Premios

ABC 02/11/14
JON JUARISTI

· No resulta razonable responder a los retrocesos del sectarismo, por pequeños que sean, con arrogancia sectaria

EN 1998 se me concedió el Premio Nacional de Ensayo por El bucle melancólico, un libro acerca de la historia del nacionalismo vasco y de ETA publicado el año anterior. No gustó a los nacionalistas vascos, que difundieron la especie de que el mencionado premio me había sido directamente otorgado por el PP (de hecho, atribuyeron al PP todos los premios que recibió dicho libro, desde el Espasa de Ensayo hasta el Fastenrath de la Real Academia Española).

Los premios nacionales son concedidos por el Gobierno a propuesta de jurados de especialistas que representan a distintas instituciones (reales academias, asociaciones de críticos, institutos oficiales de las lenguas de las autonomías, etcétera). Se puede estar de acuerdo o no con que el Estado conceda premios, sean de cine, de literatura o de encuadernación, pero es evidente que los jurados de los mismos son entidades relativamente independientes de los partidos, tanto de los del Gobierno como de los de la oposición.

No me presenté al premio nacional de 1998 por la sencilla razón de que los autores no se presentan a tales premios. Son las academias, asociaciones e institutos los que proponen y seleccionan las obras sobre las que los jurados deliberarán. He formado parte de jurados de premios nacionales en diversas ocasiones y en ninguna de ellas, ya gobernara el PSOE o el PP, ha faltado en dichos jurados algún nacionalista vasco, catalán o gallego. La especie de que el PP decidió que el Premio Nacional de Ensayo de 1998 recayera en mi libro es sencillamente falsa. Los premios nacionales no funcionan así. Podrán ser más o menos justos o certeros, pero no son premios políticos, salvo cuando se excluye tácitamente del mismo a autores de determinadas ideologías políticas. Por lo que he podido observar, esto sucede con frecuencia en premios de administraciones autonómicas y locales, con gobiernos nacionalistas o no, pero rara vez en los premios nacionales: gobernando el PSOE o el PP, se ha premiado a autores nacionalistas. Nadie sostuvo en estos casos que los partidos gobernantes hubieran impuesto el fallo del jurado.

La pasada semana se concedió el Premio Euskadi 2014 de Ensayo (en castellano) a un libro mío de 2013, Espaciosa y triste. Escritos sobre España. Se trata de un premio que el Gobierno Vasco concede a propuesta de un jurado de especialistas cuyos miembros son ellos mismos ensayistas. No los conceptuaría como nacionalistas vascos. No habrían decidido premiar mi libro si lo fueran. De modo que se ha producido una situación simétrica a aquellas en que autores nacionalistas vascos han sido galardonados con premios nacionales.

Ignoro si el fallo del jurado a favor de mi libro ha hecho felices a los actuales miembros del Gobierno Vasco. Sospecho que no, pero me parece esperanzador que hayan asumido con deportividad que un jurado proponga que se me otorgue un premio Euskadi. Y por eso, porque este acontecimiento constituye un pequeño síntoma de normalización democrática, creo que debo aceptar el premio con gratitud expresa al Gobierno Vasco. Lo hice el miércoles pasado en San Sebastián al manifestar mi agradecimiento «al jurado y, obviamente, al Gobierno Vasco». Algún periodista entendió «al jurado, y no tanto al Gobierno Vasco». No dije tal cosa. Mis ideas acerca del nacionalismo vasco no han cambiado en nada. Pero sería absurdo reaccionar a un retroceso del sectarismo, por mínimo que sea, con chulería sectaria. Supongo que a los nacionalistas del Gobierno Vasco no les ha resultado fácil admitir que se me pueda conceder un premio Euskadi. No seré yo quien se lo ponga más difícil.