Sánchez es el mayor experto en jamás responder una pregunta. Huye de la prensa y de los informadores. Su portavoz gubernamental ha aprendido la lección. He aquí el camino que aconseja el peronismo patagónico para lidiar con los medios
Alberto Fernández, presidente de la República Argentina, emitió este fin de semana un tuit de solidad con su compañero peronista Pablo Iglesias: «Las noticias falsas difundidas por cierto periodismo para difamar, desanimar o perseguir dirigentes políticos, hieren profundamente la democracia». El líder de Podemos anda ahora enredado en una espesa polémica por filtraciones emanadas desde la covachuela del ruidoso comisario y con el comunicador estrella de la izquierda como protagonista del quilombo. Hay otros invitados especiales en este apasionante enredo que, comentan quienes saben, irán saliendo a escena poco a poco, entre sorpresas y conmociones.
Este Fernández porteño, al cabo, antiguo periodista, atraviesa su propio calvario mediático. De ahí su espontánea solidaridad con el líder morado.. Alguien se adentró en la memoria de su móvil (en todas partes cuecen Pegasus) y se hizo con su agenda personal que incluye una larga serie de visitas femeninas inadecuadas y a horas intempestivas en el ala este de la Casa Rosada, sede de la presidencia. Tal asunto ha provocado un enorme revuelo y considerable conmoción, dado que su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, la bruja de la película, lo va aireando en mítines y proclamas sin la menor prudencia. Cristina K, que ya fue presidenta, quiere volver a serlo, y para ello ha de pasar por encima del actual titular a quien, curiosamente, fue ella misma quien le puso en el cargo. El laberinto austral, los líos de la Pampa.
Cuando Isabel Rodríguez, inhábil portavoz del Gobierno sanchista, comparece cada martes ante los informadores, se adentra en un infierno que cree no merecer. Apenas acierta a hilvanar un respuesta sensata o una explicación razonable. Si, por ejemplo, le inquieren por el espionaje al móvil del presidente o por los oscuros manejos de Marruecos, despliega una farragosa letanía de frases inconexas y explicaciones absurdas que terminan arrojándola al borde del ridículo. Y ahí llega la cuestión. En Argentina, país dado al chamullo, el verso y la milonga, acaban de habilitar una vía expedita para evitarle este tipo de contratiempos mediáticos al personero en el poder. Gabriela Cerruti, la vocero presidencial de Fernández, la Isabel Rodríguez de allá (sin categoría ministerial), muy dada a maltratar a los medios y a despreciar a los periodistas incómodos, ha colgado en twitter un curioso manual de ayuda para surfear sin problemas el oleaje intempestivo de la prensa. El opúsculo en cuestión se titula: «Preguntas que no deberían hacerse; respuestas que no deberíamos tener que dar«. Así de fácil. En el interior del folleto se incluyen los asuntos incómodos sobre los que tan sólo se emitirá una respuesta: No comment. Es decir, mejor ni lo preguntes, boludo!.
Puestos a aprovechar este ingenioso hallazgo y a traducir el esquema de juego argentino a nuestra árida meseta, en aras de facilitarle la labor a la atribulada Isabel de nuestros pecados, cada día más angustiada, hay ya algunos voluntarios en Moncloa que se aprestan a elaborar un listado de todas esas incómodas cuestiones que sólo merecen el silencio por respuesta. He aquí un apunte del frondoso muestrario en cuestión.
– ¿Cuanto dinero lleva gastado en Falcon el presidente y sus ministros en viajes ajenos a la agenda oficial?
– ¿Le ha prometido a Bildu un referendum de autodeterminación a cambio de su férreo respaldo parlamentario?
– ¿Le ha prometido también a Aragonès un referéndum de autodeterminación a cambio de su apoyo parlamentario? ¿Qué hará con Puigdemont en caso Bélgica lo entregue a España?
– ¿Dónde están los contratos de compra de mascarillas ocultos suscritos por Salvador Illa cuando oficiaba de ministro de Sanidad, cuyo montante, nombre del proveedor y calidad del producto se mantienen en un ofensivo secreto?
– ¿Qué sacó a cambio del volantazo sobre el Sahara? ¿Fue presión de Washington o chantaje de Rabat?
– ¿Quién redactó la carta, gramaticalmente ofensiva y sintácticamente abominable, que se envió al Gobierno marroquí para anunciar, en decisión inconcebible, que Madrid renunciaba al territorio saharaui?
– ¿Qué secretos oculta el móvil presidencial infectado por Pegasus? ¿Quién tiene los 2,6 GB extraídos de su memoria?
– ¿Guarda Mohamed VI alguna información secreta y escandalosa sobre Begoña Gómez, la esposa del presidente?
– ¿Se cesará a la ministra Teresa Ribera antes de que nos corte la luz y el gas?
– ¿Cuántas cabezas decapitará en la próxima crisis de Gobierno?
– ¿Volvería a nombrar vicepresidenta a Yolanda Díaz?
– ¿Cuantas mentiras exuda al día Nadia Calviño en sus intervenciones públicas?
– ¿Cuantos fondos está extrayendo el despacho Pepiño Blanco de los fondos europeos?
– ¿Cuantos fondos está acumulando Zapatero merced a sus mediaciones en Venezuela y otras dictaduras bolivarianas?
– ¿Por qué defenestró a Iván Redondo y abrió las puertas a los Migueles (Barroso y Contreras), los antiguos brujos visitadores de la Moncloa?
– ¿Es cierto que el ministro más detestado por el presidente es Marlaska y el más despreciado, Garzón?
– ¿El asalto a Indra es por la pasta o por el escrutinio electoral?
– ¿El odio a Ayuso es por razones políticas o por motivos personales?
– ¿Piensa el presidente que España es una nación? ¿Y que España y Euskadi son países en plano de igualdad?
– ¿Cuando se le confesará a los jubilados que no es posible equiparar las pensiones al IPC?
-¿Quienes son los ‘poderes ocultos’ que pretenden derribar al Ejecutivo mientras se fuman un puro?
– ¿A quien prefiere de sucesor, a García Page o a Núñez Feijóo?
– ¿Presidente, ¿por qué le odia tanto su sastre?
– ¿Aspira el presidente a ser secretario general de la OTAN?
– ¿Qué hará con el colchón cuando se vaya de la Moncloa?
– Y la pregunta final: ¿Cuántas elecciones legislativas deberá superar antes de proclamarse presidente de la República?
Este jefe de Gobierno no concede entrevistas más que a los medios orgánicos, no ofrece más ruedas de prensa que las obligadas en visita de un mandatario extranjero, no accede a los cariñosos canutazos, apenas se relaciona con los periodistas, sólo otorga off the record a un grupito de informadores afines y, lejos de resbalarle, le ofenden y molestan los comentarios de ciertos comunicadores audiovisuales. Muy en especial, uno de radio y otro de televisión. Con la fórmula peronista aquí expuesta para no responder a inquisidores molestos, la atribulada portavoza Rodríguez viviría casi tan pancha como su jefe. «¿Llegaron los periodistas? Que les echen de comer. Y que se vayan». No comment. Este es el concepto.