Presiones de fuera y de dentro complican a la izquierda abertzale

EL CORREO 21/04/13

El rechazo de Rajoy a dar pasos con ETA y los presos, la muerte de ‘Thierry’ y los procesos judiciales a sus líderes elevan la tensión en la izquierda abertzale

La izquierda abertzale atraviesa por su momento más complicado desde que en 2009 decidiera apostar por las vías exclusivamente pacíficas y políticas, abanderar la ponencia ‘Zutik Euskal Herria’ y ponerse a la vanguardia del movimiento independentista, por delante de la propia ETA. Una estrategia que les reportó sus mejores resultados electorales –se hicieron con los gobiernos, entre otros, de la Diputación de Gipuzkoa y de la mayoría de ayuntamientos de ese territorio, incluida San Sebastián, y se convirtieron en la segunda fuerza del Parlamento vasco– y que propició que una banda terrorista muy debilitada policialmente anunciase el «cese definitivo de la actividad armada» en octubre de 2011.

El viento a favor que durante los últimos cuatro años ha impulsado a la izquierda abertzale y que permitió la legalización, sucesivamente, de EH Bildu y de Sortu, comienza a amainar. Incluso a ponérsele de cara a la formación que preside Hasier Arraiz. «Es un momento complicado», reconoce una fuente del entorno abertzale. Las dificultades han ido aumentando de forma paulatina en los últimos meses. El principal «obstáculo» es la negativa del Gobierno de Mariano Rajoy a dar cualquier paso para abrir contactos con ETA o para modificar la situación de sus presos.

De este «bloqueo» por parte del Ejecutivo central, según la expresión de los dirigentes independentistas, surge el resto de complicaciones que golpean a Sortu. La lista incluye la situación de los presos y las presiones de sus familiares; la expulsión de Noruega de la cúpula etarra, lo que complica la interlocución con los mediadores internacionales; la apertura de pesquisas contra los representantes de la izquierda abertzale –Laura Mintegi, Pernando Barrena y Patxi Zabaleta están siendo investigados por la Fiscalía–; la amenaza de ilegalización lanzada desde el Gobierno; la tensión política con el resto de partidos, en especial con el PNV, que exigen a la izquierda abertzale que reconozca su responsabilidad en las décadas de violencia; la puesta en marcha del nuevo partido con unas estructuras y dinámicas diferenciadas al modelo de Batasuna; y el nerviosismo en un sector de la militancia abertzale, que demanda resultados más rápidos al cambio de estrategia. A todo ello se le añaden cuestiones del día a día como la gestión de las basuras en Gipuzkoa, que ha suscitado una importante contestación ciudadana en contra de Bildu.

Los principales responsables de la izquierda abertzale confiesan que el momento es «delicado» y sienten que les están llegando ‘golpes’ de todas partes. Del Gobierno, de la Fiscalía, de un sector minoritario de sus propias bases, del resto de partidos –«antes de Aiete nos ayudaban más», aseguran en referencia al PNV y PSE; «parece que no les gusta que nos vaya bien»–, e, incluso, de los medios de comunicación, que tanto escrutan su actuación en aquellas instituciones que gobiernan como demandan una revisión crítica del pasado.

Los dirigentes independentistas sostienen que no hay «ningún riesgo de involución» por su parte y que se mantienen «firmes» en el «camino» emprendido en 2009. Reconocen, en privado, que el objetivo es mantener unida a toda su militancia, lo que les origina no pocos problemas. Y destacan que la gran mayoría de las bases han interiorizado

los «nuevos tiempos». Ponen como ejemplo lo ocurrido el pasado viernes en el Boulevard de San Sebastián, cuando la Ertzaintza detuvo a seis condenados por formar parte de Segi. El arresto se produjo sin incidentes, a pesar de que cientos de jóvenes trataron de impedirlo bloqueando el paso de los agentes. De forma pacífica. Nada que ver con las imágenes de años atrás en las que Policía autónoma y los encapuchados protagonizaban en el mismo recinto auténticas batallas campales. Una «resistencia» no violenta que fue inmediatamente ensalzada por la izquierda abertzale, que calificó el episodio de «victoria política». «Es la evidencia –aseguraba un dirigente independentista horas después a este periódico– de que los modos también se corresponden con el nuevo tiempo».

