EL CONFIDENCIAL 28/09/15
ANTONIO CASADO
· Junts Pel Sí tendrá que elegir entre una alianza con la CUP o la renuncia al sueño del Estado catalán a través de una negociación con el Gobierno central
En el intento de romper España, lo que ha conseguido Artur Mas es romper Cataluña. Partirla en dos mitades. La mitad soberanista con ventaja en escaños y la mitad unionista con ventaja en votos. La interpretación de ese cruce de datos tal vez no frene, sino todo lo contrario, el debate interminable sobre el desafío al Estado porque las cifras dan para la autosatisfacción de uno y otro bando. Mala noticia. De las peores que podían haber alumbrado las urnas del domingo.
La indiscutible victoria de los partidos nacionalistas en su conjunto, gracias al crecimiento de su ala más radical (CUP), no les da para proclamar la independencia (no superan el 50% de los votos) pero sí para formar gobierno, simplemente porque tienen la mayoría de escaños en el Parlament. Lo cual no quiere decir que renuncien a seguir, erre que erre, con su irresponsable plan de ruptura con España. Solos Mas y Junqueras (la suma de sus respectivos partidos ha perdido nueve escaños) o en compañía de la CUP.
Veamos: un gobierno monocolor de Junts Pel Sí, insisto, carece de apoyo para proseguir por sí solo el camino hacia una eventual independencia de Cataluña dentro de 18 meses. Así que Mas y Junqueras tendrán que optar entre amontonarse con la CUP o renunciar al sueño del Estado catalán mediante una negociación con el Gobierno central para mejorar el encaje de Cataluña en el Estado español.
Sería absurdo que, a la vista de los resultados, los independentistas persistan en su idea de reventar el Estado con menos respaldo del que tenían antes del 27-S. Pero no menos absurdo es que pretendan cargarse el Estatuto de Autonomía con menos escaños (72) de los que se necesitan para reformarlo (90), según sus propias reglas. No solo ha fracasado el intento de mejorar esos apoyos populares con las elecciones del 27-S sino que se ha instalado la semilla de la división entre los propios catalanes.
El análisis de los resultados, como meta volante de las elecciones generales, nos deja el fracaso del PP que es el éxito de Ciudadanos. Muy mala noticia para Rajoy
Habida cuenta que los dirigentes soberanistas se comprometieron a iniciar el proceso independentista si la suma de JPS y la CUP llegaba a la mayoría absoluta (la rebasa en cuatro escaños), no se puede descartar ese escenario de gobierno pero tampoco se puede anunciar. Es la principal incógnita que nos dejan los resultados de anoche, en relación con la cuestión plebiscitaria de fondo (la mayoría de los catalanes no quiere separarse de España). Depende de la CUP, que para empezar rechaza a Artur Mas como ‘president’.
Si se impone el sentido común y los dos principales caudillos del soberanismo, Mas y Junqueras, asumen que la causa de la Cataluña española ha superado en votos populares a la de los secesionistas, deberían ir pensando en formar un Gobierno nacionalista, cuya prioridad sea la negociación con el Gobierno central que mejore el autogobierno de Cataluña en el marco de la Constitución.
Esta esquina del análisis nos avisa de que el desenlace electoral de ayer se convertirá en un argumento más para que el nuevo Gobierno central que salga de las elecciones de diciembre también se imponga como prioridad una profunda reforma de la Constitución, dentro de la cual sea un capítulo importante un nuevo modelo de relación de Cataluña con el Estado.
Finalmente, el análisis de los resultados de ayer, como meta volante de las elecciones generales, nos deja el fracaso del PP que es el éxito de Ciudadanos. Muy mala noticia para Rajoy, que tendrá en Rivera un serio competidor en el mismo caladero de votos, mientrasPedro Sánchez se frota las manos y puede beneficiarse de esa pugna en el centro derecha a escala nacional.