Alhambra en árabe significa ‘la roja’, mintió Sánchez (oh, no me diga) al hilvanar su cumbre de Granada con su Mundial de fútbol de Marruecos. Alhambra en español es ‘El castillo rojo», recordó Polvorinos en su informativo de esRadio. Pero da igual. «Todo encaja y eso nos hace proyectar una imagen de España», insistía. Al gran narciso todo le encaja, aunque sea a martillazos. Es el virtuoso del cambio de opinión. Nada de lo que dijo ayer es hoy sostenible, por utilizar ese fangoso adjetivo, imprescindible en la publicidad del Ibex. Ni una sola de sus afirmaciones resiste una mínima revisión. Carmen Calvo intentó justificar la engañifa apelando a la esquizofrenia del personaje: «Eso lo decía (lo de la rebelión separatista) antes de ser presidente». Se conoce que le cogió el gusto y ha seguido por esa senda del engaño permanente. Al cabo, a nadie le importa, no pasa factura electoral, ni reproche cívico alguno quizás porque, como dice Anne L’Huillier, la premio Nobel de Física, «estamos compuestos de un enorme vacío». Sobre todo por aquí.
Incluso se regodea en la burla, como ahora en la cumbre de Granada. Dos meses llevaba sin pronunciar la palabra ‘amnistía‘, ese tabú, vedado también a sus ministros y demás altoparlantes. Una situación fronteriza entre el ridículo y el escarnio. Tanto, que este viernes, finalmente, quebró la pose e incurrió en el término maldito para encalomárselo a Yolanda, que para eso está: «Conocemos la propuesta de Sumar sobre la amnistía y no es la propuesta del PSOE». Dejó sentenciado, eso sí, que esta formula inconstitucional es «una forma de tratar de superar las consecuencias judiciales a la situación que vivió España en 2017». O sea, lo visto: ni la ley, ni el Parlamento, ni el Supremo ni, por supuesto, el Rey, actuaron conforme a la necesidad política del momento. Los golpistas, pues, han de ser recompensados.
La amnistía, la demolición de nuestro sistema constitucional, ya ha colado. Dos meses de chanzas, manoseos, esquinazos y tontadas y la tenemos ya entre nosotros, asumida y casi aplaudida. Ahora toca silencio, mientras le ponen los acentos, se ultima la investidura y se prepara el nuevo Frankenstein. La vicecuqui se pide seguir de vicecuqui e Irene la chica y petit Garsón no repiten. Y mientras, a hablar del Mundial, un recurso tan pedestre como eficaz. «No me gustaba Naranjito, mucho mejor Cobi«, rompió el fuego de la cháchara el ministro del ramo, Miquel Iceta, que tiene tanto interés por el fútbol como por las dietas calóricas. Tampoco a Sánchez le apasiona el balompié, como le pasaba a Zapatero. Lo suyo es el básquet, especialidad en la que, si no un virtuoso, sí se declara gran aficionado. Jugaba mucho con Viondi, ese concejal patotero que abofeteó al alcalde Almeida, y con el alto de los Migueles, la pareja que dirige la propaganda del régimen.
¿Cómo? ¿Siete años más? Tal cual. No toda la hemeroteca del presidente en funciones es una engañifa. Hay afirmaciones que deben tenerse muy en cuenta
En otra transmutación del caudillo universal, vamos a asistir a la exaltación oficial de un fervor futbolero que deberá conducirnos a la fecha mágica de 2030, la de la Agenda mágica (todos pobres y en bicicleta) y la del Mundial, esa cita planetaria que Sánchez ya sueña con presidir. ¿Cómo? ¿Siete años más? Tal cual. No toda la hemeroteca del presidente en funciones es una engañifa. Hay afirmaciones que deben tenerse muy en cuenta. Al cumplirse sus primeros cien días en la Moncloa, proclamó que su Gobierno no era un accidente y que se disponía a «sentar las bases para la gran transformación que exige España hasta 2030«. No aclaró si se trataba de darle un impulso al país para coronar su política hacia el final de la siguiente década o que se disponía a dirigirla en persona hasta hacer cima en esa cumbre del gran cambio. El caso es que la fecha ahí la dejó y ahora coincide con la del gran jamboree del balón.
Obstáculos para sus propósitos apenas se divisan. «Sólo nos queda el Rey y la Guardia Civil», dice Savater. Bueno, la Guardia Civil tuvo hasta hace nada una directora general salpicada de mangancia, y durante la pandemia, el cuerpo tuvo como vocero a un general con tics totalitarios. Luego lo ascendieron. El Rey se mantiene firme y ejemplar en estos tiempos odiosos. y en cuanto a la oposición, se antoja que no acierta a enveredar su rumbo, tonteando con peleítas estériles y zancadillas de alevín. «Si no concurriera Vox tendríamos 190 escaños», suspira Núñez Feijóo. Si mi abuela tuviera ruedas… Desperdició la gran ocasión del 23-J. Ahora confía en remontar en las europeas. Mientras tanto…algunos confían en Bruselas, en el agobio económico, en la implacable exigencia de los números. Una boutade. Úrsula acaba de obsequiarle a su admirado varoncito latino una propineja de 95.000 millones para ir tirando hasta que se le antoje.
Puestos ya en el 2030, ¿por qué no llegar hasta el 2031, centenario de la República, tan grata a la izquierda más radical y sectaria de Europa?
Sólo queda pensar en una reacción social frente a la brutal embestida contra el marco de nuestra convivencia. ¿De verdad a alguien le importa? «Sánchez -se decía esta semana en lo de Alsina al hilo de un informe sobre el mundo vegetal- nos trata como a plantas, que sentimos, respiramos, crecemos, pero ni abrimos la boca, ni nos movemos». Un campo de berzas. Eso es España.
Calan las mentiras de Moncloa cual si fueran verdades irrebatibles. Los indultos pacificaron Cataluña, la ley de sí es sí nunca existió, el Sahara siempre fue de Marruecos, Pegasus es una marca de camiones, Bildu son unos deportistas ejemplares que cortan troncos, Frankenstein lleva cinco años respetando la Constitución, Puigdemont es un pobre emigrante… Así seguiremos. Hasta el Mundial, y más allá. Puestos ya en el 2030, ¿por qué no llegar hasta el 2031, centenario de la República, tan grata a la izquierda más radical y sectaria de Europa? Quizás suene a delirio febril o a episodio de una pesadilla de Lovecraft pero con Sánchez todo es posible. Total, si González el traidor, el tránsfuga, el rijoso esperpento gobernó trece años, ¿cómo no va a a hacerlo tan magno sucesor? El cabecilla de la banda de la cochambre organizaría unos festejos irrepetibles para conmemorar aquella infausta era que desató una guerra civil. Podría ser la antesala de ese momento tan temido en forma de referéndum sin corona.