Política-sonajero

ABC 25/11/14
IGNACIO CAMACHO

· Wikipolítica: frases en vez de ideas. Retórica de la banalidad en una sociedad moral e intelectualmente desarticulada

PODEMOS es a la política lo que la Wikipedia a la Enciclopedia Británica: un sucedáneo masivo y superficial que trivializa los contenidos bajo la excusa de democratizarlos. Sus propuestas se basan en esquemas simples sobre problemas complejos, la esencia del populismo que ha encontrado en la brevedad jíbara de Twitter y el alboroto de las tertulias el vehículo de expresión perfecto. Un discurso que sustituye, como sostiene el historiador Santos Juliá, las ideas por frases y los argumentos por consignas de digestión fácil. Es política-sonajero, hueca y primaria como esos pregones de festejos que triunfan a base de halagar sin rubor las emociones. Su éxito consiste en haber aprovechado con enorme sentido de la oportunidad el vacío que la crisis ha abierto en una sociedad moral e intelectualmente desarticulada.

Esa retórica de la banalidad ha sorprendido a los viejos partidos abotargados por la corrupción y el colapso del sistema. No encuentran el antídoto porque son ellos los responsables de la enfermedad social tras varias décadas de fracaso educativo y de desestructuración civil. Su reacción oscila entre el desprecio suicida de un Rajoy y la tosca tentativa de imitación de un Pdr

Snchz dispuesto a diluirse en el ectoplasma de sí mismo. Los estrategas de Podemos, entrenados en la asesoría de la demagogia bolivariana, intuyeron tras el 15-M las posibilidades fértiles de aquella sacudida de maximalismo asambleario. La gente que lo pedía todo y ya, cansada del nada y el nunca, merecía encontrar el trampantojo de su utopía urgente y facilista. Y se lo han pintado a su medida, en los muros de la civilización del espectáculo, a brochazos de una mitología adanista que promete los cielos y la luna en un espejismo de debate ciudadano y democracia participativa. La wikipolítica.

Los programadores de Telecinco, al sustituir por el pequeño Nicolás a un Pablo Iglesias reticente a dejarse entrevistar tras sus últimos tropiezos, han cincelado la clave de este fenómeno de futilidad que está a punto de alzarse con el poder en una nación desistida. El joven impostor alcanzó con sus trolas la misma cuota de audiencia que Iglesias había sumado semanas atrás, en un arrollador referéndum catódico. Se convirtió en líder mundial del debate en las redes sociales, como antes lo había sido el perrito Excalibur. La noche televisiva del sábado desnudó con crudo verismo el paradigma posmoderno de la popularidad acrítica, la abolición del análisis colectivo a manos de la cultura del entretenimiento. En esa atmósfera deconstruida por el pensamiento débil ha crecido la propuesta radical de Podemos como una enredadera sobre los muros de la casa deshabitada por los antiguos ocupantes de la sociedad política. Pero los regímenes de opinión pública son soberanos, y en ellos hasta quienes se empeñan en buscar el autoengaño merecen tal vez el castigo de encontrarlo.