Los socialistas consideraron el lunes que la charleta al alimón de Arkaitz y Arnaldo era un paso grande para ellos, pero pequeño para la democracia española. Siete horas más tarde, Otegi volvió a ser ‘el Gordo’, militante de ETA, gracias a su conjugación inclusiva del verbo ‘tener’: “tenemos a 200 en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los presupuestos, pues votaremos”.
Ayer, en la sesión de control, Casado preguntó por el tema al socio principal de Otegi. “No rotundo”, respondió Sánchez, o sea, que ya sabemos que sí. Si Sánchez no mintiese cada vez que habla, cabría un resquicio para la duda, pero ese es un supuesto improbable por dos razones: por falta de costumbre y porque en otro caso bastarían las palabras del ‘Gordo’ para romper el pacto que mantienen los herederos de ETA y los gorrinos. Si no lo hace estará dándole la razón, como vinieron a recordarle Casado y la bella Inés.
Ayer publicó una tribuna en estas páginas Jaime Mayor Oreja bajo un título pertinente: ‘La mentira sobre la verdad’. “No hay novedad”, concluía, “hay confirmación de que el proyecto al que hacemos frente se asienta, no solo en la mentira, sino en el desprecio brutal de la inteligencia de millones de españoles”. Así es, pero no descartaría yo que en esto no estuviesen acertados.
“¿A quién vamos a creer?”, preguntaba un buen periodista, aunque no en su mejor momento: “¿a una banda terrorista o a un gobierno democrático?” Yo, a quien me diga la verdad y Pedro Sánchez, insisto, no tiene costumbre. Un ministro y un terrorista pueden tenir excelentes razones para mentir o para decir la verdad, depende de lo que les convenga. ETA suele tener menos trabas: si su expresión de la discrepancia es el asesinato del adversario, no tiene razones para disimular ni fingir por el qué dirán.
Esto me ha hecho recordar la famosa ‘tregua-trampa’ con que Mayor calificó lo de Lizarra en el 98. Socialistas y peneuvistas se emplearon a modo contra él. Fue la propia ETA quien le dio la razón en ‘Gara’ el 30 de abril de 2001: “ETA entiende que Mayor Oreja sí efectuó una lectura correcta al acuñar el concepto de “tregua-trampa”. ¡Por supuesto! ¡Era un instrumento dirigido contra los gobiernos francés y español!” y, en la misma medida, “una trampa para la estrategia de sumisión a España que habían desarrollado hasta entonces PNV y EA”.
El caso es que Otegi compareció ante los suyos con su programa, presos a la calle. Sabe que no va a ser mañana, quizá en seis años, porque: “no tenemos ningún interés hoy en la caída de este Gobierno; la alternativa es un Gobierno de ultraderecha”. O sea, que hay que verse esta comparecencia de Otegi ante los suyos y luego compararla con la que hizo en Ayete el lunes pasado. Todo se va a enterar mucho más claro. La siempre sorprendente ministra de Hacienda, Mª Jesús Montero soltó un canutazo a la salida del pleno: “Yo con Bildu solo hablo de números”. Efectivamente: 198 presos, cuántos queréis que liberemos cada semana por vuestros cinco votos a nuestros presupuestos y en este plan. Idoia comprende a Otegi: habla de presos porque esa es la mochila que arrastra. Cuánto tuvo que sofrir esta mujer en aquella cena de Nochebuena.