JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • La película del «reencuentro con Cataluña» empieza por el final con los indultos

Está próxima a constituirse una mesa de diálogo entre La Moncloa y la Generalitat. Dicen que para preparar el «reencuentro» con Cataluña. En los prolegómenos todo es evanescente e inmaterial. Excepto los indultos. Es una película que empieza por el final. La diferencia es que esta película está por rodar. Solo los planos de la salida de la prisión de los sediciosos están a punto para grabarse. Lo demás son eufemismos: magnanimidad, concordia, encaje, marco de convivencia. Una de las partes vive en su mundo de fantasía y sueña con la amnistía y el derecho de autodeterminación de los pueblos. Como si Cataluña fuera una colonia de España. Como si Cataluña encajase en la Resolución 1514, que es la biblia de la descolonización. Y como si los delitos de Junqueras y compañía no hubieran existido. Borrón y cuenta nueva porque estos cuarenta años no han sido de democracia, sino de neofranquismo.

De la otra parte, la que comanda Pedro Sánchez, no se conocen muchos detalles excepto que también sueña con resolver la pretensión secesionista del bloque independentista de Cataluña ignorando a la mitad de los catalanes y a más de la mitad de los españoles. Y también vive en su propia ficción plagada de eufemismos. Como si la película de los separatistas catalanes no se hubiera rodado ya una y mil veces a lo largo de los dos últimos siglos y con Sánchez debería empezar un nuevo filme. Pero con otros actores. Todo retórico y equivoco igual que en el cine. Un día se asegura que no habrá indultos hasta que no haya un acuerdo político. Y a la semana siguiente, que los indultos son lo primero como un gesto para que haya un acuerdo político. Que ese acuerdo no podrá desbordar las leyes. La cinta del «reencuentro con Cataluña» es difícil de creer y de seguir. Quizás porque a los espectadores se les oculta lo que ocurre en otra sala oscura. Ficción presentada como realidad.

Si Pedro Sánchez es capaz de ofrecer una versión inverosímil de su reunión cumbre del pasillo con Biden y convertir 49 segundos de paseo y monólogo en una cumbre sobre las relaciones bilaterales, Latinoamérica, el cambio climático, todo es posible con el tema de Cataluña. Si a la opinión pública que ha visto las imágenes del abochornante paseíllo es capaz de venderle que en realidad fue una reunión muy fructífera, qué película no será capaz de venderle a esa opinión pública sobre lo que se negocie en una mesa con los independentistas a puerta cerrada.

A la vista de lo que pueda pasar, igual no sería mala idea recuperar la figura aquella del relator-mediador internacional que levante acta de lo que se permute en esa mesa.