KEPA AULESTIA-El Correo 

  • La mayoría absoluta que las encuestas pronostican para la continuidad del Gobierno PNV-PSE suena a poco para las facilidades que la dificultad extrema del coronavirus le ha brindado

La Covid-19 parece apuntalar a los partidos en el Gobierno frente a la alternativa que ofrecen las formaciones de oposición. Así lo indican las encuestas preelectorales ante el 12 de julio en Euskadi y Galicia. También lo señalan así en la política española. Mientras en Cataluña ERC y JxCat escenifican tal pulso al frente de la Generalitat, que los demás grupos parlamentarios se han quedado en nada. La crisis sanitaria y sus efectos han reforzado el Poder Ejecutivo, frente a un Legislativo que permaneció confinado durante las seis primeras semanas. En los casos vasco y gallego las cámaras habían sido disueltas con antelación. Y los catalanes llevaban tanto tiempo habituados a prescindir de su Parlamento, que la aprobación de unos Presupuestos autonómicos inservibles por la pandemia no lo han conseguido recuperar.

La reclusión ciudadana primero, y la movilidad restringida después han dado lugar a una situación propicia a la exclusividad gubernamental. Nadie más podía decidir, y las resoluciones de cada Ejecutivo tampoco requerían muchas explicaciones. Venían dadas por la emergencia y las indicaciones de los expertos. La necesidad de responder al instante a los primeros embates de la crisis justificaba, por otra parte, que los gobiernos no tuviesen ni tiempo ni ganas de poner en común sus deliberaciones con los otros grupos políticos o con los sectores concernidos por cada medida. Implantada la terminología bélica, cada mando -central o autonómico- se erigía en único. El cuadro se completaba con todos esos protagonistas desempeñando simultáneamente papeles de gobierno y oposición. Gobierno en Euskadi y oposición respecto a Madrid, por ejemplo. Pero también Gobierno en Madrid y oposición a una derecha que cuestionaría su legitimidad.

Era inevitable que cada cual hiciese un uso ventajista de la pandemia desde sus espacios de poder. De un poder que el estado de alarma convertía en el más absoluto de los ejercidos en democracia. La excepcionalidad del momento y el temor a que las cosas pudiesen empeorar aún más ha concedido a los gobiernos un margen amplísimo de acción sin contrapesos, sin contestación social ni supervisión institucional. Siendo sus propósitos incuestionables -doblegar la curva epidémica, no dejar a nadie atrás-, estando las estrategias a aplicar sujetas a criterios científicos, y presentándose los posibles errores como consecuencias de la incertidumbre general, la oposición quedaba orillada por la imposibilidad de su realización. En tales circunstancias, y con una campaña electoral que no lo será por medio, hasta la mayoría absoluta que las encuestas pronostican para la continuidad del Gobierno PNV-PSE suena a poco para las facilidades que la dificultad extrema le ha brindado.