Pablo Pombo-El Confidencial
- En el centroderecha, el movimiento de la vicealcaldesa de la capital reconfigura los posibles escenarios electorales y tendrá seguramente derivadas a escala nacional
Falta para las urnas, pero ya están pasando en Madrid cosas bien interesantes a ambos lados del espectro político. En el centroderecha, el movimiento de Begoña Villacís reconfigura los posibles escenarios electorales y tendrá seguramente derivadas a escala nacional. En la izquierda, Más Madrid viene agitando el avispero con acierto.
Consecuencias: el PP gana enteros, mientras el socialismo madrileño, que de saque tiene más probabilidades de hacerse con la segunda posición, parece empeñado en hacer del suicidio su tradición.
Lo de Villacís tiene que haber caído como un obús en la sede de Ciudadanos. Ella es, de cara a mayo, el principal activo electoral de los naranjas. Sin embargo, su petición de libertad para decidir si concurre en coalición con el PP contiene un par de potentes cargas de profundidad.
El movimiento se produce muy poco después del proceso de «refundación». De cara al gran público, el intento de resetear a la organización para rescatarla del abismo se cerró con una competición dura entre dirigentes que eclipsó la actualización ideológica del proyecto. Y, de puertas para adentro, como ocurre cuando las competiciones internas son duras, han quedado heridas abiertas que solo el tiempo y la generosidad compartida podrían ayudar a cerrar.
En esa situación tan delicada, costará evitar a los votantes y a los militantes de Ciudadanos, la impresión de que la vicealcaldesa de Madrid ha dado al proceso de refundación por fallido y al partido, tal y como existe hoy, amortizado. Sucede, además, que sus declaraciones no están formuladas en primera persona del singular. Hay un plural. Y no hace falta ser Sherlock Holmes para identificar el riesgo de que las listas madrileñas puedan vaciarse como se escapa el agua entre las manos… «Hablo con muchos compañeros, unos entienden que la mejor manera de defender el espacio liberal es hacerlo con nuestras siglas. Y otros, que es mejor crear una plataforma».
¿Cuántos son los «otros»? ¿Saben en la calle Génova cuántos son esos “otros”? Se verá durante los próximos días y semanas. La evidencia, de momento, es que nadie ha dejado huellas. Las operaciones profesionales no dejan rastro. Si están bien ejecutadas son indetectables.
Las opciones de que Almeida siga con el bastón de mando madrileño ya eran muchas, casi todas en realidad. Lo eran a pesar de los intentos para transmitir a la opinión pública la impresión de que «hay partido». (Pista: cuando escuchen a un dirigente político decir que «hay partido», den por hecho que la partida está acabada).
En cualquier caso, termine como termine el melón abierto por Villacís, lo cierto es que el PP está ahora todavía más cerca que antes de conservar la capital de España. Preguntarse si puede haber algo de transferencia naranja hacia los socialistas es, como poco, un ejercicio de ingenuidad. Mi cálculo provisional, intuitivo, es de dos tercios al azul, repartiendo el otro tercio entre el verde y la abstención. Es aconsejable tenerlo en cuenta de cara a las generales, puede que Madrid sea el principio de algo más.
Pero quedémonos en la región. Sobre el papel, Ayuso lo tiene más difícil en el próximo mayo que en el anterior. Se dan también las condiciones necesarias para que los socialistas recuperen la segunda posición. ¿Por qué digo esto? Porque en las próximas elecciones habrá dos urnas y no una, porque hay muchos alcaldes socialistas que tienen un tirón electoral que conviene no infravalorar.
¿De cuántos alcaldes socialistas hablamos? Bastantes, pero basta con mencionar seis: Móstoles, Fuenlabrada, Alcorcón, Getafe, Leganés y Alcalá de Henares. Suman casi un millón de habitantes, suficiente para que hagamos cuentas. En las municipales de 2019 el Partido Socialista sumó unos 145.000 votos en esas seis ciudades. En las autonómicas madrileñas de 2022, en las mismas localidades, 110.000.
Solo en esos seis municipios, en esa diferencia de 35.000 sufragios que podrían recuperarse trabajando con criterio, se juega el PSOE la vida y tiene el PP una prioridad estratégica. El año pasado, Más Madrid superó en 4.000 votos al PSOE. No parece un imposible revertir la situación.
Pero Lobato aprieta y aprieta en su incomprensible maratón de cáscaras de plátano, mientras Reyes Maroto no comparece. No hay señales de vida inteligente en la precampaña de los socialistas madrileños y esa es una razón para la esperanza de Más Madrid, que lleva dos aciertos encadenados.
Más Madrid ha logrado configurarse como un producto autóctono, sin nadie por arriba. Tiene lo que no tienen los socialistas, la posibilidad abierta de desplegar un discurso y una política diferenciada a la del resto de la izquierda estatal. Lo hemos visto esta semana.
En la Complutense, los extremistas que se consideran de izquierdas le hicieron el favor a Ayuso de poder hacer lo que mejor sabe hacer: ser mártir y heroína al mismo tiempo. Y mientras los del PP bailaban la conga por el regalo recibido, fue Lobato y calcó el relato de la «provocación», esto es, volvió a dejar huérfana a toda la franja que rechaza la agresividad y prefiere moderación.
Los de Mónica García pensaron y buscaron la manera de ser más certeros: no regatearon en críticas a la lideresa, pero tampoco suscribieron el discurso del odio. Se quedaron en la gestión, podrían haber sido más transversales si hubieran sido un poco más listos, pero al menos ofrecieron el paraguas argumental al votante de centro-izquierda abandonado por Lobato.
El primer gol
Y, pocos días más tarde, marcaron en la capital el primer gol de toda la precampaña que se ha visto en nuestro país. Los carteles de Rita son un acierto en toda regla. Y lo son más allá de la estética. Han aplicado el principio de iniciativa y eso suele servir para puntuar. Más todavía cuando ha sido para emitir el primer mensaje en mucho tiempo de una izquierda positiva, sin ceño fruncido, aspiracional, cargada de voluntad política y con propuestas, muchas propuestas, bajo el brazo. De nuevo autóctonos, distintos al resto de partidos progresistas del país. Castizos sin ser viejunos, descaradamente madrileños.
Queda mucho, claro. Pero estos dos goles de Más Madrid demuestran que bajo esas siglas hay equipos y una estrategia. No son malas candidatas, precisamente. Su principio es bueno. La victoria está fuera de su alcance, pero el segundo puesto del pódium no parece del todo decidido. Tendrán que arriesgar.