Santiago González-El Mundo
SER podemita es una cuestión de estilo. Son rasgos comunes: no responder a lo que se les pregunta, cambiar de conversación ante asuntos espinosos, el uso de metáforas majaderas, un suponer «los mayordomos de los poderosos» y la repetición dos o tres veces del mismo argumento cuando se está en el uso de la palabra.
Sin embargo, el hecho diferencial es la reivindicación de una medida diferente para ellos y para el resto. Monedero, que desconoce el interés compuesto, denuncia financiaciones ajenas mientras dice que le pagaron 400.000 euros por el diseño de una moneda para los países del ALBA; el niño Errejón quiere regenerar la Universidad desde su ‘beca black’ y Echeminga se empeña en moralizar las relaciones laborales tras pagar en negro a su asistente. Un paso atrás ni para tomar impulso.
Todos coinciden en señalar el insoportable acoso a la pareja Iglesias-Montero como la razón para la compra del Camelot de Galapagar. Así lo han dicho Noelia Vera, Pablo Echenique, Monedero, Verstrynge y otros. ¿Pruebas? La publicación de la ecografía ‘robada’ a Irene Montero.
La versión es falsa, naturalmente, pese a los rebuznos de Oscar, Custer y Lobamadre denunciando el asalto a la intimidad de Irene y el robo de la ecografía. Custer apuntaba a la complicidad de los médicos. La realidad, en los trinos de Merce y María: en todos los hospitales las ecografías las dan metidas en un sobre. Hablaré por mí. A lo largo de mi vida, me han hecho cuatro ecografías, media docena de radiografías y un par de resonancias, que recuerde. Alguna vez se las enviaban a mi médico de cabecera. Las demás, me entregaron la placa en un sobre de color beige.
Fue Irene la que sacó la ecografía al salir del Ramón y Cajal porque son de natural exhibicionistas. Irene redactó el manifiesto más cursi de nuestra historia para anunciar lo que no le había pasado a ninguna otra diputada: su preñez. Pablo anunció que habían sorteado el orden de los apellidos de los mellizos y contó que pensaba dormirlos recitándoles poemas de Goytisolo, con lo efectivo que sería leerles los ‘Grundisse’. Por mucho ruido que hagan, fue un posado, no un robado.