Ayer tuvimos una noticia excelente. El IPC adelantado del mes de abril baja de forma apreciable y se sitúa en el 8,4%, cuando venía de rozar los dos dígitos. Algo debía saber la vicepresidenta Nadia Calviño cuando auguró un dato positivo y aseguró que no se llegará a esos dos fatídicos dígitos. Lo primero es ya una evidencia, aunque sea solo un cálculo provisional, pero lo segundo no está tan claro. Es cierto que los precios de los carburantes se han moderado. También lo es que el tope impuesto al gas permitirá un cierto alivio del precio de la electricidad. Pero hay datos que enfrían el entusiasmo. El primero es que la inflación subyacente, que es la que usted padece mayoritariamente en la cesta de la compra, sigue su escalada y va ya por el 4,4%, que es la cota máxima alcanzada desde que utilizamos el euro. Por eso le aconsejo que se olvide de esa fea costumbre, tan de persona mayor, que consiste en comparar precios en pesetas y en euros. No sirve para nada porque la peseta no tiene inflación y no se puede utilizar como elemento de comparación.
Y luego es obligado recordar dos cosas. Los precios de la energía darán más sustos en función de cómo se desarrolle la invasión de Ucrania y como evolucionen los mercados internacionales, a los que no ha retornado la calma y no la espere en varios meses. Observe los futuros. Por el contrario, es una lástima que el Gobierno, como hace siempre, se haya concentrado en paliar los efectos del problema al dedicarse a subvencionar precios en lugar de ocuparse en atajar sus causas, que son la excesiva dependencia del exterior y el elevado coste de la generación eléctrica, tras haber desdeñado los recursos propios del gas y cerrado las centrales nucleares.
Junto al buen dato de inflación tuvimos el mal dato de empleo. Creímos que la cosa iba bien en el mercado laboral, pero la EPA del primer trimestre nos habla de 100.200 empleos destruidos y de 70.900 parados más. Y eso que los efectos de la invasión, con sus distorsiones en los suministros y el consiguiente aumento de la incertidumbre se verán más tarde, en el trimestre actual.
Hay un nuevo nubarrón en el horizonte, que es la situación de la pandemia en China. Con 200 millones de personas afectadas por un confinamiento especialmente severo y los puertos chinos trabajando por debajo de la mitad de su capacidad, la actividad mundial se verá afectada y se sumará a la inducida por la invasión. Conclusión, momento delicado.