Victoria Prego, EL MUNDO 06/12/12
Ha sido presentar el ministro un borrador sobre mejora de la educación e incendiarse España. Desde la izquierda, desde los medios de comunicación que apoyan al PSOE, desde el Gobierno de Cataluña, desde el de Andalucía y desde los ámbitos de la educación en todos sus niveles, la pretensión del Ejecutivo de introducir cambios en la educación en España está recibiendo un aluvión de descalificaciones del más grueso calibre.
Retrógrada, acusa Pérez Rubalcaba. Provocación, clama Elena Valenciano. Wert pretende «dar gusto a la derecha más recalcitrante», remata la consejera vasca en funciones, la también socialista, Isabel Celáa.
Hay además unos cuantos eurodiputados catalanes, entre los cuales está Ramón Tremosa, de CiU, el mismo que acudió en amparo a la UE ante las «amenazas militares» de España contra Cataluña, que ayer pidieron socorro a la comisaria europea de Educación por lo que describen como «un ataque frontal contra la unidad civil del pueblo catalán». Es de esperar, en este caso, que la comisaria se lea el texto auténtico del borrador en lo que se refiere a la enseñanza de la lengua común y de la lengua propia. Y, si lo hace, es imposible que no se dé cuenta de la manipulación gigantesca que se está haciendo de una pretensión tan sumamente respetuosa con el catalán y tan moderada en sus pretensiones como la que se formula en el proyecto de reforma presentado ayer.
Los socialistas tienen otras razones para poner el grito en el cielo ante un mero borrador. Una de ellas, y no menor, es que el PSOE se opone a que el PP meta la mano en un sector que considera moral, histórica, intelectual e ideológicamente suyo.
Y eso por una razón: en todo lo que llevamos de democracia el centro derecha -la derecha, como dice la izquierda con intenciones descalificatorias- no ha hecho ninguna reforma educativa. Todas las leyes de educación que se han aplicado en España han sido obra del socialismo, con el resultado que conocemos. Ni siquiera en la legislatura de 2000, cuando el PP tuvo mayoría absoluta, pudo el gobierno de entonces sacar adelante una ley de educación. La de Pilar del Castillo,que llegó a estar publicada en el BOE, murió sin ser aplicada ni un sólo instante porque el gobierno de Zapatero la derogó a las 48 horas de tomar posesión. Fue una ley abortada.
La descalificación que se está haciendo estos días no puede, por tanto, basarse en hechos. No se puede demostrar. Es pura teoría. No sabemos si el nivel de la educación de nuestros niños y jóvenes mejoraría si se aplicaran los criterios que defiende el Gobierno.
Y, como no hay posibilidad de demostrarlo porque el modelo educativo del PP está inédito, ya se ha traído a colación a Franco, tan socorrido, para tumbar de un golpe cualquier pretensión de meterse en ese campo que, insisto, la izquierda considera de su exclusiva propiedad intelectual y, sobre todo, moral.
Lo que sí sabemos es que la educación en España necesita cambios con urgencia. Y, sin embargo, aún no ha asomado por parte del PSOE la voluntad de hablar con el ministro para mejorar lo que hay. Da la impresión de que van a intentar que el Gobierno desista. Pero esto es algo que no puede abandonarse. Y que pide pacto, además. Lo pide a gritos.
Victoria Prego, EL MUNDO 06/12/12