EL MUNDO – 05/12/14
· Sánchez telefoneó al presidente para pedirle iniciar las conversaciones y éste lo rechazó.
Rajoy rechazó la idea y lo hizo de un plumazo. El presidente del Gobierno lo tiene reflexionado desde hace muchos meses. En su opinión no es éste el momento adecuado para embarcar al país en una reforma de la Constitución porque –mantiene– la propuesta que el PSOE, su principal valedor, pone sobre la mesa, no tiene perfiles claros. «Se abre una puerta que no se sabe cómo se va a cerrar», argumentó el secretario general del Grupo Popular, José Antonio Bermúdez de Castro, para explicar la razón última de la negativa.
En la respuesta que el presidente dio al líder del PSOE, Pedro Sánchez, cuando éste le telefoneó ayer por la mañana para anticiparle su intención de registrar en el Congreso la propuesta formal de crear una subcomisión encargada de iniciar el diálogo tendente a la revisión de la Carta Magna, no hay elementos nuevos. Si acaso el reproche de que la idea haya sido lanzada oficialmente de manera «unilateral», cuando lo cierto es que los socialistas llevan meses intentando convencer al presidente de que éste sería el camino adecuado para solventar algunos de los déficit democráticos más importantes que demuestra tener el país. Y la respuesta hasta la fecha, con más o menos contundencia, siempre ha sido negativa.
Por lo demás, las razones que inciden en lo inapropiado del momento o en la escasa concreción de los cambios que se requieren son de sobra conocidas. En este terreno entre Rajoy y Sánchez –y antes con Rubalcaba– existe una profunda incomprensión.
El PSOE parte de la idea de que lo prioritario es conformar una mesa de diálogo –una subcomisión en el Congreso– para definir los perfiles de lo que se pretende cambiar –«abramos el debate, sólo pedimos que se abra el debate», insistió ayer Pedro Sánchez–, en tanto que en el Gobierno interpretan que accediendo a constituir dicho foro se consagrarían de manera inmediata algunos de los principios que pretenden establecer los socialistas, especialmente el del modelo federal del Estado.
En cualquier caso, y al margen de los contenidos, el presidente cree que en esta legislatura la única prioridad debe ser la económica y nada debe distraer de este objetivo. La revisión de la Carta Magna implica un debate de tal calibre que inevitablemente haría perder el foco sobre lo que Rajoy considera esencial.
Por eso, desde el PP ayer se insistió en que el cambio de la Constitución «no forma parte de las principales preocupaciones de los españoles» y, además, se pidió al PSOE «no frivolizar» lanzando ideas genéricas que sólo sirven para los titulares de prensa.
El PSOE plantea tres retos para la reforma de la Carta Magna, derechos, transparencia y modelo de Estado. En el Gobierno mantienen vivo el convencimiento de que los socialistas en el fondo pretenden con esta idea solventar sus recurrentes roces internos con el PSC e incluso, llegado el caso, utilizar la reforma como medio para satisfacer, al menos en parte, las aspiraciones catalanistas.
El PSOE, en cambio, cree que Rajoy en los últimos meses ha llegado a plantearse la reforma de la Constitución pero finalmente la ha desechado por una cuestión de estrategia electoral. Fuentes socialistas apuntan a las diferencias internas surgidas en el PP tras el proceso de participación del 9-N –el referéndum ilegal de Artur Mas–, al asombro interno de que se realizara una votación, como la causa de la negativa total del presidente del Gobierno.
Sostienen que, a siete meses de las elecciones autonómicas y municipales, los populares no pueden hacer ni un solo guiño a la Generalitat porque supondría la rebelión de la mayoría de sus barones. «Han optado por el discurso españolista, evidenciado en la intervención de Rajoy en Barcelona, porque creen que conviene más a su estrategia electoral», aseguran.
Cataluña, consideran, es la razón capital para no aceptar que se abra el melón de un cambio en la Constitución porque en las filas del PP la posibilidad de una reforma para actualizar la Carta Magna no se considera descabellada. Para el PSOE, además de la convicción de que es necesaria y que supone la única salisa al conflicto catalán, implica también una oportunidad para abanderar una solicitud que también reivindican otras fuerzas a su izquierda como Podemos e IU.
EL MUNDO – 05/12/14