Él era pied noir, un francés nacido en Argel, que dirigió el comando Argala, también llamado itinerante, constituido por Txomin Iturbe e integrado en su totalidad por franceses. El comando dependía de la cúpula de ETA y ningún otro miembro de la banda tenía conocimiento de su existencia. Junto a él se alineaban Jacques Esnal, su hermano Jean Parot y otros seis terroristas.
El comando itinerante desarrolló su actividad durante 12 años, desde 1978 en el que cometieron su primer atentado hasta el 4 de abril de 1990, en que Parot fue detenido en Sevilla con un coche cargado de explosivos. Este grupo fue el introductor en 1984 del coche-bomba en las prácticas del terrorismo vasco. Practicaron como especialidad el asesinato de militares, entre los que cabe destacar al general Ortín Gil, al teniente general Gómez Hortigüela, al general jefe de la Brunete, Lago Román, con el que saludaron la victoria electoral de Felipe González, el teniente general Quintana Lacaci, uno de los militares constitucionalistas que contribuyeron al fracaso del 23-F y el vicealmirante Colón de Carvajal. También cometieron el atentado contra la casa-cuartel de Zaragoza, once víctimas mortales, cinco de ellas niños.
Tiene 26 sentencias condenatorias por más de 30 asesinatos, a un total de 4.800 años de cárcel. Este tipo dio nombre a la doctrina Parot, establecida por el Tribunal Supremo en febrero de 2006, por la cual los beneficios penitenciarios no debían aplicarse al total de las penas, sino a cada una de ellas, individualizada, alargando así la prisión de los condenados. Como recordará el lector, y si no para eso estamos, la doctrina Parot fue tumbada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, gracias al juez español, Luis López Guerra, un tipo que había sido secretario de Estado con Zapatero y que siempre jugó contra España en el Tribunal de Estrasburgo.
Parot habría debido recuperar la libertad gracias a estas mañas de nuestros progresistas, si no fuera porque tras la detención en Francia de los jefes del aparato militar de ETA, Juan A. Olarra Guridi y Ainhoa Mugica Goñi, en 2002, se les ocupó una carta de Henri Parot, jefe del Frente de Makos, en la que daba ideas para la comisión de más atentados y planes para excarcelarlo mediante el secuestro de un helicóptero con piloto que lo rescatara del patio de la cárcel de Córdoba durante las horas de patio. La causa fue instruida en febrero de 2006, ¿se imaginan por quién? Pues por el mismo Grande Marlasca, ayer titular del Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional y hoy acercador de Parot desde Puerto III hasta León, sin permiso de la cárcel. La semana pasada acercó a Olarra y a Mugica, con la misma falta de permisos y de arrepentimiento. Mientras, los secuaces de Parot en el comando Argala, Jacques Esnal y Jean Parot, siguen en cárceles francesas, condenados a cadena perpetua, sin acercamientos ni beneficios.