Por una Europa de los ciudadanos europeos

 

Manifiesto presentado por Fernando Savater en el Kursaal de San Sebastián en las jornadas sobre Los nacionalismos contra Europa

Europa es un mosaico de culturas, lenguas, religiones y formas de vida, agrupados en estados que no siempre han convivido pacíficamente. Su historia abunda en racismo, intolerancia, persecución de herejes y guerras de conquista. Las hogueras de la Santa Inquisición y Auschwitz son emblemas odiosos aunque imborrables de Europa. Pero también las primeras universidades, los parlamentos democráticos, la abolición de la esclavitud, los derechos humanos y la protección legal de las minorías.

Hoy los europeos compartimos la aventura de una unión supranacional que potencie no sólo nuestros intereses económicos sino también derechos y libertades transversales a las fronteras establecidas. Contra ella se alzan dos tipos de egoísmos nacionalistas: el de los estados vigentes, que se resisten a compartir áreas de su soberanía con los organismos internacionales, y el de ciertas comunidades étnicas que forman parte de ellos y pretenden separarse para refundar la unidad política en una homogeneidad cultural negada por el mestizaje histórico. Ambas tendencias amenazan con desvanecer el peso político mundial de la unidad europea en rencillas intestinas y agravios ancestrales.

Europa no puede ser ni excluyente ni exclusiva. Hemos señalado antes su carácter de mosaico, pero todas las piezas de un mosaico �por numerosas que sean- deben pretender representar un diseño básicamente unitario. La Europa del siglo XXI no puede ser una yuxtaposición hostil de fragmentos incompatibles sino una armonía legal de contrates. No debiera ser ante todo la comunidad de los estados europeos, ni de las regiones europeas ni de los pueblos europeos, sino la de los ciudadanos europeos, emancipadora para los que ya están y hospitalaria para los que van viniendo a ella. Hace más de medio siglo, Julien Benda habló de que en nuestro continente se enfrentan el instinto que separa y la inteligencia que une. En esta dialéctica secular, fecunda en ciertos aspectos, quisiéramos que prevaleciese finalmente la segunda.

Fernando Savater, San Sebastián, 15/2/2003