ABC – 18/02/16 – ISABEL SAN SEBASTIÁN
· Es obligación de Rajoy, Sánchez y Rivera entenderse frente a la amenaza que representa Podemos.
Al margen de las lecturas interesadas que cada formación haya querido hacer de las elecciones celebradas hace ya dos meses, lo cierto es que el mensaje de los españoles fue inequívoco: «Señores políticos, pónganse ustedes de acuerdo». La ciudadanía emitió un veredicto de rechazo claro al poder de un solo partido al negarles a todos la mayoría absoluta por un amplio margen de escaños.
A partir de ahí, el PP invoca su victoria relativa para justificar el derecho innegociable de Rajoy a presidir el Gobierno, el PSOE se aferra a esa invención suya del «voto del cambio» para hacer lo propio con Sánchez, Podemos suma sus papeletas a las del puño y la rosa en el empeño de convertir a Iglesias en el verdadero factótum del Frente Popular que persigue, y únicamente Ciudadanos tiende puentes a ambos lados con el saludable propósito de armar una gran coalición capaz de proteger a España del separatismo y la extrema izquierda. A juzgar por las encuestas, el electorado premia esa actitud constructiva con un incremento en la intención de voto proporcional al descenso de populares y socialistas.
El PP ganó holgadamente, es verdad, lo que convierte en incomprensible la negativa de su candidato a dialogar con Rivera cuando el Rey le propuso intentar la investidura. De haberlo hecho, probablemente habría podido presentar junto al líder de Ciudadanos un programa reformista respaldado por 163 diputados, que habría obligado a los socialistas a retratarse votando «no» junto a podemitas e independentistas. Ahora los papeles se han invertido y es Sánchez quien parece a punto de lograr un acuerdo con los «naranjitos» que colocará a los populares en la tesitura de abstenerse o escorarse hacia un extremo votando lo mismo que el extremo opuesto.
El candidato socialista sabe que esa alianza no le bastará para alcanzar La Moncloa y negocia bajo cuerda con la formación morada, pero ya ha dejado en fuera de juego al PP, solo y aislado. Ha demostrado ser mejor estratega, aunque su posición siga siendo extremadamente débil al depender de un Iglesias crecido, que aumenta sus exigencias hasta cotas insultantes con el fin de rebajarlas en el momento y cuantía que considere oportunos. Él juega con ventaja. Los sondeos le dan margen para volver a las urnas. A Sánchez, en cambio, lo matan. De ahí esa condescendencia equivalente a un salivazo en la cara, ese desprecio altivo, esa humillación constante.
Lo malo de esta partida, en lo que a nosotros respecta, es que la apuesta es España. Una España empobrecida, amputada territorialmente, reducida a escombros en términos de libertades y garantías democráticas, si se impone total o parcialmente la propuesta totalitaria de Podemos e Iglesias alcanza esa vicepresidencia todopoderosa a la que aspira, o una España fortalecida, si PP, PSOE y Ciudadanos superan sus diferencias y pactan por el bien de todos. El peligro es demasiado real como para ignorarlo, demasiado grave como para supeditarlo a las ambiciones personales de unos u otros, demasiado irreparable como para que quienes pueden conjurarlo, que son Sánchez y Rajoy, eviten dirigirse la palabra.
Los españoles dijimos alto y claro a nuestros representantes políticos el pasado 20 de diciembre: «¡Pónganse ustedes de acuerdo!». Es su obligación acatar ese mandato aun a costa de sacrificar sus cabezas, si no encuentran otra fórmula. Váyanse a casa Rajoy y Sánchez, Sánchez y Rajoy, incapaces de entenderse, y encuentren sus respectivos partidos personas más adecuadas para hacer frente a este reto. España no merece menos.ABC – 18/02/16 – ISABEL SAN SEBASTIÁN