Posturas estériles

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

El tema del Salario Mínimo es uno de esos debates en los que resulta muy difícil mediar. No cabe duda de que 1.000 euros al mes no es una cifra disparatada en absoluto, cuando los precios de la cesta de la compra se han desbocado y los tipos de interés laminan el dinero disponible. Por otra parte, las subidas indiscriminadas, ajenas al entorno, al coste de la vida en él y al sector en el que se desarrolla el trabajo conducen con facilidad al error y a causar efectos indirectos indeseados. 1.000 euros es una cantidad distinta en Cáceres, por decir algo, que en Vitoria. Y lo es en la agricultura de secano que en el sector aeroespacial. Cuando nos empeñamos en el café para todos a muchos les resulta indiferente, porque cobran más dinero y a otros les afecta negativamente porque les conduce al paro o a la economía sumergida.

Y luego están las formas. El Gobierno tiene un curioso criterio de selección a la hora de buscar apoyos. En este caso no se siente obligado a pactar la medida con quienes deben asumirla, que son los empresarios que lo pagan y prefiere hacerlo con quienes se benefician de ella, que son los sindicatos que representan a quienes lo cobran. Enviarle a la CEOE una comunicación por escrito es un desaire gratuito que se suma al anterior de pactar -¡con Bildu!-, las condiciones de aplicación de los ERE.

¿Es Bildu el mejor interlocutor para pactar un ERE en Andalucía o en Guadalajara? No parece. Más bien es una chulada innecesaria, un alarde de poder. Luego claro, la patronal herida responde con la misma medicina y manda sus propuestas también por escrito, negándose a sentarse a la mesa de diálogo. Vivimos tiempos difíciles cuya salida será difícil si no nos concitamos en una actuación conjunta e imposible si seguimos con estos lamentables enfrentamientos estériles, cuando no perjudiciales.

Además, el SMI no se puede analizar en solitario y en abstracto. Hay toda una batería de medidas, como las subidas de las cotizaciones, los nuevos impuestos, la reducción de jornada, etc… que deben ser contempladas en su conjunto porque al final, su balance influye en la creación de empleo.

Preocuparse por los salarios es una actitud muy lógica y necesaria, pero preocuparse por el empleo es algo vital. Hablar de salarios sin hablar de contraprestaciones, de formación y de productividades podrá ser un alivio en el corto plazo, pero puede derivar en un grave problema en el próximo futuro. Ojalá no erremos el tiro…