Ponencia encallada

XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 28/06/13

· La decisión de paralizar los trabajos de la ponencia parlamentaria de paz y convivencia a solicitud del PSE, en principio hasta el 13 de septiembre, pone al descubierto las dificultades que existen entre las formaciones políticas para asumir siquiera un mínimo compromiso sincero para intentar sacar el debate sobre la paz y la convivencia del ámbito del rifirrafe político. Antes de avanzar, permítanme una pequeña apostilla. Si para caracterizar este nuevo tiempo que vivimos desde hace año y medio necesariamente hay que utilizar el término ‘proceso’, creo que es más ajustado a la realidad hablar del proceso sobre el final definitivo de la violencia, en lugar de ‘proceso de paz’. Y en cambio sí hablaría de la necesidad de un pacto o un compromiso para la consolidación de la convivencia en paz y libertad.

Hecha la anotación y volviendo a la noticia, creo que si bien no estábamos ante una crónica anunciada, existían, sin embargo, indicios que apuntaban hacia un futuro incierto de esta ponencia. Este último fin de semana esos indicios adquirieron más cuerpo a la vista de las declaraciones que efectuaron en sus intervenciones respectivas Rodolfo Ares y Joseba Egibar. De las razones expuestas por Ares para proponer la paralización de la ponencia, la mayoría de ellas hacen alusión a circunstancias que ya existían o se conocían cuando el PSE acordó junto con el PNV y Bildu la constitución de la ponencia.

Desgraciadamente el mundo de la izquierda abertzale en su práctica política no ha hecho gestos de aceptación de los principios que integran el llamado suelo ético y democrático básico que da vida a esta ponencia. En alguna ocasión he escrito que la ruptura con lo que fue y representó la izquierda abertzale tradicional se dio con la presentación de los estatutos de Sortu para su legalización. Sin embargo, la práctica y el discurso de la izquierda abertzale sobre lo que representó la estrategia violenta no se corresponde aún con lo que establecen estas normas estatutarias. Sin embargo, no creo que sea la posición de la izquierda abertzale la razón fundamental que haya llevado al PSE a replantearse los trabajos de la ponencia.

A mi juicio, la causa real está en la presentación del Plan de Paz y Convivencia por el Gobierno vasco. Es un hecho nuevo que modifica el terreno de juego que se había establecido, donde tácitamente todos habían aceptado que la responsabilidad y el liderazgo en materias de paz y convivencia se depositaba en el Parlamento. Era una manera de dejar claro que en esta materia no servía ni era buena la dinámica Gobierno-oposición y que, por lo tanto implícitamente, se entendía que el Plan de Paz y Convivencia del Ejecutivo vasco tendría que ser la plasmación práctica del acuerdo básico a alcanzar previamente en la institución parlamentaria.

Los socialistas, que mantienen respecto a la propuesta del Gobierno muchas discrepancias, se han planteado la siguiente cuestión: ¿qué sentido tiene mantener en la ponencia parlamentaria unas expectativas de acuerdo sobre temas básicos, si no se consigue acordar con el Gobierno un Plan de Paz y Convivencia que recoja los principios básicos a los que debería responder el acuerdo parlamentario?

Creo que es una pregunta muy razonable, porque sería inexplicable desde todo punto de vista, que no hubiera acuerdo respecto al plan del Gobierno y, en cambio, se mantuviera viva una falsa expectativa sobre la eventualidad de un posible consenso en sede parlamentaria. Escribía hace unas semanas que uno de los riesgos que tenía el plan de paz del Ejecutivo vasco era el del solapamiento de funciones entre lo reservado al Parlamento y lo que en esta materia tiene que corresponder al Gobierno. Creo que el encallamiento de la ponencia es la expresión clara de la materialización de ese riesgo.

El diálogo y la necesidad del consenso ya no se localizan en la ponencia, sino en las negociaciones de cada formación con el Gobierno en torno al plan de paz de éste. Me atrevo a aventurar que si no hay acuerdo en torno al plan con los socialistas, la ponencia parlamentaria podría pasar a mejor vida.

XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 28/06/13