Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Irene Montero lloró el otro día. También hemos visto llorar a Iglesias o a Colau. Analicemos esas lágrimas

El cocodrilo más grande es el Crocodylus porosus que alcanza 8,5 metros y pesa 1.700 kilitos de nada. A su lado, el que vive en el Nilo llamado Crocodylus niloticus es un alevín, porque solo alcanzan seis metros de largo y unos misérrimos 750 kilos. En política hay gente mantienen ciertas similitudes con esos animalitos, como por ejemplo las lágrimas. Ah, esas famosas lágrimas de cocodrilo que, según el acervo popular, vierten quienes simulan pena o aflicción cuando, en realidad, no experimentan nada parecido.

La perfidia de ese falso llanto se comprende mejor cuando la ciencia nos explica que las glándulas lagrimales de estos bichos se activan cuando salen del agua para matar a sus víctimas y, dado que se mueven en el agua, forzoso es que humedezcan sus ojitos sandungueros, permitiéndoles ver mejor dónde hincan sus mandíbulas.

Es lo mismo que hacen en Podemos. Lloran para enmascarar su mordisco sañudo y contumaz. Irene salió llorando el otro día del hemiciclo tras escuchar una puya que le dedicó una diputada de Vox, lo que la puso en todos sus estados. Y hala, ahí salió la violencia, el fascismo, la dictadura y toda la cabalgata retórica y falaz que emplean cuando de ocultar sus propios yerros se trata. Porque Irene pudo sentirse dolida cuando Carla Toscano le espetó que lo único que había estudiado en profundidad la ministra era a Pablo Iglesias.

Irene pudo sentirse dolida cuando Carla Toscano le espetó que lo único que había estudiado en profundidad la ministra era a Pablo Iglesias

Y pudo entender que eso era una intromisión en su vida privada. Pero recordemos las veces que han llamado ida a la presidenta Ayuso, cara polla al alcalde Almeida o lo que decía Pablo Iglesias de Ana Botella cuando era alcaldesa de Madrid. Que si estaba ahí por ser la mujer de Aznar, que no tenía preparación – es licenciada en Derecho y pertenece al Cuerpo Técnico de Administración Civil del Estado -, en fin, casi por ser el toro que mató a Manolete.