TONIA ETXARRI-EL CORREO

Van a contrarreloj en su transición pactada. Pero cunde la sensación en el PP que están perdiendo un tiempo precioso. Deben solemnizar la entronización de Núñez Feijóo como presidente dentro de un mes y están persuadidos de que le están regalando una baza a sus adversarios electorales. Temerosos, aún, de que se puedan encontrar en este recorrido con algún obstáculo, ven que la celeridad de los acontecimientos políticos corre en su contra mientras no tengan cubierto ese hueco en la dirección que ahora mismo exhiben con pudor.

El tiempo apremia a los populares ¿Qué puede ocurrir hasta que celebren su congreso extraordinario en abril? A Núñez Feijóo le queda tanto por hacer en cuanto tome el mando que muchos dirigentes populares aprobarían que empezase ya a ensayar su liderazgo sin escurrir el bulto tras la interinidad de un Casado que no termina de irse. Dentro de un mes será elegido por aclamación. Como mal menor. No levanta pasiones pero Feijóo es ‘el apaciguador’ que ha demostrado en su dilatada carrera una solvencia que le ha dado cuatro mayorías absolutas en las urnas en Galicia. Y el PP, que se está desangrando en las encuestas en intención de voto, necesita escenificar cuanto antes una dirección clara con rumbo inequívoco, sin bandazos ni ciabogas que puedan ahuyentar a un electorado tentado de depositar su voto en Vox.

¿Cómo captar votos de centro derecha ahora que Ciudadanos ha dejado un vacío por cubrir? Puede conseguirlo Feijóo pero, ¿cómo ensanchar el espacio hacia la derecha mientras el partido de Abascal siga fortaleciéndose? ¿Qué línea vota el votante del PP: la de Casado, Feijóo o la de Ayuso? ¿Cómo presentar un proyecto que sume más votos que la izquierda y el nacionalismo juntos? Es un reto de caza mayor. Todavía queda tiempo para las elecciones legislativas pero deberá salvar otros obstáculos previos. El más apremiante: la gobernabilidad de Castilla y León. Feijóo ha sido un entusiasta defensor de la autonomía para los barones. Hasta el punto que defendió a Díaz Ayuso en su aspiración a presidir el partido en Madrid. Pero su compañero Mañueco necesita el apoyo de Vox para garantizarse un Gobierno estable. El pacto probablemente se cerrará antes de que Feijóo sea aclamado en el congreso extraordinario, pero el presidente gallego siempre se ha mostrado contrario a pactar con Vox. Esa será su primera prueba del algodón que medirá su capacidad de adaptación, o no, para hacer de la necesidad, virtud.

Nadie duda de que Feijóo dirigirá el partido de otra manera. Descentralizando el poder omnímodo que ostentó Teodoro García Egea y sin plantear una batalla ideológica, como reclamaba la depuesta Cayetana Álvarez de Toledo. Durante la pandemia fue crítico con la gestión de Díaz Ayuso. Con él se rebajarán los decibelios de la oposición. En el PSOE se temen que pueda llegar a ser un adversario electoral al que no pueden menospreciar. Pero ¿es suficiente para crear una alternativa constitucionalista al socialismo?

Tendrá muchos frentes que atender. Nuestra irrelevancia en política exterior desde que el Gobierno español está integrado por la izquierda extrema y sostenido por secesionistas antieuropeos como ERC y Bildu necesita ser compensada por ideas claras frente al rebrote del estalinismo y el populismo, como se está viendo con la invasión rusa en Ucrania.

Feijóo necesita rodearse de un equipo fuerte. No es el momento de Díaz Ayuso. Pero si sabe crear equipo debería tener cerca a la única líder popular que ha sido capaz de arrancar votos a la extrema derecha.