Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Desde el hembrismo y la izquierda, pasando por el separatismo, todos odian a Chanel. Se comprende

Nunca se había conocido una campaña tan cargada de odio, insultos e intentos de desprestigio en la candidatura española a Eurovisión. Que si el jurado hizo trampa, que si los temas de Rigoberta Bandini o Tanxugueiras eran mejores, que si el tema era machista, que si incitaba a la prostitución, que era una mala copia de Rosalía, en fin, litros y litros de bilis arrojada sobre una chica que iba a Turín a representar a su país y ganar el festival de mayor audiencia en todo el planeta.

¿Quiénes se mostraron ferozmente opuestos a Chanel? Todo el espectro podemita y sus comparsas mediáticos – Ignacio Escolar llegó a decir en frase lapidaria que nadie se acordaría del tema de Chanel mientras que el de Bandini sería recordado para siempre -;Gabriel Rufián, el político con más pinta de cantante de rancheras de toda España, dijo que la elección de la joven catalana había sido poco menos que un robo; podemitas que llevaron la elección al Congreso de los Diputados – investigar a menores abusadas en Baleares o Valencia, no, la canción de marras, sí, curiosa manera de ser feminista -; Irene Montero, que llegó a emplear el tema de la Bandini en uno de sus actos; el Boque Nacionalista Gallego; CCOO, que exigió de RTVE que dejase sin efecto el triunfo de la cantante, en fin, lo mejor de cada casa. Hay que señalar que muchos de estos no tuvieron la más mínima vergüenza, tras el éxito de la hispano cubana de Olesa de Montserrat, en publicar tuits felicitándola. Hace falta valor.

Y es que el frente popular 2.0 odia a Chanel. Ella representa todo lo que ellos jamás podrán ser. Chanel es una profesional de la música y de la danza, tiene un notable currículum profesional a sus espaldas a pesar de su juventud, viene de Cuba y no es comunista, vive en Cataluña y no es separatista, y, para más INRI, no reniega de España, al contrario, sale con nuestra bandera haciendo gala de ella. Por si fuera poco, queda en tercer lugar en un festival en el que estaba cantado que ganaría Ucrania, siendo la participante española que más votos ha obtenido en la historia, así como el mejor puesto en años y años. A Chanel la han alabado sus compañeros, la crítica, ha hecho que TVE obtenga una cuota de pantalla de más del cincuenta por ciento, ha hecho arder las redes sociales, ha triunfado en la franja de espectadores de los trece a los veinticinco años, en fin, ha triunfado por todo lo alto. Y lo ha hecho con clase, con categoría, sin necesidad de decir que está empoderada porque ella es el poder. Chanel representa a la mujer que sabe llegar porque se prepara, porque no tiene complejos, porque en lugar de pasarse el día con chochocharlas o pintándose el toto de azul se preocupa en emplearse duro en su profesión. Chanel es lo que jamás serán la que siguen el feísmo y el odio al hombre. Chanel ama a Cataluña y a España y no ve contradicción en eso. Chanel es un ejemplo para los jóvenes. Chanel es todo lo contrario a esa pandilla de amargadas y amargados, de envidiosos de lo bello, Chanel es alegría, pura luz, aire fresco. 

Otro mérito tiene, y no menor. Hacer que la harka que nos gobierna se dé cuenta de que una cosa son sus perturbaciones mentales y otra el país real, el de verdad, ese en el que ni todos los hombres somos malos ni todas las mujeres son buenas. Sin falsa trascendentalidad, sin lágrimas de cocodrilo, sin consigna alguna. Bravo por ti, Chanel.