RAÚL DEL POZO,EL MUNDO
Pese a su opacidad analítica, el vocablo populista arrasa y es considerado un insulto. Llaman populistas a los sicarios del escrache, a los que detestan la democracia representativa –sean neonazis, manadas xenófobas o bronquistas de los CDR–. Los filósofos de guardia avisan: el siglo XXI es el del populismo, el de la peste contra Europa que ya ha contaminado a España, el prólogo del caudillismo demagógico que puede terminar en dictaduras de derechas, de izquierdas, de extremo centro o separatistas.
Los partidos constitucionalistas intentan quitarse los lamparones que les han dejado las ensaladas de los populistas. Albert Rivera, antes de pactar con Vox, prometió: «No iremos de la mano con los que van con Le Pen». Pedro Sánchez, minutos antes de formar Gobierno con Podemos y con los separatistas, dijo: «No pactamos con los populistas, ni antes ni ahora ni después». Pablo Casado afirma, después de formar Gobierno con Vox, que el PP es todo lo contrario al populismo, dando la razón a Borja Sémper, que había declarado: «Si el populismo reaccionario nos arrastra a los demás a las trincheras, yo no pinto nada en política».
Algunos intelectuales insisten en que el populismo enciende a las masas con técnicas del fascismo, sus líderes pretenden ser la voz del pueblo antes del recuento de votos. Ven pocas diferencias entre Mussolini y Salvini, con su «Roma, para los romanos». Bernard-Henri Lévy va a estrenar en marzo su espectáculo Looking for Europe, con la colaboración estelar de Boadella, y habló en Barcelona acompañado de Manuel Valls y Arcadi Espada. Afirmó que el populismo amenaza a Europa y a España y que hay peligro de balcanización en Cataluña. Comparó a Quim Torra con Mussolini y Milosevic por proponer la vía eslovena y bestializar, como los nazis, a los españoles.
El viejo PCE, atrapado en la bronca que refuerza la hegemonía errejoniana y el ascenso del pensamiento populista, prepara la operación Genovés para el 23 de marzo. «Vamos a convocar a todos aquellos artistas e intelectuales que dieron la talla frente al fascismo. No aceptaremos que haya que elegir entre neoliberalismo o populismo».
¿Es tan fiero el león populista como lo pintan? Va a ser el momento de recuperar a Nietzsche. Nadie tan antipopulista como él, a pesar de que le acusaran de ser inspirador del nazismo, del odio a las masas y de comparar la estupidez de la plebe con la moral del esclavo. En su parábola del cordero se burla de los corderitos buenos y las águilas malas. Las rapaces, mirando desde arriba, con sorna dirán: «Nosotras no estamos enfadadas en absoluto con esos buenos corderos, incluso los amamos: no hay nada más sabroso que un tierno cordero».