La ausencia de kale borroka en los últimos años es, de hecho, una de las cuestiones de la que presume el movimiento independentista. Tras años en los que los colectivos radicales canalizaban sus protestas mediante la quema de contenedores y ataques a sucursales bancarias con ‘cócteles molotov’, la violencia callejera está prácticamente desaparecida. Sólo se ha reproducido en dos ocasiones: ayer, después del arresto de los condenados de Segi –con el corte incluso de una catenaria de tren en Álava–, y la pasada semana, tras el fallecimiento del dirigente etarra Xabier López Peña, ‘Thierry’, con incidentes en Getxo, Basauri y Lekeitio, aunque de una menor dimensión que en épocas anteriores ante cualquier detención.

La muerte del que fuera uno de los culpables de la ruptura del proceso de paz de 2006 ha añadido una mayor tensión interna al día a día de la izquierda abertzale. La situación de los reclusos y la presión que lleva a cabo su entorno familiar constituyen uno de los principales quebraderos de cabeza de la dirección de Sortu. Los allegados de los reos, sobre todo de aquellos que llevan encarcelados varias décadas, esperaban que con la desaparición del terrorismo la política penitenciaria cambiaría y favorecería tanto el acercamiento de los internos a Euskadi como su paulatina excarcelación. Algo que rechaza el Gobierno de Rajoy, que vincula cualquier modificación a que ETA anuncie previamente su disolución y entregue las armas.

Estrasburgo como «alivio»

El nuevo consejo nacional de la izquierda abertzale ya ha interiorizado que el PP no variará su posición, al menos esta legislatura, y que sólo una sentencia favorable del Tribunal Europeo de Derechos Humanos derogando la ‘doctrina Parot’ podría aliviar esa situación. Aunque tienen sus dudas de que el Ejecutivo central vaya a aplicar sin resistirse una resolución favorable a los presos.

Desde hace meses, uno de los principales temores para la izquierda abertzale era el fallecimiento en prisión de alguno de los doce presos de ETA enfermos que aún cumplen condena. En el último mes, junto al óbito de ‘Thierry’ se ha registrado también el de Angel Figueroa, con prisión atenuada. Ambas muertes han provocado una escalada en las declaraciones de los dirigentes de Sortu –Arraiz llegó a calificar a ‘Thierry’ de «uno de los nuestros» y aseguró que «cada cual llora a sus muertos como cree conveniente»– y episodios como el registrado en el aeropuerto de Sondika durante el recibimiento del féretro –se profirieron ‘goras’ a ETA– que recordaban a otras épocas. Según el resto de fuerzas políticas, una «evidencia» de que la izquierda abertzale «no ha cambiado» y mantiene las mismas «actitudes antidemocráticas».

Según los representantes de Sortu, se trata de gestos de «clara denuncia de la situación carcelaria» y que están siendo utilizados en su contra por el resto de formaciones. «No estamos dando pasos atrás. Estamos en la misma línea política», insisten fuentes abertzales. El temor, no obstante, es que se registre un nuevo fallecimiento, esta vez en una prisión española, lo que elevaría aún más la presión en las bases de Sortu.

Los dirigentes del movimiento independentista esperan, no obstante, que la «temperatura» baje en los próximos meses. Han interiorizado la teoría de que «todo» proceso de paz atraviesa por diferentes etapas que dibujan una especie de «dientes de sierra». Según ese esquema, hay momentos en los que el camino es cuesta abajo, por lo que el tránsito es ágil y rápido. Sin embargo, hay otros momentos en los que la pendiente se hace mucho más dura y los movimientos, mucho más lentos. «Nuestra voluntad es la de avanzar. Éramos conscientes de que el camino iba a ser duro. Tenemos una hoja de ruta y seguiremos adelante», confiesa un representante abertzale, que censura la actitud del Gobierno de Rajoy, al que acusa de estar «constantemente» poniendo «palos en las ruedas de un proceso de normalización política en Euskal Herria».

Sortu fía los siguientes pasos a conseguir un «mayor respaldo» en la sociedad vasca y al «apoyo internacional». Apuntan, en este sentido, al Foro Social celebrado en Pamplona y Bilbao antes de Semana Santa, donde se abordaron cuestiones como el desarme y la labor de los presos en procesos de paz de países extranjeros. Las conclusiones de aquellas reuniones deben hacerse públicas en los próximos días. En ciertos ámbitos políticos se especula, incluso, con que puedan ser respaldadas por el colectivo de reclusos y por la propia ETA. Un gesto que subrayaría la voluntad del movimiento independentista de cerrar por completo la etapa de la violencia.