvivientes de todo el universo. Hace un par de días, por ejemplo, a Oriol Junqueras, de paseo por el Cono Sur.
Los hijos de Bonafini no vieron la luz. Secuestrados y torturados durante la dictadura por su pertenencia a un grupo extremista, jamás se volvió a saber de ellos. Hebe, junto a otras madres de desaparecidos, se manifestaba frente a la Casa Rosada, sede de la presidencia de la República, en reclamo de la libertad de sus hijos. Eras los tiempos duros del sangriento régimen de los entorchados. Iban tocadas con un pañuelo blanco y pasaron a la historia como las madres de la Plaza de Mayo. Un colectivo heroico que recibió reconocimientos y parabienes en todo el mundo. Ellas bailan solas, les cantó Sting. Bonafini era su estandarte, su líder, su guía. Hasta que derivó en agitadora política y derivó en feroz instrumento al servicio de Néstor Kirchner y su esposa, dos de los mayores cuatreros del Hemisferio.
La líder de las Madres siempre vivió del dinero público que le prodigaba la mafia K, que gobierna el país desde hace 20 años
Bonafini se convirtió en la vocera mayor de Cristina Fernández de Kirchner, dos veces presidenta, ahora vicepresidenta y a la espera de volver al trono en cuanto la Justicia se lo permita. Madame K. tiene varias causas pendientes, todas ellas por afanar bienes públicos. Se le adjudica una fortuna de más de 3.000 millones de dólares fuera del país. El brasileño Lula, a su lado, es un pilluelo aficionado.
La líder de las Madres siempre vivió del dinero público que le prodigaba la mafia K, que gobierna el país desde hace 20 años con la insípida excepción del cuatrienio del liberal Mauricio Macri. Traspasó las lindes del delito con el caso ‘Sueños compartidos’, una gigantesca estafa de viviendas populares en la que se esfumaron 200 millones de dólares y que la llevó a los tribunales. Días antes de su fallecimiento, se había reactivado la causa, extrañamente dormida desde la vuelta del peronismo al poder.
Convertida en una agitadora profesional al servicio del kirchnerismo, doña Hebe radicalizó su verbo, desbordado de rencor, odio, venganza, violencia e ira, lo que provocó una escisión de las Madres y un alejamiento del sector más conservador y menos politizado. Sus declaraciones siempre llevaban marchamo de titular entre ruidoso y grosero, embadurnado de un revanchismo vitriólico. Así:
-«Me alegré mucho cuando escuché la noticia. Estaba en Cuba con mi hija. Por primera vez al monstruo le tocaron la barriga, al Estado más terrorista. Ahora les tocó a ellos.» (Sobre el atentado del 11-M)
-«Ojalá muchos se peguen un tiro como lo hizo Nissman» (el fiscal asesinado tres días antes de presentar en el Congreso su investigación sobre el vínculo de Cristina K. con el atentado a un centro judío en la capital argentina, casi un centenar de muertos)
-«Basta ya de ser democráticos para ser buenitos. Yo me cago en todos los buenos, yo no soy buena».
-«Nosotras deseamos que se queme vivo en el infierno. Es un h. de p. Es un cerdo. Aunque un sacerdote me dijo que el cerdo se come, y este Papa es incomible« (Sobre Juan Pablo II)
Y así sucesivamente. Clamaba en favor de ETA y denunciaba al «Estado terrorista español» (ya en tiempos democráticos) por tener presos a miembros de la banda.
El fiscal Strassera, ya un santo laico, se acercó a solicitarle que hiciera caso. Ella se lo entregó y se colocó otro luego. Y así, como en un juego infantil, durante el proceso mas importante de la historia del país
La película Argentina 1985, sobre el juicio al general Videla y los espadones del llamado ‘proceso’ (la dictadura argentina tenía el mismo enunciado que el golpe secesionista catalán) ha rescatado ahora uno de los episodios más señalados de su biografía. Entró en la sala de la audiencia con la cabeza cubierta con su pañuelo. Los uniformados allí estaban, alineados en el banquillo, silentes y severos. El tribunal le pidió que se lo quitara por ser un símbolo político, algo vedado en el recinto. No quiso. «Si los milicos llevan su gorra, yo llevo mi pañuelo», respondió. El fiscal Strassera, ya un santo laico, se acercó a solicitarle amablemente que obedeciera. Ella se se lo entregó y acto seguido se colocó otro que llevaba oculto en la falda, como si se tratara de un juego infantil que se desarrollaba durante el juicio más trascendental de la historia del país. Finalmente, Hebe y el resto de las madres abandonaron la sala tras escuchar los primeros párrafos de la sentencia en los que se declaraba inocente a alguno de los encausados.
«Quedó demostrado que aquí sólo se ha condenado al pañuelo», dijo al salir. Falso. Sobre los generalotes cayeron sentencias rotundas que iban desde la cadena perpetua a los miembros de las juntas hasta los cuatro años a los mandos inferiores. Años después, llegó un presidente peronista con enormes patillas y los indultó. El proceso argentino, una vez más, como el procés catalán. Recorridos paralelos.
Bonafini ha sido musa inspiradora de Podemos. Pablo Iglesias participó como mitinero en alguna de las movilizaciones de las damas del pañuelo. «Gracias a las Madres por su lucha compartida», declara con frecuencia. El peronismo forma parte del tronco ideológico del movimiento morado. Fascismo y comunismo, de la mano. Iglesias siempre ha reivindicado «las raíces peronistas de Podemos». Íñigo Errejón, el niño defenestrado, ejerció de núcleo irradiador en esta conjunción ideológica, fascinado por la prédica del filósofo Laclau, un marxista trasnochado de enorme influencia en la izquierda iberoamericana. Todos ellos mantienen excelentes relaciones con Madame K., a quien Irene Montero, algo contrariada en estas horas por el ruido de su ley ‘solo sí es sí’, fue a visitar días atrás en su casoplón del Barrio Norte bonaerense, .
Irene, Pablo, Íñigo, Ione, Monedero… han llorado la pérdida de la vieja dama indigna en un rosario de tuits desbordados de lágrimas tan caudalosas como el Río de la Plata. «Nos deja ejemplo de dignidad, militancia, memoria, lucha», rezaba el de la ministra de Igualdad.
Populismo peronista de raíz bolivariana instalado en el Gobierno de ambos países. Tanto en Argentina como en España se acosa al Poder Judicial, se amordaza a los medios, se retuerce al Legislativo y se persigue a la oposición. Uno está al borde del abismo económico. El otro le va a la zaga. Uno y otro comparten ahora sollozos por la señora que, luego de consagrarlo, ensució el pañuelo más digno de la historia.