Por tantos años vividos

EL MUNDO – 30/06/16 – VICTORIA PREGO

Victoria Prego
Victoria Prego

· En un momento en que la vida política española sigue abierta en canal esperando algún indicio que permita cerrar de manera estable seis meses de incertidumbre, publico mi último artículo en este periódico.

Termino así dieciséis años en los que he puesto mi pequeño esfuerzo a sumar junto a los de mis compañeros, un tiempo en el que he tenido el privilegio de vivir una de las etapas más gloriosas del periodismo cuyo futuro es hoy objeto de dudas, de sombrías profecías pero también de luminosas esperanzas.

Pero en estos dieciséis años he paladeado con auténtico placer el buen hacer del oficio. He asistido a miles de esas que llamamos Reuniones de Opinión, largos debates apasionados, vehementes, a voz en cuello a veces, en las que se discutía el enfoque que debía darse a los distintos editoriales del día, incluso a los temas que merecían un espacio en la página reina de todo periódico. Reuniones de las cuales cualquier observador ajeno a este oficio habría concluido que de allí no podría salir más que la enemistad eterna entre los contendientes.

Nada más incierto: en este periódico donde los periodistas hemos sido siempre libres en el sentido más amplio de la palabra, todos hemos podido defender hasta la extenuación nuestro criterio y oponerlo al del Director sin ser rehenes de nuestro atrevimiento. Al contrario, siempre se valoró y se premió con la consideración del jefe a los colegas decididos a defender sus opiniones alrededor de esa Mesa, hasta que se acercaba el momento del punto final. Y ese punto llegaba cuando el Director hacía saber que su decisión estaba tomada. A partir de ese instante cesaba la algarabía, se hacía el silencio y los responsables de la sección se afanaban en tomar notas mientras los demás «gallos de pelea» escuchaban.

La misma escena, o muy parecida, tenía lugar, día tras días durante todos estos años, a la hora de hacer la portada. Se discutía sobre el tema que había de ir «mandando», sobre el enfoque del titular y sobre si debía ir a toda página, a tres columnas o a dos «por abajo». Y sobre cada palabra. Al final, como cada mañana, la reunión de la tarde terminaba en silencio, sólo con el susurro de los bolígrafos acariciando las hojas de los cuadernos de anillas. Porque en EL MUNDO, hasta hace muy poco se trabajaba así, de manera casi artesanal, pero produciendo calidad. Calidad informativa. Era un espectáculo intensísimo e inolvidable.

Nada de lo que el periódico publicaba en su portada era, pues, producto de la casualidad sino el resultado final del trabajo meticuloso, dedicado, constante y apasionado del mejor equipo de redacción que yo he conocido en toda mi vida. Por eso puedo decir hoy, con auténtico regocijo, que he vivido y participado modestamente del periodismo en su estado más puro, más digno y más noble.

Al terminar mi paso por este periódico llevo conmigo una carga imborrable de aprendizaje, esfuerzo, audacia, vértigo, orgullo, autoestima y afecto que ya no me abandonará. Y llevo conmigo la cara y la memoria de todos mis compañeros, los que ya no están y lo que siguen aquí, con quienes me unirá hasta el final la pasión de tantos años compartidos. Muchísimas gracias.

EL MUNDO – 30/06/16 – VICTORIA PREGO